Cesar a Del Castillo, voltear a Evo y otras decisiones que analiza Arce para salvar la gestión
El presidente debe dar certezas sobre su intención de continuidad y tratar de cerrar el frente interno y el conflicto con Santa Cruz
El escenario está negro. Ni los operadores locales ni los gurús internacionales acaban de verle gran viabilidad a Luis Arce como candidato para 2025, al menos en este momento en el que prácticamente todas sus potencialidades se han visto afectadas por la coyuntura y por una lucha fratricida con el presidente del Movimiento Al Socialismo, Evo Morales, a la sazón líder reconocido de las bases más populares del partido que también sostiene a Arce, por mucho que se diga lo contrario.
Arce llegó a la presidencia como si de un automatismo se tratara. La pandemia había agotado la paciencia de los bolivianos y la gestión de Jeanine Áñez, cuyo afán populista también naufragó, facilitó aún más el retorno del MAS al poder. Arce ni siquiera se tuvo que esforzar demasiado en campaña ante una oposición dividida. La mera evocación de los tiempos felices de la economía sirvió para pasar el rodillo: La corrupción había desbordado la gestión de Áñez y la paciencia de sus propios votantes, mientras que el partido, como fuerza fraternal que se movilizó ante la primera amenaza de ilegalización, también ofrecía cierto atractivo de cohesión y pertenencia que ha volado por los aires. El MAS puede acabar no representando a nadie a poco que aparezcan alternativas viables y las cuentas no den, porque la mayoría de los que se sienten parte no luchan por pegas ni por créditos.
En su círculo se barajan al menos cinco decisiones que se deben tomar de forma urgente para tratar de salvar la gestión y llegar vivo a las primarias del partido.
Sellar la paz con Evo… o voltearlo
Las acusaciones del expresidente han cambiado de color. Una cosa es señalar que hay políticas conservadoras y de derechas en el gobierno del MAS y otra acusar día sí y día también, sin más pruebas que su palabra, que hay corrupción a gran escala y protección al narcotráfico.
La dinámica va a acabar haciendo daño al partido, pues hay momentos en los que de la violencia verbal no se vuelve. En esas, la recomendación es clara: sellar la paz ya o acelerar la convocatoria de un Congreso Extraordinario para elegir presidente del MAS.
Morales ha paralizado los congresos regionales consciente de que no tiene las de ganar en este momento de la legislatura, donde todavía la mayoría mira por la continuidad de sus cargos o la materialización de sus promesas. Por eso mismo, Arce debería acelerar la renovación, puesto que cuanto más se acerque a la fecha electoral menos garantías tendrá de ser candidato ganador.
Afirmar ya su candidatura… o retirarla
En esas, Arce no haría mal en aclarar sus intenciones de futuro. No falta tanto tiempo para 2025 y no corre el riesgo de que su gobierno se desparrame por la falta de liderazgo, básicamente porque nunca lo ha tenido.
Lo normal es que todo presidente en ejercicio habilitado constitucionalmente para ello intente la reelección y el simple hecho de cuestionarse lo desautoriza. No hay factor sorpresa que valorar, más bien todo lo contrario. Arce debería ser meridiano en su voluntad para que su gobierno perdiera ese cariz de provisionalidad que ha tomado.
Cortarle la cabeza al ministro de Gobierno… o respaldarlo
El ministro Eduardo del Castillo es el más cuestionado por el evismo, pero también el que ha protagonizado algunos de los momentos más controvertidos. Sus dos interpelaciones han acabado en golpes. Su despliegue en Santa Cruz para contener las propuestas tras la novelesca detención del gobernador Camacho contrasta con su inacción en otras zonas donde se registran conflictos; su gusto por las cámaras le lleva a querer protagonizar todos los casos mediáticos, lo que le han llevado en más de una ocasión a cometer errores.
De todo, lo más inquietante es su relación con el narcotráfico, graficada por sus enemigos del trópico y apoyada por los datos de intervenciones – mucho en el Chapare, poco en el Beni - e incluso por la nueva cordialidad instalada en Los Yungas. El narcovuelo de BoA lo vuelve a poner en el ojo de la tormenta y en algún momento Arce deberá definir si sigue adelante con él o no.
Culminar el “plan Santa Cruz” o negociar más autonomía
Aunque el evismo nunca le reconocerá ningún logro en el territorio que fue su tumba en 2019, Arce ha logrado arrinconar el entusiasmo independentista manifestado tras la elección de Luis Fernando Camacho y los planes de las logias y el Comité Cívico de “establecer una nueva relación con el Estado”. Cayó Camacho y cayó el banco Fassil con todos sus riesgos para el sistema. Las élites económicas han mandado mensajes de peso en las últimas semanas que van más allá del control del diésel o de los cupos de exportación o de etanol.
La arremetida y los contrataques tienen su última trinchera en el poder político departamental, aún en manos de la oposición, pero las cuentas empiezan a cambiar. En esas, Arce debe pensar en el mejor camino para la estabilidad del Estado.
Conseguir dólares para el país… o el vacío
El último asunto es un imperativo: el problema del dólar es mundial, pero Bolivia necesita soluciones locales. El gobierno está obligado a conseguir más dólares y los números macroeconómicos, así como las potencialidades estratégicas del litio, invitan a buscar fórmulas de endeudamiento blando precisamente con los países más interesados en trabajar en el país. Comprometerlos a largo plazo con el Estado es asegurar el negocio.