Subió el maíz

Pero al día siguiente, o sea ayer, ya no se dijo más. Ahí quedó la información que, por supuesto, tiene mucho más fondo que el titular de un día.   En Tarija, como en otras regiones de Bolivia y en general en los países del Sur, las mujeres son las principales productoras de comida, las...

Pero al día siguiente, o sea ayer, ya no se dijo más. Ahí quedó la información que, por supuesto, tiene mucho más fondo que el titular de un día.

 

En Tarija, como en otras regiones de Bolivia y en general en los países del Sur, las mujeres son las principales productoras de comida, las encargadas de trabajar la tierra, mantener las semillas, recolectar los frutos, conseguir agua, etc. Entre un 60 y un 80% de la producción de alimentos en estos países recae en las mujeres.

 

Esther Vivas es una acuciosa investigadora de los temas relacionados con la ecología y principalmente con la seguridad alimentaria. Es coautora de ‘Del campo al plato’, un libro producto de estas investigaciones y por cierto casi imposible de conseguir en nuestro país. Pero vamos al grano. Al grano de maíz.

 

Aportado por estas tierras del Nuevo Mundo, este “rey de los cereales” ha tenido un destino equivalente al de los humanos americanos. Lo explotan, lo humillan popularizando sus variedades menos ricas (pop corn) y ahora, finalmente lo cultivan para alimentar…. vehículos, con alto riesgo para la seguridad alimentaria humana, precisamente de los pueblos de donde es originario el maíz.

 

Seguridad alimentaria existe, según fue concensuado en Naciones Unidas: "Cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico, social y económico a los alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida sana y activa".

 

Precisamente Esther Vivas sostiene que este modelo agrícola neoliberal, intensivo e insostenible, que se ha demostrado totalmente incapaz de satisfacer las necesidades alimentarias de las personas y el respeto a la naturaleza, es especialmente virulento con las mujeres, con las mujeres campesinas, especialmente.

 

Se trata de recuperar nuestro derecho a decidir sobre qué, cómo y dónde se produce aquello que comemos; que la tierra, el agua, las semillas estén en manos de las y los campesinos; de combatir el monopolio a lo largo de la cadena agroalimentaria.

 

Estamos totalmente de acuerdo con ella cuando exige reivindicar el papel de las campesinas en la producción agrícola y alimentaria y reconocer el papel de las mujeres de maíz, aquellas que trabajan la tierra. Hacer visible lo invisible. Y promover alianzas entre mujeres rurales y urbanas, del Norte y del Sur. Globalizar las resistencias… en femenino”.

 

Y claro, quedamos preocupados con eso de que “subió el maíz”, aunque pensándolo mejor preocupa más todavía que los precios de algunas hortalizas y verduras hayan al mismo tiempo ¡bajado! porque ese menor valor no afectará severamente a los comerciantes, sino a aquellas por quienes deberíamos interesarnos más, mucho más: Las campesinas tarijeñas.


Más del autor