Viendo el pasado con mirada circular: Reforma Agraria, medida fundamental de la revolución nacional

volcar al torrente de la dinámica económica del país a un caudal formidable que hubo permanecido en la inercia asfixiante de modos estructurales caducos y, en segundo término, conferir un mínimo de dignidad a dos millones de campesinos e indígenas (el setenta por ciento de la población...

volcar al torrente de la dinámica económica del país a un caudal formidable que hubo permanecido en la inercia asfixiante de modos estructurales caducos y, en segundo término, conferir un mínimo de dignidad a dos millones de campesinos e indígenas (el setenta por ciento de la población boliviana) que existían en condiciones denigrantes, envueltos en una humillante costra de analfabetismo, miseria, desnutrición. La flagrante injusticia en la que vivía el campesino e indígena era una vergüenza para toda la sociedad, y el sistema explotador, un escollo para el desarrollo de los nuevos tiempos.

El 4,5 por ciento de los terratenientes poseían el 70 por ciento de la propiedad agrícola del país, con latifundios, cuya extensión abarcada de las mil a las diez mil hectáreas. Esta concentración económica-agraria, con sistema de cultivo semifeudales que alcanzaba al 90 por ciento del total de cultivos, enanizaba por contratación abrumadora, un mercado interno de consumo, impidiendo el desarrollo integral de la economía ya que de la población estimada de tres millones de habitantes, antes de 1952, tan sólo unos quinientos mil eran factores activos de consumo.

Las modalidades del sistema semifeudal encierran una magnitud que incluye no sólo las técnicas de producción, sino también las relaciones entre los dueños de la gleba y los siervos, a quienes no se les pagaba salario alguno, estando obligados a prestar denigrantes y adicionales servicios domésticos, en forma gratuita; esta realidad constreñía a los campesinos e indígenas al extremo de considerarlos y actuar sobre ello como si fuesen propiedad adyacente a la tierra, en la que el gamonal tenía absoluto dominio; esta propiedad, por supuesto, comprendía también a las mujeres y a los niños produciéndose-de este modo-una de las formas más inhumanas de explotación; la novelística boliviana y la literatura (“Raza de Bronce”, “La Chaskañawi”) ofrecen estupendas y aterradoras imágenes sobre esta situación. Era sorprendente notar, el estado de postración mental en el que mantuvo el feudalismo criollo a esa enorme mayoría de campesinos e indígenas; lo que más lastimaba era que no tenían a nadie para dolerse de su miseria.

Sobre ese recuadro, la Revolución Nacional afrontó el problema de la Reforma Agraria. Víctor Paz Estenssoro y el gobierno del MNR firmaron el histórico Decreto el 2 de agosto de 1953 en la población campesina de Ucureña (Cochabamba) dando “Tierra a quien la trabaja”. Esta medida, aún con sus limitaciones y todas sus deficiencias, constituyó un enorme salto en la vida del país, porque eran espantosas las condiciones que regían la vida del campo antes de su realización. La magnitud de la conquista de la Reforma Agraria portaba un sentido de profunda contextura axiológica, que importó un verdadero sacudimiento en las raíces sociales más íntimas de la nación; se produjo un despertar ciclópeo, incontenible, abrumador, entre los trabajadores campesinos e indígenas.

La liberación social que ejecutó Víctor Paz Estenssoro con la Reforma Agraria, ha traído nuevos horizontes a los campesinos e indígenas y empezaron a cumplir sus deseos de conocimiento que sólo aprovechaba la minoría de latifundistas y reducidas castas privilegiadas. La Reforma Agraria abrió un mercado de consumo constituido por la mayoría de la población, creando posibilidades a la agroindustria y a la industria nacional, e hizo del campesino un factor positivo de producción; ahí tenemos al departamento de Santa Cruz motor de la economía nacional consecuencia de la política de diversificación económica e integración territorial y humana desarrollada por el proceso de la Revolución Nacional de abril de 1952.

La Reforma Agraria produjo mutaciones tan profundas que todos reconocieron su necesidad. Sólo Víctor Paz Estensoro y el MNR tuvieron la audacia de iniciarla, porque Bolivia necesitaba salir del sopor en que la hubo mantenido un complicado sistema expoliatorio.


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