La Brecha: No son solo números
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Se acerca el fin de año y con ello, las fiestas navideñas con toda su exaltación de los valores familiares, que a menudo se resumen en mujeres encerradas en la cocina elaborando docenas de platos o fregando una vez tras otra la vajilla. Pensemos en eso.
Además, es el tiempo de los recuentos. En Bolivia la Fiscalía General ha difundido ya el dato actualizado con 81 feminicidios en el 2024, que es uno de los datos más bajos de la serie, pero sigue siendo una barbaridad: más de una mujer por semana. La “nueva política”, siempre exitista, tiene ganas de celebrar el dato y casi se muerden la lengua para no añadir apéndices políticos a los resultados.
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Desde hace tres años las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas viene bajando de cien y sostener las cifras podría llevar a considerar algún tipo de éxito en el planteamiento, pero en el foro interno, todas sabemos que media poco más que la casualidad. Siguen faltando medios para atender las denuncias y para proteger a las víctimas más expuestas, siguen diseminándose ideas retrógradas y violentas que cuestionan la libertad de la mujer o su capacidad profesional, seguimos afianzando roles de género.
No hay ningún buen dato en que mueran menos de cien mujeres al año. Lo que es urgente es seguir poniendo el foco en el agresor, ofreciendo vías de salida a las víctimas y empoderando a las más jóvenes para decir basta. Hace falta un cambio social que llegará con la educación en el mediano plazo, pero mientras tanto toca hacer ruido hasta que quedemos sin voz.
Tampoco nos olvidamos que este 2024 dejamos algo pendiente, los huérfanos, las otras víctimas de los feminicidios. Ojalá que el año que viene el Estado les dé una respuesta, una respuesta más allá de una sentencia al feminicida, una señal de apoyo, de que no están solos. De que podrá contar con salud y educación gratuita, con apoyo psicológico-emocional para superar la pérdida que han sufrido. Es una deuda.
Máxima alerta
¿Y el padre dónde estaba?Nadie se lo preguntó en ningún momento en la cascada de comentarios que siguieron a la noticia del trágico accidente que le acabó costando la vida a una menor de 15 años, que con su propio cuerpo protegió a sus otras tres hermanas, una de ellas de dos meses, de un incendio desatado por una fuga de gas en el cuarto que alquilaban. Todos se preguntaban por la mamá. ¿Dónde estaba la mamá? Pues estaba trabajando desde las 4.00 am para alimentar a sus wawas.
El rol del cuidado, sin duda, es el que menos ha evolucionado en todos estos años. La culpa siempre es para la mamá.
En el radar
Perfil de asesino: El ministro de Gobierno, populista como el que más y con cierto olfato para captar algunos temas de nicho, presentó con todo boato el estudio denominado “Investigación sobre feminicidio, una mirada desde los perpetradores del delito” del propio Ministerio y el Observatorio de Seguridad Ciudadana, y aunque se me pararon los pelos al leer el título e imaginar una suerte de apelación global a la 348 “por parte de los perpetradores”, resultó ser un documento interesante en el que caracteriza al feminicida con bastante certeza:
El costo de la crianza: Volviendo al tema del cuidado: ¿cuánto gasta un bebé? En Tarija apenas nos lo preguntamos, tampoco en Bolivia, menos sobre niños o adolescentes, sin embargo ahí sigue congelada la tarifa mínima de manutención de los padres ausentes que aún así ponen excusas para no liquidar.
Si en algún momento se retoman los debates para estandarizar y caracterizar a los tipos de familia de cara a sus ingresos con los afanes recaudatorios – y redistributivos – que se requieren, será urgente hacer una tabla actualizada de lo que realmente cuesta criar. Porque son más que horas.
- Lea también: El costo económico de la crianza
Breves pero importantes
Prohibido olvidar a las hermanas afganas aunque la geopolítica anime a mirar a otros lugares: Las mujeres afganas prometen resistir la opresión talibán hasta recuperar la libertad
Atención a esta reflexión interesante de Ana Requena, editora de Género de eldiario.es, sobre la última movida de denuncia en redes: “Y aún así me quedé” expone los malos tratos cotidianos, pero sigue cargando las culpas en nosotras.
Y aquí uno de esos reportajes espeluznantes sobre políticas de Estado atentatorias minuciosamente planificadas, esta vez en Argentina, como fue en Perú, y quién sabe sí también aquí en Bolivia: Los otros abusos hacia las mujeres
¡Y musiquita para el verano!
Y esta semana nos vamos también con música al tiempo que les anuncio el receso de La Brecha. Nos vamos unas semanas de vacaciones para descansar, reflexionar y mejorar y nos vemos en febrero con las pilas recargadas. Abrazos a todas y ¡fuerza!