Las corrientes del MAS debaten entre el consenso y la disolución
Las palabras siguen mostrando beligerancia, pero ambos han movido fichas para acercarse aun cuando los gestos – la salida de Lima y la suspensión de bloqueos – les conviene. El Congreso del MAS empieza a ser ineludible
¿Hay una tregua trampa o hay un acuerdo implícito? Lo cierto es que analistas de una y otra corriente evalúan qué está sucediendo al interior del MAS, pues ni siquiera los brazos operativos del evismo y el arcismo están bien informados.
Para unos se ha profundizado el acercamiento que desde hace meses sostienen en cuerda baja Carlos Romero y María Nela Prada, camuflado en esas redes cruceñas que se mueven bajo el radar; para otros el enfrentamiento sigue una línea creciente. La diferencia reside en si se atiende a las palabras o por el contrario, a los hechos.
Las palabras
Lo cierto es que las declaraciones de Iván Lima - cuya “renuncia” ha sido el disparador de las especulaciones - suenan fuertes, pero “asustan poco”, dicen en el evismo: difícilmente tendrá más poder como abogado libre que como ministro de Justicia, cargo desde el que ha sido capaz de operar directamente con el Tribunal Constitucional Plurinacional.
En las últimas horas se ha especulado sobre su posible candidatura como Fiscal General, para lo que tendría que caer el procedimiento e iniciar uno nuevo, y aun así, difícilmente podría hacerse realidad, pues no sumaría los apoyos en la Asamblea al no contar con la confianza del evismo ni de la oposición. Otros estiman que si el proceso acaba en vacío al no haber acuerdo en la Asamblea, Arce podría nombrarlo por decreto, pero el impacto político de este nombramiento tan descarado le restaría más de lo que le sumaría.
Marcha Evo Morales ya midió fuerzas en la marcha sobre La Paz, que acabó cruzando El Alto sin problemas, pero con más gente en las pasarelas que en la calzada
Atendiendo a las declaraciones de Lima y su verbo sobre las denuncias, citando incluso a Venezuela, algunos han barajado la opción de que entre como Procurador General del Estado, lo que supondría un cambio de cromos más que extraño.
No solo Lima habla. También Evo. El expresidente se fue a sembrar tambaquí y ha ido dando conferencias de prensa para precisar el alcance de su discurso en el puente de la Cervecería, donde dio un ultimátum ciertamente vago y sin mucha coherencia. En todo ello, y sobre todo en sus redes, sigue insistiendo en su voluntad de ser candidato y en acusar al gobierno de derechizarse: la comparación con Lenín Moreno de Ecuador es cada vez más recurrente.
Los hechos
Más allá de las palabras, lo cierto es que Arce ha eliminado a uno de los ministros más señalados por el evismo – aunque el reemplazante tampoco sea del agrado – y Morales ha “suspendido” el anuncio de bloqueo nacional.
Cualquiera diría que en ambos casos son gestos trampa: Iván Lima hace tiempo que venía siendo nocivo para el Gobierno, incapaz de llevar ninguna estrategia a buen puerto y, al contrario, convirtiendo la gestión en una sucesión interminable de chicanas e interpretaciones, con el TCP totalmente cooptado. Lima hizo presentar un referéndum imposible al presidente y eso debe tener consecuencias.
De la misma manera, Morales ya midió fuerzas el pasado lunes en la marcha sobre La Paz, que acabó cruzando El Alto sin problemas, pero con más gente en las pasarelas que en la calzada. La posibilidad de éxito a un bloqueo “nacional” de caminos era remota, así que más que un gesto, parece una excusa perfecta para no acabar quemado.
Lo que viene
En los cuarteles generales nadie cree demasiado en estos “gestos”, pero sirven perfectamente para avanzar sobre el diálogo. Hay cierto consenso en que Evo pinchó en sus expectativas, pero aún así, es capaz de movilizar mucho más que nadie.
En esas, su círculo inmediato va a insistir en la candidatura y ni siquiera como cálculo: en Cochabamba analizan que sea Andrónico el candidato y Evo acuda al Senado, pero los socios internacionales lo desaconsejan y en todos los casos, nadie ve a Evo haciendo otra cosa que presidir.
En el arcismo barajan nombres y no los encuentran para la presidencia, pero sí creen tener candidatos para ocupar una vicepresidencia tecnocrática que se quede con esa parte de la gestión, tan “bien coordinada” con bancos, financieras y grandes empresas. Entendiendo que la primera línea actual – Montenegro, Cusicanqui, Durán – están quemados, cobra opciones el nombre de Mario Guillén, que ya reemplazó a Arce con Evo en Economía durante su enfermedad y que sigue ostentando cargos en el nivel internacional, pero discreto en la interna.
En el calendario apura, sobre todo, que el MAS haga su Congreso en regla. El Congreso dará legitimidad al que tenga que presentar las listas al TSE en su debido momento. Eliminadas las primarias y conscientes de los riesgos, la última carta es el órdago final de la disolución: la sigla del MAS puede ser cancelada, y quién sabe quién saldría ganando entonces.
El tiempo corre.
Manfred, el rico, que busca su Catar
El último de los candidatos a la presidencia boliviana en “presentarse en sociedad” es Manfred Reyes Villa, aunque es sobradamente conocido: alcalde de Cochabamba, candidato en 2009 y 2002 y con una larga trayectoria a sus espaldas, incluyendo el exilio.
Reyes Villa no apela a ninguna unidad ni busca aliados, tampoco cuenta con muchas simpatías de la oposición, que lo ven “funcional” a Luis Arce, pero este tiene clara su hoja de ruta con un manual tan populista como el que más: su primera gran frase, antes incluso de confirmarse a sí mismo como candidato es: Voy a hacer una Bolivia rica, como Catar. Sin más explicación, sin más soporte. Fe y confianza.