Contrabando letal

Si bien la Aduana Nacional dispone de algunos controles para combatir la ilegal actividad de miles de personas que comercializan variada mercadería internada por insólitos  caminos en las desoladas fronteras nacionales, hay evidencia de que estos mismos controladores hacen muy poco para evitar...

Si bien la Aduana Nacional dispone de algunos controles para combatir la ilegal actividad de miles de personas que comercializan variada mercadería internada por insólitos  caminos en las desoladas fronteras nacionales, hay evidencia de que estos mismos controladores hacen muy poco para evitar la salida de productos nacionales, por el mismo sistema irregular de contrabando. Nuestra economía está atravesando por una agobiante crisis, producto de las distorsiones causadas por medidas poco prácticas que dictó el Gobierno pero además por la vigencia de un contrabando de doble circulación que coloca al sistema administrativo nacional ante una disyuntiva particular, asumir de una buena vez la guerra abierta al contrabando o seguir cubriendo la ineficiencia de los sistemas de control y represión de esa mortífera actividad. Las autoridades fronterizas ratifican que este asunto del contrabando es muy grave, por una parte eludiendo el pago de impuestos por internación, corrompiendo a los encargados de control y por otra manejando una red que mueve ingentes cantidades de productos, inclusive la ropa usada, con el respaldo de vigías especializados y dotados de modernos equipos de comunicación que la Aduana no los tiene. Otro contrabando es el de salida, caso concreto miles de garrafas de gas licuado que se van al Perú vía Desaguadero o por otras poblaciones del vasto altiplano que separa a las dos naciones y donde además se venden otros productos nacionales, inclusive el aceite fabricado en Santa Cruz  que también traspone otras fronteras para llegar al Brasil o la Argentina. El contrabando distorsiona nuestra economía sumándose a medidas negativas de ministros inexpertos, que en lugar de cuidar nuestra producción la colocan en la fácil opción competitiva con productos similares, dizque para bajar los precios en nuestro mercado, caso de la harina y oleaginosas, con un efecto “boomerang” que daña doblemente el sistema financiero y productivo del país. Mientras este azote del contrabando se produce incesante y cotidianamente, en la misma proporción las autoridades dedican su tiempo a la politiquería en lugar de eliminar las causas que distorsionan y deterioran los presupuestos familiares ahora sujetos al vaivén inflacionario, galopante, incontrolable y doblemente dañino porque se agrega el mal endémico del contrabando, este último fuera del control que ejercen supuestamente las autoridades aduaneras y su fuerza operativa el COA. Esta secuencia de hechos debería llamar la atención del Gobierno  para mejorar la administración del Estado y que algunos ministros se ocupen de solucionar problemas como los planteados y no sigan haciendo guerra en los departamentos, perdiendo valioso tiempo jugando al fútbol.


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