Los problemas de la gestión
El Gobierno de las redes
La presidenta Jeanine Áñez ha reconocido la influencia de las redes sociales en sus decisiones, sin embargo, su entorno sigue impulsando decisiones controvertidas. Hace semanas que la Presidenta no se manifiesta en vivo



De las primeras fue aquello de que “no podían volver a gobernar los salvajes” y luego dijo lo de que “todo el mundo ha visto un video mío (…) que no soy yo”. Sus dos grandes intervenciones tuvieron lugar el 22 de enero, cuando hizo aquel discurso por el día del Estado Plurinacional muy calculado en el que claramente partió aguas con su misión de transición y dos días después, en el hotel Plaza, cuando presentó su candidatura con la alianza Juntos. No llegaba a emocionar, pero servía.
Luego llegó la pandemia y su primera intervención en vivo generó más dudas que certezas. Sus colaboradores más cercanos optaron por lo fácil: el video.
Áñez y los suyos, pero sobre todo Áñez, han reconocido la influencia de las redes sociales en sus procesos de toma de decisiones, un sistema que no deja de sorprender en un país como Bolivia. El método, dicen los estudiosos de la comunicación política, se divide en tres fases: Un anuncio de la Presidenta, normalmente en redes; una explicación del Ministro de Gobierno, Yerko Núñez, cada vez más colmado y finalmente, un decreto. Muchas veces del anuncio al decreto se identifican cambios, otras veces, la propia efervescencia de las redes ha obligado a quemar etapas rápidamente.
¿Puede un Gobierno que vive de las redes buscarse un enemigo tan potente y creativo como los artistas bolivianos, todos supervivientes por definición, sin haber calculado antes las consecuencias?
La más nefasta para el país fue precisamente la que convirtió la media cuarentena en cuarentena completa en marzo, cuando apenas había 27 casos registrados en el país, y después estado de emergencia sanitaria. Pasó apenas una semana entre uno y otro. Hoy, los analistas señalan que tuvieron más que ver los mensajes en redes que pedían un cierre total del país y advertían el desastre que cualquier plan de contingencia gradual que implementara medidas médicas de contención y medidas económicas que permitieran sobrellevar una cuarentena rígida como la decretada cuando en la mitad de departamentos ni siquiera había casos positivos.
Áñez creó un bono de 500 bolivianos para escolares de colegios fiscales y las redes ardieron. Luego lo convirtió en universal. Y luego incluyó a las escuelas privadas en el bono escolar cargándose cualquier política de equidad. Que era innecesario se evidenció después, cuando pidió que los “ricos” cobraran el bono después que los demás.
La influencia de las redes es, sin embargo, selectiva. Áñez señaló que se enteró del caso de los respiradores por las redes sociales, y para paliarlo ofreció difundir la información de las contrataciones por las redes sociales. Ni siquiera una web de acceso estático.
En las redes, sobre todo en tuiter, hay lovers y haters. El caso de la cuarentena tenía unos y otros, pero pesaron los haters y Áñez decidió levantar la cuarentena, tirándole el muertito a alcaldes y gobernadores.
Antes había promulgado un decreto que amenazaba con procesos penales a quien publicara “información que generara incertidumbre”, así textual, pero las redes acabaron por tumbarlo. Ahí estaba Yerko Núñez para explicarlo.
Antes también habían inventado lo de los vuelos solidarios para tapar lo de los vuelos escandalosos de la FAB trayendo y llevando amigos a eventos varios y cumpleaños. Hasta hoy nadie explica por qué Áñez si pudo violar la cuarentena para celebrar el cumpleaños de su hijita y el Tata Quispe – el único que entendía las redes en ese Gobierno – acabó expulsado con escarnio y con show de retorno, como si de limosnero se tratara.
El Gobierno y Bolivia TV defendió los respiradores a capa y espada seis días, al séptimo Áñez dijo “caiga quien caiga”. Ha pedido perdón como cuatro veces en cuatro videos distintos y ha comprometido acciones “durísimas” y transparencia total. De momento parece que no se compra nada para la pandemia.
En el último decreto borra el estado de emergencia, y lo que parece una frase testimonial se convierte en pago de créditos, servicios, posibilidades de desahucios y también de despidos. El propio Gobierno, y concretamente la propia Áñez, anunció unos cuantos de ellos en el enésimo videíto y Núñez no subo como aclararlo un rato después, pues quiso reiterar que el despido estaba prohibido, pero no para ellos.
El video del jueves fue el más desafortunado de la serie, pues no solo llegaba cuando medio país se pregunta dónde está la Presidenta, sino que acabó por calificar como absurdos a los artistas y deportistas, o sus Ministerios, y anunciar con mucho bombo un minúsculo ahorro económico después de siete meses de haber gozado precisamente de esas dádivas.
¿Puede un Gobierno que vive de las redes buscarse un enemigo tan potente y creativo como los artistas bolivianos, todos supervivientes por definición, sin haber calculado antes las consecuencias? ¿Para qué otras decisiones le imposibilita esto? ¿Quién está apuntando a Murillo?