CREER EN DIOS

cuando la ilusión de tener más  se  extiende a casi todos y creemos que la felicidad ansiada, tan anhelada en nuestro yo íntimo, se centra en la posesión de bienes y de poder, cuando las noticias sobre la corrupción que día a día se van descubriendo, nos dejan atónitos; cuando el...

cuando la ilusión de tener más  se  extiende a casi todos y creemos que la felicidad ansiada, tan anhelada en nuestro yo íntimo, se centra en la posesión de bienes y de poder, cuando las noticias sobre la corrupción que día a día se van descubriendo, nos dejan atónitos; cuando el agravamiento de las  situaciones de injusticia, la corrupción, en las relaciones interpersonales, institucionales, empresariales e internacionales nos hacen sentir una amarga sensación de que todo está perdido. ¿Cómo pensar que el hombre de hoy se vuelque a Dios? ¿Cómo creer en este tiempo moderno de consumismo, de guerras, de odios, de conflictos políticos, de envidias, se crea que Dios existe y que está en medio de los hombres?

Tanto los hombres y mujeres maduros como también la juventud ¿Cómo miramos el futuro? ¿Cuál es el ideal, cuál nuestra ilusión?

¿Verdad que el bienestar económico encabeza la lista? ¿En nuestra escala de valores le damos el primer lugar al señor dinero? Es que sabemos que con el dinero se nos abrirán muchas puertas y muchos brazos se extenderán hacia nosotros, tendremos muchos “amigos” y muchas ventajas, pero aún logrando todo esto sentiremos dentro de nosotros un vacío, un hambre que no se ha saciado, una sed que quema; y es que tenemos un alma y en el fondo de nuestro corazón tenemos hambre y sed de verdad, de bondad, de justicia, de libertad.

En lo íntimo de la conciencia todo hombre se encuentra con ideales y valores supremos y decidirse por ellos equivale a decidirse por aquel en el cual la verdad, la bondad, la justicia y la libertad coinciden plenamente, por eso aunque parezca una contradicción muchos están volviéndose hacia Dios, como su única esperanza.

 

 

Porque hablar de Dios significa cambio de vida, significa buscar la felicidad por otros caminos, significa dejar el camino ancho y caminar por la senda pedregosa, significa pensar un poco menos en nosotros y un poco más en los demás, significa renunciar a nuestro egoísmo, callar en la crítica destructiva, poner el hombro a aquellos que se sienten solos, abandonados o a los que están atravesando momentos de enfermedad o de sufrimiento.

Creer en Dios significa amar a Dios en el hermano, porque creer es aceptar el camino que nos trazó El Señor, cuando nos dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” y luego “Ámense los unos a los otros”


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