Víctimas en los caminos

Por una parte son culpables de la mayoría de accidentes chóferes del servicio de transporte público de pasajeros, pero hay que reconocer que también hay muchos imprudentes conductores de motorizados particulares que no toman previsiones para transitar en carreteras, a lo que se suma la...

Por una parte son culpables de la mayoría de accidentes chóferes del servicio de transporte público de pasajeros, pero hay que reconocer que también hay muchos imprudentes conductores de motorizados particulares que no toman previsiones para transitar en carreteras, a lo que se suma la irresponsabilidad de conductores de vehículos estacionados en las rutas, generalmente por fallas mecánicas y sin el uso de señales exigidas en el reglamento de Tránsito que ignoran mayormente los camioneros. La Policía Caminera, cuyas unidades de control deberían estar constantemente en labor de control pasan el mayor tiempo de los días en la puerta de algunos retenes y sirven más al traslado de jefes y oficiales de esa unidad, pero sin que cumplan su misión de ejercer control en la ruta y de manera especial en lo que corresponde al exceso de velocidad, infracción que observada y verificada daría lugar a la detención –seguramente con persecución previa– del conductor irresponsable que infrinja los límites de seguridad en caminos. Las informaciones sobre lamentables accidentes dan cuenta de la muerte de varios miembros de una familia, lo que significa un drama para los familiares que quedan y que difícilmente podrán ser compensados ante la tremenda tragedia causada por irresponsabilidad de chóferes en las rutas del país. Mucho se habla de la obligatoriedad de ejercer control en los puntos de salida de cualquier ciudad, donde los funcionarios de Tránsito deben darse el tiempo necesario mínimamente para comprobar el estado técnico de motorizados y la situación del conductor que debe estar totalmente sobrio para ingresar a una franja caminera en la que circulan muchos motorizados. Igual trabajo anticipado debe efectuarse con todos los buses de trabajo interdepartamental de manera que a la menor falla detectada se impida su salida de la terminal respectiva. La carretera entre Oruro y La Paz es una de las más peligrosas por ser muy angosta y por la velocidad que imprimen en la misma conductores que no miden las consecuencias de su imprudente irresponsabilidad. Se ampliará la misma, pero en tanto eso suceda debe disponer un mayor y estricto control en las movilidades en general y en todos los retenes policiales. Por supuesto que la tarea de la Policía Caminera no puede supeditarse tan sólo a un tramo peligroso, en realidad todas nuestras carreteras, las asfaltadas y las de tierra son peligrosas, razón más que suficiente para redoblar el control por parte de efectivos policiales adiestrados en la difícil misión de precautelar la seguridad de miles de personas, pasajeros y hasta peatones que están obligados a viajar o cruzar por nuestros estrechos caminos. Algo más de previsión evitará más tragedias y más luto en familias bolivianas.


Más del autor