Rumbo al 18-O
Un MAS sin Evo
Los escándalos cercan al expresidente, que nunca quiso renunciar al poder ni al control de la estructura. Sin respuesta específica al asunto, los movimientos sociales analizan la forma de reponerse más allá de la campaña electoral



En 2016 el MAS tuvo la oportunidad de reformularse. Acababa de perder el referéndum constitucional en el que se pedía de forma excepcional una prórroga para el mandato de Evo Morales y su sempiterno compañero de fórmula, Álvaro García Linera, en medio, por cierto, de otro escándalo, el caso Gabriela Zapata, que tenía mucho que ver con las adjudicaciones irregulares a empresas chinas pero que acabó incidiendo por los ribetes sexuales y novelescos que se develaron.
No lo hizo. El MAS enterró el caso Zapata en su poderoso aparato gubernamental y rápidamente se puso en campaña para abrir otras fórmulas que insistieran en la reelección del mismo líder, que para 2019 llevaría 14 años en el poder. Solo un sector muy poco relevante dentro de la estructura orgánica planteó el relevo del binomio atendiendo al resultado electoral, pero la simple posibilidad de buscar el relevo de Morales abrió tales pugnas internas que rápidamente se desestimó la posibilidad.
Un grupo pequeño de analistas, estrategas y colaboradores no tan cercanos sospechaban que insistir en Evo Morales hasta el final tenía que ver con salvaguardar la cohesión interna del partido y del Gobierno para no deshilacharse en guerras de poder y corrupción, pero que llegado el momento, daría un paso al costado y apadrinaría un nuevo binomio que le garantizara un retiro exitoso y con el respaldo popular suficiente como para evitar un “caso Correa” o similar.
El Movimiento Al Socialismo (MAS), Instrumento Político para la Soberanía Popular, tuvo la oportunidad de una transición exitosa porque los picos de aprobación de la gestión seguían siendo altos, los puntajes de sus adversarios, bajos y las críticas se centraban, particularmente, en la continuidad de Evo por encima de la voluntad popular reflejada en referéndum.
Solo en Brasil, con el traspaso Lula – Dilma, la cosa salió bien. En Argentina Cristina Fernández prefirió dejar la candidatura a un seguro perder como Scioli para volver con más fuerza; en Ecuador Correa, que ganó la segunda vuelta para Lenín Moreno, fue traicionado; en Venezuela Maduro no pudo capitalizar el poder heredado; etc. En Bolivia Evo Morales ni lo intentó.
Los excesos
Después del referéndum, solo el grupo de fervientes seguidores de Morales se mantuvo fijo en el núcleo duro. Ni siquiera David Choquehuanca. La estrategia la capitaneaba el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, con sus meses sabáticos en Cuba incluidos, supervisada por Álvaro García Linera, y acompañada por el ministro de Gobierno, Carlos Romero. En la recta final entraron a la primera línea de nuevo el ministro de Economía, ya recuperado, Luis Arce Catacora y el ministro de Justicia, Héctor Arce Zaconeta.
Con ese equipo el Gobierno abordó el complejo escenario de representar a Morales con un fallo del Tribunal Constitucional interpretando el Pacto de San José y la reelección de Morales como derecho humano para pasar por unas Primarias sui géneris y una elección en la que solo valía la victoria en primera vuelta.
La rocambolesca historia del aún presunto estupro cometido por Evo Morales coincide con esa etapa de empecinamiento con el poder, donde se cultivó la hegemonía de un líder infalible que, señalan desde entornos próximos al núcleo palaciego, acabó endiosando a Morales.
Hay pocas dudas de que la información se ha obtenido de forma irregular, y que fue puesta por el Ministerio de Gobierno en manos del director de OKDiario, Eduardo Inda, que encargó el tema a uno de sus mejores estiletes: Alejandro Entrambasguas, que además se pasea por el país dando clases de “investigación periodística” y “ética”.
Fuentes jurídicas reconocen que probar el estupro es prácticamente imposible si la víctima no colabora, salvo que en el contenido del celular incautado por la Policía haya otras imágenes más explícitas que las que se han difundido hasta ahora. En cualquier caso, reconocen propios y extraños, la difusión del material no busca tanto la sanción penal de Morales como la social y moral a nivel internacional, algo que por el momento va logrando ante la inacción del propio Morales.
¿Reconstrucción?
Los analistas coinciden en que tanto las movilizaciones de agosto como el escándalo del estupro van a por lo menos frenar el crecimiento que las encuestas empezaban a registrar en el partido azul y que se correspondía con ex votantes urbanos que en 2019 castigaron los excesos y el abuso del poder pero que no están a gusto con el cambio.
En las movilizaciones de agosto, los movimientos sociales libraron el pulso con el MAS orgánico, y aunque acabaron plegados a su mandato, exhibieron cierto músculo a tener en cuenta. Los siguientes pasos del partido, que no es otra cosa que sus organizaciones, parecen claves para buscar su supervivencia en el corto, en el mediano o en el largo plazo. O en ninguno.