La espera de Carlos Mesa
Carlos Mesa va a ser candidato a la Presidencia del país. O tal vez no. La incertidumbre se está haciendo larga en los sectores opositores y aquello de esperar a exactamente saber que va a pasar mañana en La Haya no ha caído demasiado bien entre sus potenciales votantes. Tampoco entre sus...



Carlos Mesa va a ser candidato a la Presidencia del país. O tal vez no. La incertidumbre se está haciendo larga en los sectores opositores y aquello de esperar a exactamente saber que va a pasar mañana en La Haya no ha caído demasiado bien entre sus potenciales votantes. Tampoco entre sus críticos.
Carlos Mesa tenía hace un mes todo de cara para presentarse como candidato. Las encuestas lo colocaban a ras del presidente Evo Morales - con todo a su favor para una segunda vuelta de infarto - y la arremetida del Gobierno por el caso Quiborax solo le hizo subir su popularidad. Mesa saltó a YouTube y afiló su pluma, pero hasta el momento nada.
El jueves el presidente Evo Morales le lanzó el enésimo balón envenenado, un indulto previo a una condena, una figura sui géneris que según Morales existe y que provocó hilaridad en el mundo político y controversias en el jurídico. Lo cierto es que Morales se anota un tanto y, aunque en el MAS no le puedan decir “candidato condenado”, siempre le podrán decir “indultado”, porque no es precisa la aceptación de la misma.
De los nervios está también Samuel Doria Medina, que saca músculo y muestra poderío económico a base de spot y asesores de postín – aunque nunca le acaben gustando sus recomendaciones -. Doria Medina también quiere ser candidato, pero los llamados a la prudencia en su entorno, incluso en el de confianza, que nunca se caracterizó por decirle demasiado la verdad, le han hecho afilar su estrategia metiendo presión a Carlos Mesa.
Doria Medina puede hacer frente común con el MNR, desesperado por la coyuntura y el rechazo de sectores de Demócratas y Sol.bo o puede embanderarse del 21F y llamar a desconocer unas elecciones en defensa de la Constitución Política del Estado. Ambas situaciones presionan a Carlos Mesa, de por sí calculador y muy cuidadoso de su perfil público y el rol que le asignarán los libros de historia.
Doria Medina sabe que en la eventualidad de que Carlos Mesa se lance, las encuestas le son muy favorables y su carta mayor sería convertirse en el defensor del espíritu del 21F, llamando al boicot de las elecciones – cosa difícil tal como se ve el pulso social actual -, y en última instancia, apartarse sin hacer demasiado ruido aguardando a que sus previsiones respecto a una resolución no democrática se de en octubre de 2019. Claro que para entonces el clima de confrontación sería irrespirable.
El MAS nacional, mientras tanto, no tiene problemas de existencia. Ha elegido candidato, ha enojado a Doria Medina y de paso ha puesto a Tuto Quiroga de nuevo en la palestra, por si le apetece repetir la experiencia de 2014 y volver a presentarse previa campaña de fundraising en los USA, que le suelen ir bastante bien, más luego de un quinquenio dando vueltas al globo hablando de Venezuela.
¿Y vicepresidente?
Morales será candidato y Álvaro García Linera, que negó rotundamente que fuera a ir, va a ir sin siquiera rectificar lo que en su momento dijo, lo cual es una declaración de principios en toda regla. En el MAS aún se discute si alguien intentará hacerle sombra en las Primarias a Evo Morales. Dicen que cada vez que se debate todos se mueren de la risa, pero la COB anda peleadora con el cargo de Vicepresidente. Si los asesores consideran que hay que vapulear a alguien, se encontrará a alguien que se preste, pero de momento no lo parece.
La otra pelea en la oposición será también la del vicepresidenciable, aunque claro, para eso primero hay que conformar los binomios. El Reglamento Electoral no contiene aparentemente trampas, así que todos están habilitados, incluso los que se inscriban el penúltimo día a un partido.
El que se quedó sin partido fue Luis Revilla, lo que le libró del problema en el que le habían metido sus colaboradores bravucones y, de paso, lo coloca cerca del número II. Algo parecido a lo de Rubén Costas, que sigue apareciendo en las apuestas aunque pocos lo vean lejos de Santa Cruz. La mayoría prefiere mujer, pero esa es otra tarea pendiente en esta oposición boliviana.
Carlos Mesa tenía hace un mes todo de cara para presentarse como candidato. Las encuestas lo colocaban a ras del presidente Evo Morales - con todo a su favor para una segunda vuelta de infarto - y la arremetida del Gobierno por el caso Quiborax solo le hizo subir su popularidad. Mesa saltó a YouTube y afiló su pluma, pero hasta el momento nada.
El jueves el presidente Evo Morales le lanzó el enésimo balón envenenado, un indulto previo a una condena, una figura sui géneris que según Morales existe y que provocó hilaridad en el mundo político y controversias en el jurídico. Lo cierto es que Morales se anota un tanto y, aunque en el MAS no le puedan decir “candidato condenado”, siempre le podrán decir “indultado”, porque no es precisa la aceptación de la misma.
De los nervios está también Samuel Doria Medina, que saca músculo y muestra poderío económico a base de spot y asesores de postín – aunque nunca le acaben gustando sus recomendaciones -. Doria Medina también quiere ser candidato, pero los llamados a la prudencia en su entorno, incluso en el de confianza, que nunca se caracterizó por decirle demasiado la verdad, le han hecho afilar su estrategia metiendo presión a Carlos Mesa.
Doria Medina puede hacer frente común con el MNR, desesperado por la coyuntura y el rechazo de sectores de Demócratas y Sol.bo o puede embanderarse del 21F y llamar a desconocer unas elecciones en defensa de la Constitución Política del Estado. Ambas situaciones presionan a Carlos Mesa, de por sí calculador y muy cuidadoso de su perfil público y el rol que le asignarán los libros de historia.
Doria Medina sabe que en la eventualidad de que Carlos Mesa se lance, las encuestas le son muy favorables y su carta mayor sería convertirse en el defensor del espíritu del 21F, llamando al boicot de las elecciones – cosa difícil tal como se ve el pulso social actual -, y en última instancia, apartarse sin hacer demasiado ruido aguardando a que sus previsiones respecto a una resolución no democrática se de en octubre de 2019. Claro que para entonces el clima de confrontación sería irrespirable.
El MAS nacional, mientras tanto, no tiene problemas de existencia. Ha elegido candidato, ha enojado a Doria Medina y de paso ha puesto a Tuto Quiroga de nuevo en la palestra, por si le apetece repetir la experiencia de 2014 y volver a presentarse previa campaña de fundraising en los USA, que le suelen ir bastante bien, más luego de un quinquenio dando vueltas al globo hablando de Venezuela.
¿Y vicepresidente?
Morales será candidato y Álvaro García Linera, que negó rotundamente que fuera a ir, va a ir sin siquiera rectificar lo que en su momento dijo, lo cual es una declaración de principios en toda regla. En el MAS aún se discute si alguien intentará hacerle sombra en las Primarias a Evo Morales. Dicen que cada vez que se debate todos se mueren de la risa, pero la COB anda peleadora con el cargo de Vicepresidente. Si los asesores consideran que hay que vapulear a alguien, se encontrará a alguien que se preste, pero de momento no lo parece.
La otra pelea en la oposición será también la del vicepresidenciable, aunque claro, para eso primero hay que conformar los binomios. El Reglamento Electoral no contiene aparentemente trampas, así que todos están habilitados, incluso los que se inscriban el penúltimo día a un partido.
El que se quedó sin partido fue Luis Revilla, lo que le libró del problema en el que le habían metido sus colaboradores bravucones y, de paso, lo coloca cerca del número II. Algo parecido a lo de Rubén Costas, que sigue apareciendo en las apuestas aunque pocos lo vean lejos de Santa Cruz. La mayoría prefiere mujer, pero esa es otra tarea pendiente en esta oposición boliviana.