Los procesos se cruzan
Los procesos se reinventan, se actualizan, se superan, se someten a estrecheces, críticas y vilipendios. Los procesos tienen inicio y también final. Los procesos, a veces, también se olvidan y otras veces, se cruzan.



El ministro de Economía Luis Arce Catacora llegó esta semana a Tarija con su mismo aire de catedrático cool pero menos incisivo que de costumbre. Después de una década en la trinchera devolviendo críticas con datos, los improperios se han asentado como forma de comunicación económica, sobre todo a medida que los votantes y esas instituciones del neoliberalismo les han ido dando la razón, sin embargo, el ministro sabe que esta campaña es clave y no sólo para el Movimiento Al Socialismo (MAS)El 21 de febrero hay cita con las ánforas en Bolivia y más allá de las pasiones que despierte o no el presidente Evo Morales, el grupo de intelectuales del MAS intenta posicionar la idea de que votar por el “SI” es defender el modelo económico que ha llevado a Bolivia hasta donde está ahora. El proceso en sí se somete a referéndum. Después de una década en cifras de crecimiento inéditas, batiendo récords hasta el punto de haber liderado en 2014 el crecimiento continental frente a todos los países del entorno retorcidos en recortes y estrecheces, acumulando felicitaciones del FMI, de la Cepal y de cualquier organismo financiero por la receta aplicada, en Bolivia, sin embargo, la situación es de un empacho a punto de amortizarse. La memoria es débil como acaba de recordarse en Argentina.A estas alturas del partido, pocos plantean cambios en lo sustancial dentro del modelo basado en el capitalismo de Estado, al menos públicamente. La intervención del Estado en todas las fases de la economía ha permitido sacar de la pobreza extrema a más de dos millones de personas y ha ensanchado la base de clase media, casi inexistente en el país tradicionalmente. Ya nadie cuestiona públicamente la existencia de los bonos de redistribución de la riqueza, salvo algunas voces a la izquierda, y nadie se plantearía la capitalización de YPFB u otras empresas estatales. Al menos nadie lo dice. ¿Siguen quedando neoliberales en el país?Analistas coinciden en que el MAS juega la carta de la estabilidad económica, de los resultados del proceso desde 2006 y discrepan entre sí precisamente por la fecha elegida. Lo que está en juego es un modelo económico que todavía no sabemos si resistirá con solvencia la caída de precios de los hidrocarburos como sostiene Arce Catacora. Unos hubieran preferido acercarlo al final, para poder exhibir todavía más músculo y más cerca de la fecha clave, no con tres años y medio por delante y lo peor por llegar. El proceso no es solo Evo, pero Evo va al referéndum.El proceso de OlivaEn la otra orilla, el proceso iniciado por Adrián Oliva en Tarija también ha atravesado una semana de incertidumbres, minada por dudas y críticas. Oliva viene de la oposición más dura. En su época de diputado no dudó en recorrer el continente, el del sur y el del norte, denunciando los atropellos de Evo Morales y su gobierno al Estado de Derecho. Sus relaciones en el país del norte, su trabajo como consultor y su filiación a la asociación de parlamentarios “por la Democracia en América” entre otras causas abrazadas le costaron incluso cargar con la cruz de “agente de la CIA” que el MAS intentó posicionar en campaña.Todo apunta a que Oliva rectificó y a que algunos no se lo perdonan, o tal vez al contrario. Después de formarse un perfil de estadista y hombre de mundo, pese a su corta edad, Oliva agarró las encuestas en la mano y cambió de estrategia. Se sacó corbatas y mocasines y se enfundó el chaleco sport. Por el camino también cayeron clichés y prejuicios. Oliva rompió primero públicamente con Camino al Cambio y prácticamente con Convergencia Nacional, su bancada, donde se armó un revuelo considerable. Unos meses después fundó Vanguardia Integración junto a unos cuantos incondicionales.Los enemigos y los que no creían en su futuro fueron quedando por el camino. Oliva con un discurso sin confrontaciones y más centrado en la fe que en los hechos concretos se fue abriendo camino. El primero en caer fue Óscar Montes, barajado como cabeza de oposición. Con Unidad Nacional descabezada, someter a Camino al Cambio era cuestión de tiempo. Y resultó. Oliva apareció como el candidato inevitable que sumó el 45 por ciento en primera vuelta y rozó el 60 por ciento en la segunda para consolidar la victoria ante el Movimiento Al Socialismo (MAS).Los datos todavía están siendo digeridos por unos y por otros, por muy vaca sagrada que se considere. Los estrategas de unos y otros coinciden, tan falso es decir que el voto de Oliva respondía a una línea dura de oposición como decir que Oliva prometió acuerdo y conciliación en todos y cada uno de los puntos con el gobierno. También los propios de Oliva, mientras alistan una nueva estrategia de comunicación que apunta, de nuevo, a la centralización absoluta, reconocen que los datos les han condicionado.Para algunos de la extinta UD-A (se prometió una reunión hace semanas que no tuvo trascendencia), el simple hecho de hacer ver que hay gestión es contribuir a la campaña por el SI en el referéndum para la reelección de Evo Morales, por lo que preferirían seguir lamentando y criticando la situación heredada en lugar de “repartir electricidad en asentamientos ilegales o decir que se ha recuperado Setar luego de ceder todos los activos de generación”.La gestión de Adrián Oliva avanza sin que todavía se vislumbre un horizonte claro de hacia dónde se quiere llegar. Sin duda que el recorte de ingresos ha condicionado las expectativas pero es necesario enseñar cual es el plan, pues no es concebible que después de transcurrido un año entre la campaña, la toma de posesión y el inicio de la gestión, se siga pidiendo tiempo para diseñar planes que debían haber sido objeto de campaña y no al revés.De entre todo, lo más sólido avanzado en la gestión Oliva es precisamente la convicción con la que se refiere a la asociación con el gobierno en los proyectos sobre recursos estratégicos del país; la participación en la industrialización de los hidrocarburos y en los proyectos de generación de energía. Pero no se ha materializado.Es cierto que todas las autoridades del país contienen la respiración hasta el 21 de febrero, que gran parte del futuro depende de lo que pase ese día, y es que las agenda son agendas y los procesos tienden a converger.
Revilla da el paso
Al alcalde paceño Luis Revilla le han pasado otro manual, un manual diferente al que ha circulado entre todas las autoridades electas de oposición y que repiten sin titubear aquello de que “el pueblo es lo suficientemente maduro democráticamente para tomar la decisión sobre si apoyar o no la reelección del presidente Morales”. Unos lo dicen con más sobriedad y otros con menos y en función de su trayectoria, los suyos saben si quieren decir que voten si o que voten no. Formalmente les permite mantenerse al margen aunque el acto de empezar rápido a mostrar gestión, al más puro estilo Evo Morales, contribuye a montar uno u otro imaginario. Ni siquiera el amortizado Rubén Costas pretende mojarse en esa batalla. Sabiendo como sabe que no tiene nada que hacer en el ámbito nacional y que se despedirá de Santa Cruz por la puerta grande, no pretende dejarla abierta para que se cuelen fantasmas. Cierto que hay un movimiento medio organizado entre los que se cuentan los rebotados del Movimiento Al Socialismo (MAS) y procedentes del movimiento campesino, como Luis Alfaro y Damián Condori, pero sus sutilezas dialécticas, en las que pretende confrontar con el Tribunal en lugar de con Evo Morales y alegan que lo que se debería motivar es una reforma total de la Constitución al afectar este cambio a sus principios rectores no está siendo entendido.Revilla por su lado ha dado un salto de gigante y se sitúa ya con miras a erigirse alternativa en el 2019. Ha alineado a su partido Sol.bo claramente en el NO y se ha reunido de algunas de las estrellas mediáticas contra este proceso, como la periodista Amalia Pando que ha desgranado todo el argumentario en contra de la reelección basado en la teoría de la corrupción que mina el proceso.No hay datos confiables y ni siquiera la inferencias de los últimos comicios permiten hacer un panorama claro. Evo Morales se somete de nuevo al escrutinio público con todo su capital político en juego. Revilla está todavía lejos, pero la jugada arriesgada le valdrá, cuando menos, el reconocimiento que otros han perdido.
Las calculadoras del MAS
La última elección se ganó con el 61 por ciento de los votos válidos y apenas habrán transcurrido 17 meses desde ese 12 de octubre de 2014 para que los bolivianos vuelvan a acudir a las ánforas a definir el futuro a corto plazo, que al final configura el del largo. El mapa teñido de azul de aquella elección, con la excepción del Beni, exaltó los ánimos en el partido de gobierno y se empezó a planificar una continuidad a muy largo plazo. El aval ciudadano es grande. Sin embargo no pasaron muchos meses, apenas seis, cuando el mapa reconfiguró los equilibrios. El MAS ganó donde nunca, en Beni, pero perdió feudos importantes como La Paz, con El Alto incluido, además de retornar a la realidad en Santa Cruz y Tarija y sentir estremecer los cimientos en Cochabamba, Oruro y Potosí. El terremoto estaba en marcha, pero no había marcha atrás.El fiasco de los referéndum de los Estatutos exasperó de nuevo a la oposición, que aun denigrando a los votantes se anotaron como propio la derrota cosechada en todos y cada uno de los textos sometidos a votación en la otra “media luna”.Subidos en la ola, el referéndum ya tiene fecha, apenas dos semanas después de carnaval y los jerarcas del partido andan más preocupados en sumar fondos para pintar todo el país de SI que de hacer un trabajo metódico para garantizar el triunfo. Nada hace pensar que el MAS como aparato se haya recuperado en Tarija o en Santa Cruz, los problemas en Potosí no cicatrizan y tampoco pareciera que La Paz, y El Alto en particular, haya mejorado desde la última cita.La corrupción es el fantasma de la campaña; aquel que patine pierde. El MAS duda entre cargar todo sobre las espaldas de Evo o darle mayor impulso al proyecto en conjunto. El problema es que cuando se habla de modelo aparece el partido y en el partido hay demasiadas fugas, como la del Fondo Indígena, que no han tenido respuesta ni rápida ni contundente.El objetivo es claro, el MAS debe volver a intentar pintar todo el país de azul. Jugársela a una sola carta o a lo que se consideraba sus territorios talismán es hoy demasiado incierto.