No hay poder “patentado”

 Gracias a los medios, las palabras de un hombre poderoso pueden pasarle por encima a cualquier realidad." Eso duele, pero en Bolivia es cierto. Ser elegido o nombrado para administrar lo público han querido y quieren asumirlo como "patente de poderoso". Pero existe una realidad real, la...

 Gracias a los medios, las palabras de un hombre poderoso pueden pasarle por encima a cualquier realidad."

Eso duele, pero en Bolivia es cierto. Ser elegido o nombrado para administrar lo público han querido y quieren asumirlo como "patente de poderoso". Pero existe una realidad real, la verdad, que es siempre la primera y la ultima victima de todo poder descontrolado.

Nos hemos quejado muchas veces de la mala voluntad, displicencia y soberbia que parecen inocularse en los funcionarios públicos inmediatamente son "posesionados". Se sienten con poder, creen que ese poder es atributo de ellos y no delegación de la sociedad, que tiene todo el derecho que fiscalizar y controlar qué están haciendo con ese poder delegado.

Para eso están los medios de comunicación social, que no son los únicos pero si los más funcionales en el duro y siempre ingrato oficio del control social.

Eso, sin embargo, está cambiando. Lentamente, pero está cambiando.

Cada vez son más los sectores de la sociedad civil que comprenden la importancia de empoderarse… y lo hacen, precisamente para equilibrar a aquellos poderes delegados y evitar que se descontrolen. Porque los otros controles, los institucionales, han fallado muchas veces y han perdido confiabilidad.

Por eso es tan importante el derecho a la información y por eso el requerimiento de información debería ser atendido por los funcionarios públicos con oportunidad, con eficiencia y con buena voluntad. Diríamos que con humildad, pero eso es pedir demasiado.

Para diseminar, difundir y divulgar lo que les interesa, los administradores de la cosa pública tiene oficinas de prensa y de relaciones públicas, producen profusamente boletines, construyen vallas, contratan espacios en los medios y se valen de cualquier otro recurso propagandístico. Pero lo importante para la sociedad no es lo que ellos quieran decirle, sino lo que ella – la sociedad- necesita y desea saber.

He ahí la importancia de la transparencia en la gestión pública. Pero no debe ser solo un discurso o una instancia burocrática más, sino una realidad perceptible e incuestionable. Cuando no es así, corresponde apelar a las instancias judiciales para transparentar lo que se percibe opaco.

En ese empeño estamos muchos bolivianos. Sabemos que no será fácil, porque implica cambios profundos en la cultura ciudadana, deformada a tal extremo que haya llegado a considerar "natural" que el gobernante se enriqueciera.

Pero el país está cambiando. Lentamente, pero está cambiando.

 


Más del autor