Crónica política de la jornada
La plurinacionalidad de Arce y la continuidad del Estado
El Presidente habló de la recuperación de la democracia, del Covid y de la economía culpando de todos los males al Gobierno de Jeanine Áñez. La oposición oficial se diluye y “retornan” Tuto y Doria Medina



Solo en la previa, Achachachi había despedido al Mallku con honores y Salvador Romero había ratificado la elección subnacional el 7 de marzo. Con Evo Morales en Los Olivos recuperándose del coronavirus, Luis Arce y David Choquehuanca se jugaban muchas cosas en la celebración más austera del Día del Estado Plurinacional celebrado desde 2010, sin excluir siquiera el del 2020 porque la entonces Presidenta Jeanine Áñez y sus secuaces convirtieron el discurso en su plataforma de lanzamiento hacia la candidatura presidencial que confirmó dos días después.
La más importante de todas era precisamente hacer que se tratara de un día más en la secuencia, en institucionalizar el Día y no a la persona que toma la palabra, y en eso, el perfil tan mecánico de Luis Arce Catacora - que ya ha recuperado sus esencias y guardado en el cajón las implantadas en campaña -, ayuda.
Antes le tocaba trabajar al vicepresidente David Choquehuanca, porque estos son los días que le gustan para brillar, pero ensayó un discurso breve apoyado en sus elementos habituales en el que trazó paralelismos entre la “pandemia” que trajo occidente con la invasión española hace cinco siglos y la pandemia actual del Covid, con el que habló de muerte y de frustración, para acabar pidiendo una “estrategia comunicacional para desmontar el miedo” que según quien interprete, lo vetaría twitter por negacionista. No fue su mejor día.
Arce se vio sin embargo más entonado con su ya tradicional look presidencial de camisa blanca desabotonada y terno azul oscuro, con su banda y su medalla, ensayó un discurso metódico dividido en tres bloques que él atribuyo al supuesto mandato que el pueblo le dio el 18 de octubre: “recuperar la democracia, luchar contra el coronavirus y recuperar la economía”.
El primer bloque fue un clásico: golpe de Estado, Gobierno de facto, Sacaba y Senkata, fraude no demostrado, pisotear la wiphala, etc., a lo que añadió algunas dosis teóricas de lo intercultural y lo plurinacional y citó a El Mallku entre los muñidores del proceso. Para entonces la oposición – ausente por medidas de bioseguridad y algo más – bramaba en redes sociales mas de lo que lo ha hecho en dos meses en el hemiciclo.
El segundo bloque fue para la pandemia, donde dejó datos concretos y compromisos de esos complejos que se vuelven pesadilla: 15 millones de dosis de vacunas disponibles en mayo e inicio de vacunación “la próxima semana”. Ahí es nada.
Arce también comprometió pruebas y más pruebas para todos, aunque solo llegarán 2,2 millones, medio millón de PCR y el resto de antígenos, que en realidad son las mismas que se han anunciado cada vez desde que se asumió el poder.
Al final entró en su terreno, el de la economía, y desgranó unos pocos datos que oiremos múltiples veces en los próximos años, pues igual que Evo Morales recurría a los datos del neoliberalismo hasta 2005, Arce se comparará con el año de Gobierno de Jeanine Áñez hasta el final de su gestión. Los datos son de escándalo: El desempleo pasó del 4,8% al 9%, el PIB se destruyó en 10%, caída de las RIN de 6.830 millones de dólares a 5.578; deuda del Tesoro General de la Nación de 5.750 millones a 9.457 y unos 800 millones más de deuda externa contratada. Complejo legado de quienes siguen pontificando sobre el endeudamiento.
Después vino la colección de “éxitos”, y eso que apenas han pasado tres meses: bono contra el hambre, subida de rentas mínimas, devolución del IVA, fideicomisos al 0,5% y 10% para salud. Casi todo está en proceso, pero en política eso importa poco. Dentro de cinco años Arce tendrá una larga lista de la que alardear, o tal vez no.
Después hubo una serie de aseveraciones y promesas que sonaron a excusas: los gobiernos subnacionales “tienen recursos”; “hemos garantizado el periodo de gracia para la renegociación de deudas”, etc., pero es lo que tienen los discursos unilaterales.
Arce se va asentando en un cargo que es institucional en la nueva configuración de poderes y equilibrios dentro del MAS, pero que no deja de tener un poder y un valor político sin parangón. El proceso sigue siendo inescrutable.
Áñez, Tuto y Doria Medina toman la oposición
Menos de tres meses de gestión han servido para dejar en claro que poco cambió después de las elecciones. Ni Carlos Mesa ni Luis Fernando Camacho se han convertido en los rostros visibles de la oposición, aunque por razones diferentes. En ese sentido, el peso de la contraparte sigue recayendo en dos clásicos: Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, y se ha incorporado Jeanine Áñez, que juega un rol relevante desde redes sociales para atizar al nuevo Presidente al tiempo que defiende su gestión y postula a la Gobernación del Beni.
La reflexión de los partidos de oposición después de la derrota del 18 de octubre no ha sido de fondo y los intentos de regeneración no han fructificado.