Montes y Torres, condenados a entenderse
El alcalde y el gobernador representan una generación política tarijeña sin mucho margen para la discusion
Óscar Montes y Johnny Torres son dos políticos de largo recorrido en Tarija que de una u otra forma han logrado trascender en el espacio nacional sin hacer nada especial para lograrlo. A veces sin pretenderlo.
Johnny Torres vuelve a ser el jefe nacional del MNR, pero esta vez lo consigue siendo el emenerrista de carnet con mayor poder institucional luego de haber conquistado la alcaldía de Tarija jugando manos de riesgo y recomponiendo una agrupación rota en mil pedazos.
También Óscar Montes se ha revelado como un hábil superviviente en el espacio nacional donde estos días ha reaparecido como vocero sólido de las demandas de los gobernadores, y donde ha jugado sus cartas de forma más o menos discreta desde que empezó su carrera en 1999.
En 2019 jugaron sus cartas regular. Torres creyó en la euforia de Virginio Lema y le prestó la sigla para su aventura en solitario (0,69% de los votos) que podía haber acabado muy mal si la elección no se hubiera anulado. Montes se quedó del lado de los Demócratas luego de que Costas y Ortiz se la jugaran a Doria Medina sacándolo del binomio presidencial. Sostuvo el acuerdo sin mucho entusiasmo hasta el final y le fu como a ellos: mal, pero por aquellas cosas del destino su alfil en La Paz, Víctor Hugo Zamora, acabó como ministro de Hidrocarburos de Jeanine Áñez. Zamora creció y logró que Montes se sumara a la alianza partidaria que la presidenta impulsó a los tres meses de iniciar su “gobierno transitorio”, pero supo dar un paso al costado a tiempo, cuando Áñez bajó su candidatura, Montes ya había recuperado UNIR y apartado a Zamora (que sigue en el exilio) de su lado.
La de 2020 Torres la jugó a su manera y prefirió no acercase antes de sufrir más agravios a la sigla, algo que parece haberse hecho costumbre. La última gran jugada coordinada entre Montes y Torres, con Tuto como invitado de excepción, fue aquella candidatura exprés de 2014 que materializó el “entronque histórico” del que hablaba Jaime Paz: MNR – MIR con Tuto (último aliado de Bánzer) y que se quedó en el 9% a nivel nacional, 19% en Tarija, pero que fue sobre todo un palo para Samuel Doria Medina. Torres y Doria Medina habían construido durante meses el “Frente Único” con el que se quería crear una alternativa real en un momento en el que el MAS era especialmente poderoso, sin embargo, Doria Medina rompió aquel acuerdo y se echó en brazos de Costas formando Unidad Demócrata, que acabó como acabó.
Aquella herida está más o menos cerrada. Tanto Montes como Torres han colaborado después con Doria Medina y han aceptado su “patrocinio electoral” a cambio de algunos cargos y cierta visibilidad, de ahí a que ambos se sumen a una alianza que lidere el empresario hay un trecho.
Torres se ha sentado en la mesa de negociación privada de Carlos Mesa, pero aquello aún genera más anticuerpos. La vieja guardia gonista del MNR no perdona la “traición” de Carlos Mesa y Torres se ha pronunciado varias veces al respecto, también Montes. Además, de momento sigue pesando el factor Rodrigo Paz, que formalmente sigue siendo parte de la alianza de Mesa, un activo tóxico para cualquiera que tenga expectativas en Tarija. Es posible que Paz busque otros aires pues reclama más protagonismo, pero por el momento es el socio preferente del expresidente, no muy afín a aventuras.
Torres y Montes también conocen por demás a Manfred Reyes Villa, que ya parece haberse quitado la careta. Las afinidades más allá de las formas son pocas, pero a los tres les ha perseguido el mismo estigma desde siempre. Torres es hoy el presidente de la Asociación de Municipios de Bolivia (AMB) que también anhelaba el alcalde de Cochabamba, pero que acabó cediendo en las negociaciones capitaneadas por Alfonso Lema. Todo por ver.
Lo cierto es que Montes y Torres son tal vez los últimos representantes de una generación política de Tarija que ha participado de las principales transformaciones políticas de este país, con sus éxitos y borrones. Tarija es el 5% de la población nacional que además se divide casi por mitad entre sus afinidades oficialistas y opositoras, por lo que contribuir a la dispersión del voto no augura nada bueno para el departamento. Todo también por ver.