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Actuar, no solo lamentarse

Y duele más muchísimo más, por supuesto, cuando esa muerte se hubiera podido evitar. Ahí es donde ahora queremos llegar:  La ciencia médica es una de las que más ha avanzado, p0areja con la tecnología y puede ahora lograr verdaderos prodigios para salvar las vidas humanas aún en casos...

Y duele más muchísimo más, por supuesto, cuando esa muerte se hubiera podido evitar. Ahí es donde ahora queremos llegar:  La ciencia médica es una de las que más ha avanzado, p0areja con la tecnología y puede ahora lograr verdaderos prodigios para salvar las vidas humanas aún en casos extremos, hasta hace poco desahuciados.

¿Por qué, entonces, si logran llegar con vida a un hospital, tienen que morir jóvenes por un embarazo mal atendido o, peor aún, por una apendicitis?

No se trata aquí de repetir el memorial de agravios por la deficiente infraestructura de salud, ni por el también deficiente manejo que se hace de esos escasos recursos materiales, sino de plantear, seriamente, que la salud se priorice al máximo como uno de los derechos sociales que no están siendo bien atendidos.

Una vez que se perdió una vida, todos los reclamos, las protestas, las quejas y los lamentos son inservibles. Hay que actuar antes, para que nunca más, en un hospital, se pierda una vida que hubiera podido salvarse, que debiera haber sido salvada.

Lo que ahora está sucediendo, ha sido ya criticado, denunciado y olvidado, una y otra vez.

Un hecho nuevo escandaliza a la sociedad durante un día o dos, se enfría como noticia y se olvida… hasta el próximo caso.

El próximo caso puede ser el suyo, o el de un familiar cercano, puede ser el de cualquiera de nosotros, si no nos despabilamos y comenzamos a actuar. Sin marchas, sin bloqueos, sin consignas políticas manoseadas.

No nos enfrasquemos en que si la salud es competencia que tiene que ser atendida por este o por aquel otro nivel autónomo.

Partamos de lo próximo, de lo nuestro, de lo local.

¿Cuánto sabemos de las políticas de salud en nuestro municipio?

¿Hemos visitado alguna vez las instalaciones hospitalarias, que no sea por una visita obligada, casi forzosa a algún paciente?

¿Sabemos, por lo menos, cuáles son, dónde están y cómo funcionan los centros médicos para atender urgencias?

Es mucho mejor que lo sepamos ahora, cuando no los necesitamos, que angustiarnos cuando los necesitemos con verdadera urgencia y ni siquiera sepamos dónde están.

Podemos hacer de esto, primero, un compromiso personal. Luego involucrar a nuestra propia familia, luego a los amigos más cercanos. Con toda seguridad que luego, comentando la experiencia, intercambiando impresiones, algo se le ocurrirá a alguno, para dejar de ser solamente testigos impotentes de situaciones indeseables, lamentables, que quizás se hubiera podido modificar con nuestra actuación.

Quizás esa niña de 18 años, de Guerrahuayco, (aunque estuviera embarazada era una niña, no era mayor de edad), que murió hace dos días en el hospital San Juan de Dios, estuviera viva.

¿Sienten ustedes que nuestra indolencia nos comienza a hurgar la conciencia?

¿Perciben que lamentarse ahora no sirve de nada?

Actuemos entonces. Hoy mismo. Prestémosle atención a eso que siente la conciencia.

Porque conciencia es lo único que necesitamos.


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