¿Por qué el Ministro Sánchez sigue siendo Ministro?
Es verdad que al presidente Evo Morales no le gusta cambiar de Ministros en cualquier momento, y peor si el Ministro aspirante al reemplazo se envuelve de polémica. En esos casos, el Presidente prefiere resistir hasta que, en una tregua, se deshace de la rémora justo cuando el señalado creía...
Es verdad que al presidente Evo Morales no le gusta cambiar de Ministros en cualquier momento, y peor si el Ministro aspirante al reemplazo se envuelve de polémica. En esos casos, el Presidente prefiere resistir hasta que, en una tregua, se deshace de la rémora justo cuando el señalado creía que había superado la crisis. Es una estrategia bien patriarcal aplicada desde tiempos inmemoriales y que el Presidente aplica con disciplina sindical, reforzando su posición interna (leal de temer) pero dejando en entredicho la posición pública (ocultador).
El Ministro Luis Alberto Sánchez es uno de los que más tiempo ha durado en la cartera de Hidrocarburos. Asumió como Ministro con la posesión del nuevo gabinete del tercer mandato de Morales, en 2015, luego de una fulgurante carrera de quince años en YPFB que lo llevaron hasta la cima. Experto en ganar pulsos de poder en el seno de la estatal, donde llegó a ser Vicepresidente de contratos, nadie se acaba de explicar cómo llegó ahí sin tener una convicción ideológica definida más allá de su origen clasemediero en una sociedad como la tarijeña.
La falta de formación política le impide diferenciar – dicen sus críticos más condescendientes – entre las buenas noticias y las malas noticias. Su formación en marketing empresarial le empuja a convertir en impacto mediático cualquier decisión de rutina. La combinación de ambas ha acabado minando su credibilidad.
En lo político, Sánchez se ha convertido en el gran padrino del grupo de los basquetbolistas con los que jugaba de joven, un grupo formado por familias de la “élite” tarijeña – Canedo, Lema, Mendoza – sobrevenidos al MAS en el momento justo y del que nadie sabe que aportan al partido ni a sus intenciones electorales, pero que sin embargo son grandes beneficiarios.
Contribuye a su permanencia en la primera línea la ignorancia generalizada sobre el asunto de los hidrocarburos, producto seguramente del hartazgo. Esta semana acabó siendo noticia en una de las grandes cabeceras del país, y replicado en otras tantas, que las empresas nacionalizadas subsidiarias de YPFB eran simplemente Sociedades Anónimas, una noticia que llega con doce años de retraso. No extraña por tanto que algunos consideren buenas noticias que se amplíe el contrato con Argentina “más allá de 2030” para entregar exactamente el mismo monto que estaba firmado entregar hasta 2026. Sánchez tiene su técnica: luego de soltar la a su criterio buena idea, sale al día siguiente a matizarla. Al final a nadie le queda muy claro qué de lo que ha dicho es verdad y qué mentira.
El oscuro caso argentino
Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada sacudiendo a Nicolás Maduro, ni siquiera hablaba de Cristina al final de la carrera. Quería presentarse como azote del bolivarismo. Macri era la restauración ortodoxa del capital que debía continuar con la elección de Hillary Clinton en Estados Unidos, cosa que no pasó. Evo Morales nunca ha sido un amigo y de hecho, se han cancelado los tres encuentros que se habían anunciado entre ambos con fecha y hora, algunos por imponderables, pero en general no se sentía ni gota de entusiasmo. Macri, como la oposición boliviana, sabe que en algún momento se va a internacionalizar el conflicto interno por la reelección contra la Constitución, y en esas, el “bloqueo económico” es el instrumento clave.
Argentina compraba 20 millones de metros cúbicos de gas al día en agosto; parecido en septiembre; compró 12 en octubre y empezó noviembre comprando 7. Mientras tanto acumulaba facturas impagadas por 450 millones de dólares desde el mes de mayo. Al mismo tiempo, el ministro degradado a secretario de Energía por las cuestiones del marketing de austeridad decretado por el FMI en el vecino país, Javier Iguacel, criticaba día sí y día también la capacidad de Bolivia de cumplir con su contrato de compra venta y alardeaba de la autosuficiencia dotada por Vaca Muerta. “Quien no vea intencionalidad, es ciego” dicen algunos de los operadores del frente argentino.
La presión argentina, en cualquier caso, tiene un origen ampliamente debatido y tantas veces negado por el propio Ministro Luis Alberto Sánchez: Nunca la posición de Bolivia había sido tan débil ante una negociación.
Debilidad extrema
Sánchez ha levantado la prohibición de explorar hidrocarburos en las áreas protegidas y ha abierto las puertas del país a la explotación no convencional – léase fracking con todas sus calaveras – y aun así, el Ministro Sánchez no logra ofrecer un nuevo gran hallazgo en el país. A 7.000 metros de profundidad, Boyuy está más cerca del centro de la tierra que del gas.
En 2014, Ollanta Humala en el recién parido gabinete binacional ofreció conectar ductos para alcanzar las plantas de licuefacción y exportar gas en barcos metaneros al mercado de ultramar. En 2018 el presidente de YPFB dijo que estaban por hacer estudios del ducto.
El contrato de Brasil debía acabar en 2019. Para entonces se tenían que haber venido 7,2 trillones de pies cúbicos mediante un contrato complejo que prevé máximos de 30,5 y mínimos, de pago obligatorio, de 24. Sánchez dice que va a seguir mandando más allá del 2019, pero no especifica si eso ya está pagado.
Sánchez, él mismo, ha firmado tres veces el entendimiento con Paraguay para estudiar tender un ducto hasta ese país. El mercado es diminuto, pues es un país exportador neto de energía eléctrica gracias a sus magníficas hidroeléctricas. Los estudios parece que dicen que no, pero igual se firman entendimientos.
Y la industrialización...
El plan de nacionalización decía que en 2018 se ponía a funcionar la planta de propileno y en 2022 la de etileno. No se decía pero se suponía que ambas estarían en el Chaco tarijeño, aunque la segunda se prometió en Puerto Suárez (Santa Cruz) en campaña de 2014, la única vez que el Presidente habló de ello.
El plan más optimista verbalizado por Sánchez este mismo 2018, luego de borrar el presupuesto de YPFB para la planta propileno, cuya licitación cayó de rebote en medio del escándalo de la compra de taladros que crucificó a Achá, era que en 2024 se empezara a aterrizar. Ni siquiera el primer hito, que era licitar estudios complementarios en agosto se ha cumplido. Y sí, Sánchez tal vez evitó una estafa tremebunda, pues la empresa que se pretendía adjudicar en abril 2017 era la misma que había hecho los estudios previos de identificación y recomendación de tecnologías, pero no parece razonable que hasta la fecha no se haya dado un plan alternativo.
Este parón, unido a la escasa credibilidad de la certificación de reservas presentada en septiembre luego de forzar la conversión de algunas reservas probables en probadas y posibles en probables y al afán por autorizar la exploración en Reservas Naturales y con técnicas no convencionales bien riesgosas para el medio ambiente como el fracking, ha alimentado todo tipo de especulaciones sobre la realidad del subsuelo. La personalidad de Sánchez en este punto no ayuda a despejarlas.
Sobrevivir
En este escenario, con la producción cayendo en picado, sin hallazgos, sin mercados y sin proyectos de industrialización alternativos que garanticen la sustitución de ingresos, la situación debería haber encendido al menos algunas alarmas. Pero no. El presidente Evo Morales sigue confiando ciegamente en el ministro Sánchez y el Vicepresidente Álvaro García Linera, al parecer, en las transnacionales de los otros países.
El contrato con Argentina parece se va a modificar tal como interesa a los vecinos, aunque Sánchez insista en que solo se hará si interesa a los bolivianos. De momento lo urgente parece ser cobrar la deuda de los 450 millones de dólares lo antes posible y olvidarse del resto. Viene campaña y no convienen malas noticias ni agujeros en las cuentas. Y el que venga detrás, que arreé.
Los amigos de Sánchez en Tarija
El ministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez nunca ha jugado un rol preponderante en la política departamental. Su ascenso en el gabinete se debió a su habilidad de ganar batallas en YPFB, no en la política local. Él mismo ha explicado que no estuvo mucho tiempo en Tarija, que pronto salió al campo como fiscal de YPFB, etc., y que sus verdaderos amigos los ha conocido en ese entorno.
También él mismo ha explicado su pasión por el básquet, y de ahí procede su círculo más cercano en Tarija, o al menos, el que habla por él y que va desde los Canedo hasta los Lema, pasando por Mendozas y otros.
El grupo de Sánchez tiene sello propio, está alejado del grupo soldado entre matrices y alcaldes, que ha logrado obtener el poder en el partido, la propia Federación y en la Asamblea Legislativa Departamental y no tan cerca del grupo de los invitados, capitaneado esencialmente por el senador Milcíades Peñaloza y en el que se cuentan los conversos del Chaco (Rubén Vaca, Carlos Brú) y piezas relevantes del equipo del exgobernador Lino Condori (Roberto Ruíz, Fohad Amás, etc.)
El vínculo entre el grupo de basquetbolistas de Sánchez y el de Milcíades es Juan Luis Coronado, el Churqui, aún presidente del básquet en Tarija y gestor entre otras cosas del Coliseo Guadalquivir que sigue presidido por una enorme foto de Evo Morales.
Sánchez no toma muchas decisiones en la política local, aunque los suyos ejercen poder real en determinados negocios. Sánchez estuvo en la mesa chica junto a Evo Morales y el propio Milcíades Peñaloza en la que se decidió designar a Pablo Canedo como candidato a la Gobernación en 2015. Siendo el peor candidato posible, entró en segunda vuelta, pero eso es otra historia. Actualmente ocupa el cargo de vicecónsul en Washington, desde donde tiende puentes para los negocios de sus amigos.
No parecería que la supervivencia de Sánchez en el Ministerio dependiera de su poder en el departamento, es más, algunos le señalan como precursor de las aspiraciones políticas de Virginio Lema, sin embargo su rol puede acabar perjudicando más de la cuenta al partido.
El Ministro Luis Alberto Sánchez es uno de los que más tiempo ha durado en la cartera de Hidrocarburos. Asumió como Ministro con la posesión del nuevo gabinete del tercer mandato de Morales, en 2015, luego de una fulgurante carrera de quince años en YPFB que lo llevaron hasta la cima. Experto en ganar pulsos de poder en el seno de la estatal, donde llegó a ser Vicepresidente de contratos, nadie se acaba de explicar cómo llegó ahí sin tener una convicción ideológica definida más allá de su origen clasemediero en una sociedad como la tarijeña.
La falta de formación política le impide diferenciar – dicen sus críticos más condescendientes – entre las buenas noticias y las malas noticias. Su formación en marketing empresarial le empuja a convertir en impacto mediático cualquier decisión de rutina. La combinación de ambas ha acabado minando su credibilidad.
En lo político, Sánchez se ha convertido en el gran padrino del grupo de los basquetbolistas con los que jugaba de joven, un grupo formado por familias de la “élite” tarijeña – Canedo, Lema, Mendoza – sobrevenidos al MAS en el momento justo y del que nadie sabe que aportan al partido ni a sus intenciones electorales, pero que sin embargo son grandes beneficiarios.
Contribuye a su permanencia en la primera línea la ignorancia generalizada sobre el asunto de los hidrocarburos, producto seguramente del hartazgo. Esta semana acabó siendo noticia en una de las grandes cabeceras del país, y replicado en otras tantas, que las empresas nacionalizadas subsidiarias de YPFB eran simplemente Sociedades Anónimas, una noticia que llega con doce años de retraso. No extraña por tanto que algunos consideren buenas noticias que se amplíe el contrato con Argentina “más allá de 2030” para entregar exactamente el mismo monto que estaba firmado entregar hasta 2026. Sánchez tiene su técnica: luego de soltar la a su criterio buena idea, sale al día siguiente a matizarla. Al final a nadie le queda muy claro qué de lo que ha dicho es verdad y qué mentira.
El oscuro caso argentino
Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada sacudiendo a Nicolás Maduro, ni siquiera hablaba de Cristina al final de la carrera. Quería presentarse como azote del bolivarismo. Macri era la restauración ortodoxa del capital que debía continuar con la elección de Hillary Clinton en Estados Unidos, cosa que no pasó. Evo Morales nunca ha sido un amigo y de hecho, se han cancelado los tres encuentros que se habían anunciado entre ambos con fecha y hora, algunos por imponderables, pero en general no se sentía ni gota de entusiasmo. Macri, como la oposición boliviana, sabe que en algún momento se va a internacionalizar el conflicto interno por la reelección contra la Constitución, y en esas, el “bloqueo económico” es el instrumento clave.
Argentina compraba 20 millones de metros cúbicos de gas al día en agosto; parecido en septiembre; compró 12 en octubre y empezó noviembre comprando 7. Mientras tanto acumulaba facturas impagadas por 450 millones de dólares desde el mes de mayo. Al mismo tiempo, el ministro degradado a secretario de Energía por las cuestiones del marketing de austeridad decretado por el FMI en el vecino país, Javier Iguacel, criticaba día sí y día también la capacidad de Bolivia de cumplir con su contrato de compra venta y alardeaba de la autosuficiencia dotada por Vaca Muerta. “Quien no vea intencionalidad, es ciego” dicen algunos de los operadores del frente argentino.
La presión argentina, en cualquier caso, tiene un origen ampliamente debatido y tantas veces negado por el propio Ministro Luis Alberto Sánchez: Nunca la posición de Bolivia había sido tan débil ante una negociación.
Debilidad extrema
Sánchez ha levantado la prohibición de explorar hidrocarburos en las áreas protegidas y ha abierto las puertas del país a la explotación no convencional – léase fracking con todas sus calaveras – y aun así, el Ministro Sánchez no logra ofrecer un nuevo gran hallazgo en el país. A 7.000 metros de profundidad, Boyuy está más cerca del centro de la tierra que del gas.
En 2014, Ollanta Humala en el recién parido gabinete binacional ofreció conectar ductos para alcanzar las plantas de licuefacción y exportar gas en barcos metaneros al mercado de ultramar. En 2018 el presidente de YPFB dijo que estaban por hacer estudios del ducto.
El contrato de Brasil debía acabar en 2019. Para entonces se tenían que haber venido 7,2 trillones de pies cúbicos mediante un contrato complejo que prevé máximos de 30,5 y mínimos, de pago obligatorio, de 24. Sánchez dice que va a seguir mandando más allá del 2019, pero no especifica si eso ya está pagado.
Sánchez, él mismo, ha firmado tres veces el entendimiento con Paraguay para estudiar tender un ducto hasta ese país. El mercado es diminuto, pues es un país exportador neto de energía eléctrica gracias a sus magníficas hidroeléctricas. Los estudios parece que dicen que no, pero igual se firman entendimientos.
Y la industrialización...
El plan de nacionalización decía que en 2018 se ponía a funcionar la planta de propileno y en 2022 la de etileno. No se decía pero se suponía que ambas estarían en el Chaco tarijeño, aunque la segunda se prometió en Puerto Suárez (Santa Cruz) en campaña de 2014, la única vez que el Presidente habló de ello.
El plan más optimista verbalizado por Sánchez este mismo 2018, luego de borrar el presupuesto de YPFB para la planta propileno, cuya licitación cayó de rebote en medio del escándalo de la compra de taladros que crucificó a Achá, era que en 2024 se empezara a aterrizar. Ni siquiera el primer hito, que era licitar estudios complementarios en agosto se ha cumplido. Y sí, Sánchez tal vez evitó una estafa tremebunda, pues la empresa que se pretendía adjudicar en abril 2017 era la misma que había hecho los estudios previos de identificación y recomendación de tecnologías, pero no parece razonable que hasta la fecha no se haya dado un plan alternativo.
Este parón, unido a la escasa credibilidad de la certificación de reservas presentada en septiembre luego de forzar la conversión de algunas reservas probables en probadas y posibles en probables y al afán por autorizar la exploración en Reservas Naturales y con técnicas no convencionales bien riesgosas para el medio ambiente como el fracking, ha alimentado todo tipo de especulaciones sobre la realidad del subsuelo. La personalidad de Sánchez en este punto no ayuda a despejarlas.
Sobrevivir
En este escenario, con la producción cayendo en picado, sin hallazgos, sin mercados y sin proyectos de industrialización alternativos que garanticen la sustitución de ingresos, la situación debería haber encendido al menos algunas alarmas. Pero no. El presidente Evo Morales sigue confiando ciegamente en el ministro Sánchez y el Vicepresidente Álvaro García Linera, al parecer, en las transnacionales de los otros países.
El contrato con Argentina parece se va a modificar tal como interesa a los vecinos, aunque Sánchez insista en que solo se hará si interesa a los bolivianos. De momento lo urgente parece ser cobrar la deuda de los 450 millones de dólares lo antes posible y olvidarse del resto. Viene campaña y no convienen malas noticias ni agujeros en las cuentas. Y el que venga detrás, que arreé.
Los amigos de Sánchez en Tarija
El ministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez nunca ha jugado un rol preponderante en la política departamental. Su ascenso en el gabinete se debió a su habilidad de ganar batallas en YPFB, no en la política local. Él mismo ha explicado que no estuvo mucho tiempo en Tarija, que pronto salió al campo como fiscal de YPFB, etc., y que sus verdaderos amigos los ha conocido en ese entorno.
También él mismo ha explicado su pasión por el básquet, y de ahí procede su círculo más cercano en Tarija, o al menos, el que habla por él y que va desde los Canedo hasta los Lema, pasando por Mendozas y otros.
El grupo de Sánchez tiene sello propio, está alejado del grupo soldado entre matrices y alcaldes, que ha logrado obtener el poder en el partido, la propia Federación y en la Asamblea Legislativa Departamental y no tan cerca del grupo de los invitados, capitaneado esencialmente por el senador Milcíades Peñaloza y en el que se cuentan los conversos del Chaco (Rubén Vaca, Carlos Brú) y piezas relevantes del equipo del exgobernador Lino Condori (Roberto Ruíz, Fohad Amás, etc.)
El vínculo entre el grupo de basquetbolistas de Sánchez y el de Milcíades es Juan Luis Coronado, el Churqui, aún presidente del básquet en Tarija y gestor entre otras cosas del Coliseo Guadalquivir que sigue presidido por una enorme foto de Evo Morales.
Sánchez no toma muchas decisiones en la política local, aunque los suyos ejercen poder real en determinados negocios. Sánchez estuvo en la mesa chica junto a Evo Morales y el propio Milcíades Peñaloza en la que se decidió designar a Pablo Canedo como candidato a la Gobernación en 2015. Siendo el peor candidato posible, entró en segunda vuelta, pero eso es otra historia. Actualmente ocupa el cargo de vicecónsul en Washington, desde donde tiende puentes para los negocios de sus amigos.
No parecería que la supervivencia de Sánchez en el Ministerio dependiera de su poder en el departamento, es más, algunos le señalan como precursor de las aspiraciones políticas de Virginio Lema, sin embargo su rol puede acabar perjudicando más de la cuenta al partido.