Eva Copa se queda sola
La distancia generacional también le está permitiendo alejarse del conflicto entre evistas y arcistas y ganar opciones de cara a un relevo de fondo en un Movimiento Al Socialismo más urbano
La alcaldesa de El Alto se acerca a su momento de la verdad. Desde 1985 han pasado por el poder 22 alcaldes, una buena parte fue destituido, otra buena parte renunció para saltar a otras cotas. En los últimos 30 años solo Pepelucho Paredes fue reelecto en 2004, aunque renunció unos meses después para presentarse a la primera elección directa de Prefectos. La ciudad totémica del MAS, solo ha estado gestionada directamente por un alcalde de esa sigla, Edgar Patana, durante una legislatura, de 2010 a 2015.
Eva Copa era una senadora avalada por la UPEA para ocupar un rol más o menos secundario dentro de la Asamblea Plurinacional de las mayorías, pero la caída de Evo Morales le dio una oportunidad única.
Copa fue de las que “desobedeció” aquella orden de Evo Morales, todavía inexplicada, pero confirmada, pidiendo la renuncia de todos sus asambleístas. El desconcierto duró unas cinco horas en aquel 10 de noviembre en el que los nombres de ministros, diputados y hasta concejales cursaban sus cartas de dimisión mientras Morales se iba hacia el Trópico para no volver. En algún momento los que se quedaron decidieron no perder el puesto de trabajo y seguir defendiendo el proyecto del MAS IPSP fuera lo que fuera a pasar.
Con la contraorden, todos los que no habían emitido su criterio ante las cámaras de televisión o remitido su renuncia a los periódicos digitales se desdijeron y el MAS siguió teniendo la mayoría suficiente para controlar las cámaras. Eva Copa se convirtió así en la segunda autoridad del Estado ante la falta de Vicepresidente en el enroque de Áñez, y aunque nunca accedió al bastón de mando por motivos evidentes, jugó un rol fundamental en la transición primero, en la viabilización de elecciones después y en la salvación de la sigla del MAS ya en medio de la pandemia y la espiral destructiva en la que se había embarcado el gobierno transitorio bajo la dirección de Yerko Núñez, Arturo Murillo y Erik Foronda.
Nada de esto le pareció bien a Evo Morales y su guardia pretoriana que no perdonaron a quienes les desobedecieron primero y no atendieron sus instrucciones después. Eva Copa, que durante todo el 2020 evitó la confrontación aún cuando reconoció que no hablaba con el jefe del partido, sí fue a recibirle a Chimoré y se sentó con la plana mayor del partido en el escenario, aunque para entonces ya estaba sentenciada.
Copa había mostrado su voluntad de ser candidata a la alcaldía de El Alto, pero Morales anunció sin consenso que el representante del MAS sería Zacarías Maquera, que ya había sido alcalde de transición tras Edgar Patana. La victoria de Copa, que buscó su propia agrupación, fue arrolladora.
Por esa raíz hombruna de la política boliviana, nunca se le ha dado el crédito suficiente. Ni sobre su papel en la transición ni por su victoria en El Alto. Siempre se le ha presentado como el “títere” de alguien o, en el mejor de los casos, como alguien bajo la influencia de x. Ni siquiera cuando botó a Eduardo del Castillo, frenó a los ministros más avasalladores o cuando ha enfrentado las primeras movilizaciones con evidente matiz político en El Alto se le ha dado credibilidad.
Primero “era” una ficha de Choquehuanca, luego una “infiltrada” de Murillo y ahora, una aliada de Luis Arce, a quien ciertamente ha defendido, pero a la vez, ha criticado en asuntos como el Pacto Fiscal y otros.
La cuestión es que no solo ha sobrevivido a las arremetidas iniciales del MAS que le era hostil, sino que se ha asentado en la ciudad de El Alto beneficiada precisamente por la pelea entre arcistas y evistas, pues simboliza perfectamente el cambio generacional. La gestión, por el momento y más allá de lo complicado que es gestionar esa ciudad con millones de micro intereses sectoriales, la está solventando sin aspavientos.
Los analistas de ámbito nacional señalan que es normal que en esta fase de la gestión Copa se haya concentrado en lo local y haya perdido vigencia, pero que el recuerdo dejado entre militantes del MAS del resto del país y esa porción de clase media que finalmente decanta las victorias es bueno. Además, el contexto le favorece: está fuera de la pelea de una generación antigua ajena a los problemas del país, que van a tener un fuerte componente urbano y que los pondrá sobre la mesa el próximo censo.
También va a ser la única mujer que bascule con peso propio dentro de las apuestas para las próximas candidaturas, y estos asuntos culturales cada vez pesan más. De hecho, Eva Copa es la única mujer medida en el Delphi de la FES y en casi todas las casas encuestadoras.
¿Veremos a Eva Copa en un ticket presidencial? Veremos