Advierten gran deuda sin rentabilidad por las hidroeléctricas en Bolivia
Tanto la Fundación Solón como el investigador Pablo Villegas, del Centro de Información y Documentación Bolivia (CEDIB), coinciden en que los megaproyectos hidroeléctricos proyectados en Bolivia no serán rentables, dado que el costo de generación será mayor tanto en comparación con lo...
Tanto la Fundación Solón como el investigador Pablo Villegas, del Centro de Información y Documentación Bolivia (CEDIB), coinciden en que los megaproyectos hidroeléctricos proyectados en Bolivia no serán rentables, dado que el costo de generación será mayor tanto en comparación con lo que cuesta en países vecinos como Brasil, como con otras fuentes de energía dentro de Bolivia.
Según datos oficiales a los que pudo acceder Villegas, el costo de la energía de Cachuela Esperanza sería de 65 dólares por megavatio por hora (USD/MWh), frente a los 43 USD/MWh de Jirau en Rondonia (Brasil).
Por su parte, el precio de la energía producida por las represas de Chepete y El Bala será de 55,01 y 80,51 USD/MWh, respectivamente. En cambio, el precio promedio de la energía de Jirau y Santo Antonio (en Brasil) es de 52 USD/MWh, por debajo de los 55 USD/MWh que se espera de Chepete, que será el costo más bajo de las hidroeléctricas bolivianas.
Más llamativo aún es el caso de Rositas, ya que según la Fundación Solón (usando datos de Geodata y Eptisa), esta tendrá un costo de 74,33 USD/MWh. Más caro que la electricidad de las hidroeléctricas brasileñas, y también muy superior al promedio de compra de las generadoras eléctricas en Bolivia, que actualmente está en 39,81 USD/MWh.
“Estos cálculos muestran que Bolivia no tiene posibilidades de ser ‘imbatible’ en precios de energía, como prometió el gobierno” el año 2017, advierte Villegas. Y si no se tiene precios mucho menores que en los países que supuestamente serán el mercado de la electricidad boliviana, no se podrá competir y convertirse en el Corazón Energético de Sudamérica.
Además, es importante recalcar que este costo es solamente de generación de energía en estas megarepresas, y todavía no se ha incorporado el costo de otros factores necesarios tanto para la construcción de estas infraestructuras, como para el transporte de la electricidad producida.
Costo de la línea de transmisión y carreteras
Según la investigación de Villegas, las líneas de transmisión para la potencia que tendrá la represa de Chepete (3.250 MW) implicarán “una gran obra que puede ocupar una vía de 100 metros de ancho”.
Por su parte, el investigador del Instituto de Hidráulica e Hidrología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Jorge Molina, estima que el costo de dicha obra será superior al millón de dólares por kilómetro.
Pese a ello, en la información obtenida por Villegas, se le bajó el costo de las líneas de transmisión para el Chepete a 350.000 USD/km, por debajo del costo de la carretera de acceso (1.094.167,85 USD/km) y de la carretera de faena (851.019,44 USD/km). Estas obras tendrá un “gran impacto en el monto total de la obra y naturalmente en el costo de la energía”, agrega el experto del CEDIB.
Por otra parte, el investigador observa que en la documentación, el costo de las carreteras es más elevado que los precios referenciales de otras carreteras en condiciones similares (llanos del Beni).
Por ejemplo, en el caso del contrato con la OAS de Brasil para la construcción de la carretera por el TIPNIS, esta tenía un precio referencial de 654.489 USD/km, basado justamente en carreteras construidas en esa región (El Tinto, Roboré, El Carmen, San José, Arroyo Concepción, Paraíso, Trinidad).
Datos del Colegio del Colegio de Ingenieros Civiles de Cochabamba (2009) dan como promedio de estas carreteras los 654.489 USD/km, usados como referenciales para la carretera por el TIPNIS. Sin embargo, en los hechos el precio de esa carretera fue subiendo, llegando a más de 1.356.209 USD/km, superando el 100% del costo referencial. Así, la carretera que debía costar 199 millones de dólares se elevó a 436 millones.
En el caso del Chepete, Villegas afirma que el costo del camino de acceso está en alrededor de 1.094.000 de USD/km, cifra cercana a la del contrato con la OAS para el TIPNIS, y que la carretera de faena “está también por encima del precio referencial”.
Con todo esto, el investigador considera que “la baja del costo de la línea de trasmisión no es un intento de ahorro sino una táctica para un costo que subirá cuando la represa sea un hecho consumado; y la elevación del costo de las carreteras que aquí vemos posiblemente funcione como un precio de referencia. Esto podría significar una elevación por encima de los mil millones de dólares”.
Mundo: las represas cuestan más de lo presupuestado
Las represas suelen costar mucho más de lo proyectado. Así lo demuestra, por ejemplo, un estudio del World Comission on Dams (WCD, Comisión Mundial sobre Represas) del año 2000, basado en la revisión de varias bases de datos mayormente de los mismos entes financiadores correspondientes a diferentes épocas.
Para toda la muestra analizada, el estudio refleja un promedio ponderado de sobrecostos del 54%. Y para los estudios de caso el sobrecosto fue del 89%, cerca del doble de lo proyectado originalmente.
En tanto que la Red de Ríos Internacionales (IRN, una ONG ambientalista) es más pesimista y advierte de sobrecostos promedio de 247% para las megarepresas.
Por otra parte, un estudio conjunto llevado a cabo por Atif Ansarab, Bent Flyvbjergb, Alexander Budzierb y Daniel Lunnc –investigadores de diferentes departamentos de la Universidad de Oxford- y publicado en 2014, encontró “evidencia abrumadora de que los presupuestos de las grandes represas hidroeléctricas son sistemáticamente sesgados por debajo de los costos reales, excluyendo la inflación, servicio de deuda, además de los costos sociales y ambientales”, y que estos proyectos suelen en realidad costar el doble de lo proyectado.
Basado en una muestra de 245 grandes represas construidas entre 1934 y 2007 en 65 países de los cinco continentes, dicho estudio concluye que “en la mayoría de los países, las grandes hidroeléctricas serán demasiado costosas en términos absolutos y tardarán demasiado tiempo en generar resultados positivos ajustados al riesgo. Se aconseja a los responsables políticos, especialmente de los países en desarrollo, que opten por alternativas energéticas ágiles y que puedan ser construidas en horizontes de tiempo mucho menores que los megaproyectos energéticos”.
Hay más ejemplos. El ingeniero eléctrico especialista en sistemas de potencia y profesor de la Universidad Federal de Mato Grosso, Dorival Gonçalves Júnior, informó en 2013 que la represa de Jirau, cuyo costo previsto era 9.000 millones de reales, al momento de su inauguración llegó a 19.000 millones. La de Santo Antonio subió de 12.000 millones de reales a 20.000 millones.
Mientras que Cécile Lamarque, investigadora relacionada al Comité para la Anulación de la Deuda Ilegítima (CADTM), en una publicación de 2008 mostró que la gigantesca represa de Itaipú en Paraguay, pasó de costar de 2.000 millones de dólares estimados en el estudio de factibilidad, a 20.000 millones. El diario paraguayo ABC Color afirmó, según registros contables de la propia empresa, que el año 2023 -cuando se haga el último pago de la deuda contraída por Paraguay con Brasil- se habrá cancelado un total de 60.000 millones de dólares, gracias a los intereses.
De vuelta en Bolivia, Villegas advierte que la represa de Chepete podrá llegar a costar 40 mil millones de dólares, no muy lejos de Itaipú, incluyendo todos los rubros, incluso los financieros, según datos de Geodata a los que accedió el investigador.
De acuerdo a la experiencia internacional y la boliviana, donde normalmente los costos resultan mayores que los previstos, las inversiones en Chepete-Bala y en Rositas –última que ya ha subido en más del 50% hasta 1.500 millones de dólares-, y en otros megaproyectos, “podrían duplicarse sobrepasando fácilmente el PIB boliviano. Valga la aclaración que Rositas es parte de un conjunto de 8 represas en serie con una capacidad total similar al proyecto Chepete-Bala”, afirma.
Gran crecimiento de la deuda
En enero de 2017, el viceministro de Electricidad y Energías Alternativas, Joaquín Rodríguez, informó que el gobierno prevé invertir alrededor de 30.000 millones de dólares para generar más de 15.000 megavatios hasta 2025.
“El sector eléctrico del país, entre 2016 y 2025 prevé realizar inversiones de cerca de los 30.000 millones de dólares para generar aproximadamente 15.000 megavatios que serán destinados a la exportación y la consolidación del nuevo pilar de la economía boliviana”, informó mediante boletín institucional, citado en la agencia informativa del gobierno, ABI.
Del total, se invertirán 1.453 millones en termoelectricidad y 1.389 millones para renovables. Mientras que en hidroeléctricas se invertirán 26.359 millones de dólares.
Si se toma en cuenta solamente la deuda externa desembolsada hasta mayo de 2018, que alcanza los 9.575 millones de dólares, se está hablando de una la relación deuda/PIB del 25,9%, todavía saludable. Si se considera el total de deuda ya contratada hasta 2025, que asciende a 14.762 millones, la relación con el PIB es de alrededor del 40%, más cercana al límite recomendado del 50%.
Sin embargo, si se le agregan los más de 26 mil millones anunciados para hidroeléctricas, y suponiendo que el PIB boliviano al año 2025 alcanzaría los 47 mil millones de dólares (actualmente va por los 37.800 millones), la relación deuda/PIB sería de aproximadamente 87%, muy por encima de lo saludable y ya en niveles riesgosos. Aun si el PIB crece más, la deuda no será menor al 80%.
Pero para Villegas este cálculo es conservador, porque no toma en cuenta la deuda interna actual de 4,7 mil millones de dólares, ni el endeudamiento futuro por otros rubros aparte del Corazón Energético, como saneamiento básico, fortalecimiento institucional, multisectorial, entre otros. Y tampoco se toma en cuenta el anuncio del embajador de China en Bolivia que habló de otros 7 mil millones de dólares.
Deuda para Bolivia, beneficio para transnacionales
Si bien desde el gobierno se presenta las hidroeléctricas como un proyecto nacional, el experto ve que en realidad todo está engranado para favorecer intereses extranjeros.
El financiamiento es externo –los intereses benefician a los prestamistas-, las constructoras son transnacionales extranjeras (fundamentalmente chinas y españolas en el tema de hidroeléctricas y obras relacionadas), el mercado es externo (exportación), los equipos e insumos son importados, e incluso para las evaluaciones de impactos también se contrata a transnacionales del rubro.
Considerando que “los proyectos de las hidroeléctricas no son rentables”, lo que queda para Bolivia “es el impacto socioambiental y la deuda”, advierte el experto del CEDIB.
Y “por la forma en que se han planteado, está claro que el interés y la preocupación del gobierno no está en las ganancias por el negocio mismo de generación de electricidad, sino en el movimiento económico y financiero que generarán los desembolsos para su construcción”, sentencia.
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Según datos oficiales a los que pudo acceder Villegas, el costo de la energía de Cachuela Esperanza sería de 65 dólares por megavatio por hora (USD/MWh), frente a los 43 USD/MWh de Jirau en Rondonia (Brasil).
Por su parte, el precio de la energía producida por las represas de Chepete y El Bala será de 55,01 y 80,51 USD/MWh, respectivamente. En cambio, el precio promedio de la energía de Jirau y Santo Antonio (en Brasil) es de 52 USD/MWh, por debajo de los 55 USD/MWh que se espera de Chepete, que será el costo más bajo de las hidroeléctricas bolivianas.
Más llamativo aún es el caso de Rositas, ya que según la Fundación Solón (usando datos de Geodata y Eptisa), esta tendrá un costo de 74,33 USD/MWh. Más caro que la electricidad de las hidroeléctricas brasileñas, y también muy superior al promedio de compra de las generadoras eléctricas en Bolivia, que actualmente está en 39,81 USD/MWh.
“Estos cálculos muestran que Bolivia no tiene posibilidades de ser ‘imbatible’ en precios de energía, como prometió el gobierno” el año 2017, advierte Villegas. Y si no se tiene precios mucho menores que en los países que supuestamente serán el mercado de la electricidad boliviana, no se podrá competir y convertirse en el Corazón Energético de Sudamérica.
Además, es importante recalcar que este costo es solamente de generación de energía en estas megarepresas, y todavía no se ha incorporado el costo de otros factores necesarios tanto para la construcción de estas infraestructuras, como para el transporte de la electricidad producida.
Costo de la línea de transmisión y carreteras
Según la investigación de Villegas, las líneas de transmisión para la potencia que tendrá la represa de Chepete (3.250 MW) implicarán “una gran obra que puede ocupar una vía de 100 metros de ancho”.
Por su parte, el investigador del Instituto de Hidráulica e Hidrología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Jorge Molina, estima que el costo de dicha obra será superior al millón de dólares por kilómetro.
Pese a ello, en la información obtenida por Villegas, se le bajó el costo de las líneas de transmisión para el Chepete a 350.000 USD/km, por debajo del costo de la carretera de acceso (1.094.167,85 USD/km) y de la carretera de faena (851.019,44 USD/km). Estas obras tendrá un “gran impacto en el monto total de la obra y naturalmente en el costo de la energía”, agrega el experto del CEDIB.
Por otra parte, el investigador observa que en la documentación, el costo de las carreteras es más elevado que los precios referenciales de otras carreteras en condiciones similares (llanos del Beni).
Por ejemplo, en el caso del contrato con la OAS de Brasil para la construcción de la carretera por el TIPNIS, esta tenía un precio referencial de 654.489 USD/km, basado justamente en carreteras construidas en esa región (El Tinto, Roboré, El Carmen, San José, Arroyo Concepción, Paraíso, Trinidad).
Datos del Colegio del Colegio de Ingenieros Civiles de Cochabamba (2009) dan como promedio de estas carreteras los 654.489 USD/km, usados como referenciales para la carretera por el TIPNIS. Sin embargo, en los hechos el precio de esa carretera fue subiendo, llegando a más de 1.356.209 USD/km, superando el 100% del costo referencial. Así, la carretera que debía costar 199 millones de dólares se elevó a 436 millones.
En el caso del Chepete, Villegas afirma que el costo del camino de acceso está en alrededor de 1.094.000 de USD/km, cifra cercana a la del contrato con la OAS para el TIPNIS, y que la carretera de faena “está también por encima del precio referencial”.
Con todo esto, el investigador considera que “la baja del costo de la línea de trasmisión no es un intento de ahorro sino una táctica para un costo que subirá cuando la represa sea un hecho consumado; y la elevación del costo de las carreteras que aquí vemos posiblemente funcione como un precio de referencia. Esto podría significar una elevación por encima de los mil millones de dólares”.
Mundo: las represas cuestan más de lo presupuestado
Las represas suelen costar mucho más de lo proyectado. Así lo demuestra, por ejemplo, un estudio del World Comission on Dams (WCD, Comisión Mundial sobre Represas) del año 2000, basado en la revisión de varias bases de datos mayormente de los mismos entes financiadores correspondientes a diferentes épocas.
Para toda la muestra analizada, el estudio refleja un promedio ponderado de sobrecostos del 54%. Y para los estudios de caso el sobrecosto fue del 89%, cerca del doble de lo proyectado originalmente.
En tanto que la Red de Ríos Internacionales (IRN, una ONG ambientalista) es más pesimista y advierte de sobrecostos promedio de 247% para las megarepresas.
Por otra parte, un estudio conjunto llevado a cabo por Atif Ansarab, Bent Flyvbjergb, Alexander Budzierb y Daniel Lunnc –investigadores de diferentes departamentos de la Universidad de Oxford- y publicado en 2014, encontró “evidencia abrumadora de que los presupuestos de las grandes represas hidroeléctricas son sistemáticamente sesgados por debajo de los costos reales, excluyendo la inflación, servicio de deuda, además de los costos sociales y ambientales”, y que estos proyectos suelen en realidad costar el doble de lo proyectado.
Basado en una muestra de 245 grandes represas construidas entre 1934 y 2007 en 65 países de los cinco continentes, dicho estudio concluye que “en la mayoría de los países, las grandes hidroeléctricas serán demasiado costosas en términos absolutos y tardarán demasiado tiempo en generar resultados positivos ajustados al riesgo. Se aconseja a los responsables políticos, especialmente de los países en desarrollo, que opten por alternativas energéticas ágiles y que puedan ser construidas en horizontes de tiempo mucho menores que los megaproyectos energéticos”.
Hay más ejemplos. El ingeniero eléctrico especialista en sistemas de potencia y profesor de la Universidad Federal de Mato Grosso, Dorival Gonçalves Júnior, informó en 2013 que la represa de Jirau, cuyo costo previsto era 9.000 millones de reales, al momento de su inauguración llegó a 19.000 millones. La de Santo Antonio subió de 12.000 millones de reales a 20.000 millones.
Mientras que Cécile Lamarque, investigadora relacionada al Comité para la Anulación de la Deuda Ilegítima (CADTM), en una publicación de 2008 mostró que la gigantesca represa de Itaipú en Paraguay, pasó de costar de 2.000 millones de dólares estimados en el estudio de factibilidad, a 20.000 millones. El diario paraguayo ABC Color afirmó, según registros contables de la propia empresa, que el año 2023 -cuando se haga el último pago de la deuda contraída por Paraguay con Brasil- se habrá cancelado un total de 60.000 millones de dólares, gracias a los intereses.
De vuelta en Bolivia, Villegas advierte que la represa de Chepete podrá llegar a costar 40 mil millones de dólares, no muy lejos de Itaipú, incluyendo todos los rubros, incluso los financieros, según datos de Geodata a los que accedió el investigador.
De acuerdo a la experiencia internacional y la boliviana, donde normalmente los costos resultan mayores que los previstos, las inversiones en Chepete-Bala y en Rositas –última que ya ha subido en más del 50% hasta 1.500 millones de dólares-, y en otros megaproyectos, “podrían duplicarse sobrepasando fácilmente el PIB boliviano. Valga la aclaración que Rositas es parte de un conjunto de 8 represas en serie con una capacidad total similar al proyecto Chepete-Bala”, afirma.
Gran crecimiento de la deuda
En enero de 2017, el viceministro de Electricidad y Energías Alternativas, Joaquín Rodríguez, informó que el gobierno prevé invertir alrededor de 30.000 millones de dólares para generar más de 15.000 megavatios hasta 2025.
“El sector eléctrico del país, entre 2016 y 2025 prevé realizar inversiones de cerca de los 30.000 millones de dólares para generar aproximadamente 15.000 megavatios que serán destinados a la exportación y la consolidación del nuevo pilar de la economía boliviana”, informó mediante boletín institucional, citado en la agencia informativa del gobierno, ABI.
Del total, se invertirán 1.453 millones en termoelectricidad y 1.389 millones para renovables. Mientras que en hidroeléctricas se invertirán 26.359 millones de dólares.
Si se toma en cuenta solamente la deuda externa desembolsada hasta mayo de 2018, que alcanza los 9.575 millones de dólares, se está hablando de una la relación deuda/PIB del 25,9%, todavía saludable. Si se considera el total de deuda ya contratada hasta 2025, que asciende a 14.762 millones, la relación con el PIB es de alrededor del 40%, más cercana al límite recomendado del 50%.
Sin embargo, si se le agregan los más de 26 mil millones anunciados para hidroeléctricas, y suponiendo que el PIB boliviano al año 2025 alcanzaría los 47 mil millones de dólares (actualmente va por los 37.800 millones), la relación deuda/PIB sería de aproximadamente 87%, muy por encima de lo saludable y ya en niveles riesgosos. Aun si el PIB crece más, la deuda no será menor al 80%.
Pero para Villegas este cálculo es conservador, porque no toma en cuenta la deuda interna actual de 4,7 mil millones de dólares, ni el endeudamiento futuro por otros rubros aparte del Corazón Energético, como saneamiento básico, fortalecimiento institucional, multisectorial, entre otros. Y tampoco se toma en cuenta el anuncio del embajador de China en Bolivia que habló de otros 7 mil millones de dólares.
Deuda para Bolivia, beneficio para transnacionales
Si bien desde el gobierno se presenta las hidroeléctricas como un proyecto nacional, el experto ve que en realidad todo está engranado para favorecer intereses extranjeros.
El financiamiento es externo –los intereses benefician a los prestamistas-, las constructoras son transnacionales extranjeras (fundamentalmente chinas y españolas en el tema de hidroeléctricas y obras relacionadas), el mercado es externo (exportación), los equipos e insumos son importados, e incluso para las evaluaciones de impactos también se contrata a transnacionales del rubro.
Considerando que “los proyectos de las hidroeléctricas no son rentables”, lo que queda para Bolivia “es el impacto socioambiental y la deuda”, advierte el experto del CEDIB.
Y “por la forma en que se han planteado, está claro que el interés y la preocupación del gobierno no está en las ganancias por el negocio mismo de generación de electricidad, sino en el movimiento económico y financiero que generarán los desembolsos para su construcción”, sentencia.
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