Libros de la Biblia Hageo
Autor: Hageo Tema: Reconstrucción del templo Fecha: 520 a.C. Lugar: Judá Hageo, Zacarías y Malaquías son los tres profetas que predican a los judíos que han regresado después de 70 años de estar en el exilio. Antes del exilio se les exhortaba que dejasen la idolatría, pero a su...



Autor: Hageo
Tema: Reconstrucción del templo
Fecha: 520 a.C.
Lugar: Judá
Hageo, Zacarías y Malaquías son los tres profetas que predican a los judíos que han regresado después de 70 años de estar en el exilio. Antes del exilio se les exhortaba que dejasen la idolatría, pero a su retorno ya no tienen este mal. El decreto del rey Ciro permite a los judíos regresar y reedificar el templo de Jerusalén, pues quedó inconcluso luego de que el remanente pusiera los cimientos (Esdras 3:1-3, 8-10), pero desde el 535 al 520 quedó truncado por la oposición de los vecinos.
En los años siguientes, en vez de dedicarse a la obra de Dios, los judíos se dedicaron a sus asuntos privados con indiferencia y egoísmo, usando el dinero para vivir cómodamente (1:4-9). Como castigo, Dios permitió que sus cosechas mermaran; la sequía y la falta de trabajo se originaron por la negligencia de no construir el templo: “Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos” (1:10).
Capítulo 1.- En el año segundo del rey Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” (v.4).
Los líderes y el pueblo tomaron muy en serio el mensaje de Hageo y temieron a Jehová, y empezaron a trabajar el nuevo templo y lo terminaron 4 años más tarde, aunque Hageo no vivió para verlo.
Capítulo 2.- “En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:” (v.1) “¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?” (v.3).
Al mes de comenzar la reconstrucción del templo, las personas, sobre todo los ancianos, no estaban conformes, pues no tenía la gloria del primer templo, pero Jehová los anima a perseverar: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos” (v.9).
2:10-19
El tercer discurso de Hageo en 520 a.C. hace una comparación ritual (2:10-14). El profeta demostró que el templo abandonado era como un insulto a Dios, de modo que la adoración y las ofrendas de ellos resultaban inútiles. El mensaje es que, si un sacrificio santo puede corromperse, también una ofrenda a Dios puede ser inaceptable si se descuida el templo.
2:20-30
El último discurso es profético:
“…Yo haré temblar los cielos y la tierra; y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano” (2:21-22).
Esta profecía está todavía sin cumplir: el temblor de los cielos y la tierra, y la destrucción de los reinos de las naciones se refieren a la tribulación futura, y el temblor destruirá el trono de los reinos a fin de que pueda establecerse el reino del Mesías.
Este libro nos da lecciones para aplicar en nuestras vidas: Primero debemos buscar la voluntad de Dios. Debemos cuidar cuáles son nuestras prioridades, ¿nosotros mismos, lo que poseemos, nuestra prosperidad, o nuestra relación con Dios, nuestra iglesia y sus ministerios?
“Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos” (1:5).
Tema: Reconstrucción del templo
Fecha: 520 a.C.
Lugar: Judá
Hageo, Zacarías y Malaquías son los tres profetas que predican a los judíos que han regresado después de 70 años de estar en el exilio. Antes del exilio se les exhortaba que dejasen la idolatría, pero a su retorno ya no tienen este mal. El decreto del rey Ciro permite a los judíos regresar y reedificar el templo de Jerusalén, pues quedó inconcluso luego de que el remanente pusiera los cimientos (Esdras 3:1-3, 8-10), pero desde el 535 al 520 quedó truncado por la oposición de los vecinos.
En los años siguientes, en vez de dedicarse a la obra de Dios, los judíos se dedicaron a sus asuntos privados con indiferencia y egoísmo, usando el dinero para vivir cómodamente (1:4-9). Como castigo, Dios permitió que sus cosechas mermaran; la sequía y la falta de trabajo se originaron por la negligencia de no construir el templo: “Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos” (1:10).
Capítulo 1.- En el año segundo del rey Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” (v.4).
Los líderes y el pueblo tomaron muy en serio el mensaje de Hageo y temieron a Jehová, y empezaron a trabajar el nuevo templo y lo terminaron 4 años más tarde, aunque Hageo no vivió para verlo.
Capítulo 2.- “En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:” (v.1) “¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?” (v.3).
Al mes de comenzar la reconstrucción del templo, las personas, sobre todo los ancianos, no estaban conformes, pues no tenía la gloria del primer templo, pero Jehová los anima a perseverar: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos” (v.9).
2:10-19
El tercer discurso de Hageo en 520 a.C. hace una comparación ritual (2:10-14). El profeta demostró que el templo abandonado era como un insulto a Dios, de modo que la adoración y las ofrendas de ellos resultaban inútiles. El mensaje es que, si un sacrificio santo puede corromperse, también una ofrenda a Dios puede ser inaceptable si se descuida el templo.
2:20-30
El último discurso es profético:
“…Yo haré temblar los cielos y la tierra; y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano” (2:21-22).
Esta profecía está todavía sin cumplir: el temblor de los cielos y la tierra, y la destrucción de los reinos de las naciones se refieren a la tribulación futura, y el temblor destruirá el trono de los reinos a fin de que pueda establecerse el reino del Mesías.
Este libro nos da lecciones para aplicar en nuestras vidas: Primero debemos buscar la voluntad de Dios. Debemos cuidar cuáles son nuestras prioridades, ¿nosotros mismos, lo que poseemos, nuestra prosperidad, o nuestra relación con Dios, nuestra iglesia y sus ministerios?
“Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos” (1:5).