Rumbo al 18-O
El maldito 30% de indecisos
Los partidos afinan sus estrategias para tratar de captar el voto indeciso, sin que esto suponga perder su base electoral. El voto útil, el voto emocional, el voto venganza, el voto antisistema y demás convergen en una estrecha línea estratégica



Quedan dos semanas para la cita electoral en Bolivia, y de momento, las encuestas, siguen presentando un escenario similar al que presentaban en 2019: El MAS cerca de ganar en primera vuelta, para lo que se necesita superar el 50% o el 40% metiendo diez puntos de distancia con el siguiente; Comunidad Ciudadana con alguna opción cierta de evitarlo; un tercero en carrera muy animado por su progresión ascendente, aunque lenta, que representa esta vez Luis Fernando Camacho con Creemos; y cuatro “enanos” electorales, dos con nombre: Chi Hyun Chung y Tuto Quiroga, y dos con menos Mamani de Pan Bol y María Bayá de ADN.
En lo que más se parecen, en cualquier caso, es en reportar entre un 25 y un 30% de indecisos que acaban por falsear cualquier resultado. Para evitarlo, ya desde la anterior campaña el Tribunal Supremo Electoral obliga a publicar las proyecciones sobre voto válido, precisamente para acercarse a la realidad. Habitualmente, un 12% del padrón no participa en las elecciones, sea quedándose en casa o votando blanco o nulo, cuyo porcentaje no suele pasar del 3%. En ese sentido, las encuestas todavía se guardan un margen grande para definir o justificar errores, aunque lo cierto es que los errores no son tan grandes al final de cuentas.
El amplio margen de indecisos permite a cada partido interpretar las encuestas a su antojo, y trazar a partir de ahí una estrategia para seguir creciendo, que normalmente se dirige hacia esos indecisos, aunque también a restar votos al inmediato antecesor.
A falta de que los debates de este fin de semana generen algún tipo de efecto en la opinión pública y por ende, en las encuestas, todos los partidos parecen tener definidos sus objetivos y por tanto, la estrategia para alcanzarlos.
El rodillo del voto útil de CC
Quién más claro tiene su papel es Carlos Mesa y Comunidad Ciudadana: nada de emoción ni de improvisación, una campaña cerebral y consciente, un mensaje: derrotar al MAS, y una apariencia de solvencia ejecutiva – que sufre cuando se rasca en el pasado – ya le sirvieron en 2019 para acercarse a la segunda vuelta y desencadenar las protestas de fraude que acabaron con Morales huyendo hacia México tras la intimación militar y social a dejar el cargo.
Mesa rondaba en 2019 el 25% en las encuestas y acabó cerca del 35%, que sigue siendo una cifra muy lejana del 50%. En la actualidad tiene una base mayor, cercana al 30% según la encuestadora, pero sigue siendo resistido por el bloque opositor radical que nunca se acercó al MAS y que ronda el 25% del país.
Nadie espera sorpresas de Carlos Mesa, ninguna propuesta contra natura, ninguna oferta descabellada, ninguna alianza. Ni siquiera un poco más de amabilidad. Hasta el momento le ha funcionado.
La sonrisa de Camacho
Creemos, de Luis Fernando Camacho, apuesta por todo lo contrario que Carlos Mesa: dejar de lado cualquier razonamiento lógico y apostar por lo nuevo y desconocido, que esencialmente lo representa él.
Muchos analistas coinciden en augurar una declinación de Camacho de última hora con un mensaje muy épico que le abra las puertas de la Gobernación de Santa Cruz como institución vigilante del poder central de La Paz. Él, sin embargo, mantiene firme su posición de no declinar bajo ningún concepto, apelando a lo místico y divino recordando lo sucedido en octubre y noviembre, obviando, claro, el motín policial y otros detalles que hicieron que Morales sí dejara la Presidencia.
Camacho es consciente de que su electorado principal es el joven, y a ellos dirige sus intervenciones sin demasiada teoría. También ha aprendido de Chi Hyun Chung, que entró a la batalla en 2019 con una sola arma: ser el diferente. El cruceño las juega ahora de forma similar, añadiendo los condimentos próvida que tanto le ayudaron al coreano en la campaña anterior.
La complejidad de Arce
Como nadie quiere víctimas, Arce Catacora ha organizado una campaña del MAS muy festivalera basada en el “Vamos a volver” desde el optimismo y no desde la revancha, algo que en realidad anida como preocupación en el núcleo de votantes indecisos. Es el hilo principal de la campaña, incluso se ha construido un perfil amable, de cantor bohemio y cercano a la gente que no mostró cuando era Ministro de Economía.
Y es que la campaña del MAS es la que mayor complejidad tiene, porque por un lado debe retener a las bases más enfervorecidas, que sí quieren venganza, y por otro lado, tratar de conquistar a la clase media que en algún momento le dio la confianza y que con el paso de los años se fue retirando con normalidad democrática.
Conciliar es difícil, sobre todo cuando se mueve tan al límite: para darle votos a Camacho quitándoselos a Mesa hay que mostrar el ala radical del partido, pero resta del anterior planteamiento centrado en la clase media que se alejó del MAS, pero que ha sufrido la transición en carne propia.
En cualquier caso, lo primero que debe evitar el MAS es que Camacho se retire.
Los financiadores de Chi, Tuto y demás
Compiten también dos políticos de los que no dejan indiferentes a casi nadie. El millonario pastor evangélico Chi Hyun Chung y el ex presidente locuaz Tuto Quiroga. Chi quiere el voto antisistema, el cristiano y el que no quiere votar al MAS, pero entiende la política como una religión. Tuto quiere el de Mesa y el de Camacho, porque es un político que habla del liberalismo económico y ya está.
Además, Pan Bol y ADN, que apenas manejan profesionalmente un par de cuentas de twitter, también compiten por un espacio.
Ninguno de los citados apela al voto útil, pero sí al del hartazgo. Romper el sistema después de dos años de crisis política siempre es una opción. Y ahí aguardan.