Eduardo del Castillo, el ministro consentido de Arce



No está muy claro en qué momento Eduardo del Castillo del Carpio se convirtió en el enemigo público número 1 del evismo. Para unos fue desde el momento en que asumió el cargo y no pasó a cuchillo a todos los mandos involucrados en los hechos de 2019, sino que optó, como todos sus antecesores, en “contemporizar” y pactar. Para otros fue desde el acto del Hotel París en julio de 2021. Otros lo culparon de que Áñez y Camacho llegara a candidatear… Lo cierto es que cuando cayó el ex jefe antidrogas de Evo Morales, Maximiliano Dávila, en un operativo en la frontera en enero de 2022, al parecer como requerimiento de la DEA, las relaciones ya estaban rotas.
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El propio Evo Morales se echó al hombro la tarea de acabar con el ministro de Gobierno al que acusó de proteger a cierta parte del narcotráfico, filtrando incluso audios sobre operativos turbios en el Chapare y acusándolo de haber robado sus celulares en un acto interno del MAS. Al final ha sido censurado por un asunto tal vez menor, como la gestión de los autos robados, pero que le ha permitido al evismo alinearse con la oposición sin apoyar tesis contrarias, pues sus anteriores interpelaciones tenían que ver con otros asuntos políticos de fondo.
En paralelo a la hostilidad creciente de Morales y su círculo – Carlos Romero ha sido rehabilitado en el entorno del expresidente gracias a las críticas hacia Del Castillo -, el presidente Luis Arce lo ha ido asumiendo como su ministro estrella: no es difícil señalarlo como su protegido tras la cantidad de veces que ha desestimado su cese.
A Del Castillo se le identificó primero como evista precisamente por haber medrado en el gobierno de la mano de Álvaro García Linera, que lo colocó de Oficial Mayor de la Asamblea Plurinacional con menos de 30 años luego de una carrera meteórica: Del Castillo no dudó en trasladarse a La Paz para integrarse en los hilos del poder y su habilidad mediática le ha servido para ello.
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No hay duda de que cambió de bando. En su haber se cuentan las estrategias desarrolladas sobre todo con Santa Cruz y contra el gobernador Luis Fernando Camacho: el desgaste al que se sometió a la ciudadanía con el tema del censo facilitó la posterior aprehensión del ex cívico y su espectacular traslado a Chonchocoro. La represión policial posterior, que venció la resistencia camba en lugar de hacerla crecer, le hizo alardear de sus dotes estratégicos frente al evismo, derrotado en aquellas jornadas de 2019 precisamente desde Santa Cruz.
Sus afanes de protagonismo y militaristas al estilo Murillo no han gustado a todos, ni sus operativos en el Chapare, ni que venciera las resistencias en Los Yungas. La decisión de la censura está ahora en manos de Luis Arce, pero no se trata solo de un nombre sino de un estilo. Dejar caer a Del Castillo supone mostrarle la puerta a Morales para retomar el control total sobre el gabinete… La decisión, en horas.