Bolivia pide mar, ¿qué pedirá Chile?
Corre el victorioso año 2019. La Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) ha emitido su fallo y pide a Chile: “Renegociar de buena fe y de manera efectiva con Bolivia para llegar a un acuerdo que le asegure un acceso plenamente soberano al Océano Pacífico”.



Las cosas marchan tan bien para los bolivianos que las autoridades chilenas, respaldadas por importantes sectores políticos y sociales decidieron acatar ese fallo. No sólo eso, sino que en lobbies previos y cordialmente delegaciones de ambos países empezaron a elaborar fórmulas para la salida boliviana.Se recuperaron sesudos trabajos realizados a lo largo de décadas de recurrentes acercamientos y rupturas. La fórmula 1, concordante con la letra del mandato de La Haya, trata de la “soberanía territorial” para Bolivia. Chile ha remarcado que no puede romper la continuidad de su territorio, por ello hay tres posibilidades en discusión: primero la soberanía compartida donde se prevé un área binacional de 3.340 kilómetros cuadrados. Tendría una costa de 7,5 kilómetros y 165 kilómetros cuadrados de mar territorial al sur de Iquique. Así se evitaría cualquier observación de Perú (1). La fórmula 2 demarca un área trinacional al norte de Arica basando la zona en un megapuerto, única posibilidad de lograr la aquiescencia peruana. La fórmula 3 prevé un enclave boliviano al sur de Iquique y cuyo corredor vial de acceso se mantendría bajo la soberanía chilena. Diez kilómetros de costa, casi 200 kilómetros cuadrados de mar territorial y otros 200 de territorio adyacente constituirían el renacido departamento de El Litoral.La fórmula 4 apela al pragmatismo y la esperanza. Busca evitar la conflictiva discusión de la “soberanía” y plantea “supremacía territorial” para Bolivia en un área similar a la de la fórmula 1. Sería una especie de comodato otorgado a los bolivianos por un siglo. Tras ese tiempo las generaciones venideras, con renovadas concepciones y formas de relación, podrían discutir la idea de la cesión definitiva. (2) La pregunta claveEl paquete de posibilidades virtualmente ha sido cerrado. El juramento chileno de no ceder nada de su geografía desafió a la imaginación tras la mayor victoria diplomática de la historia boliviana. Y ha llegado el momento de la mayor prueba para las partes: ¿Qué pide Chile a cambio? Es decir, Chile debe plantear a cambio de qué cederá territorio a los bolivianos. Bolivia debe valorar el riesgo de perder más o mucho más de lo ganado, tras tan tortuosa lucha.Hay antecedentes marcadamente delicados para el país enclaustrado. En 1975, el acercamiento entre las dictaduras de Hugo Bánzer Suárez y Augusto Pinochet Ugarte bordeó el riesgo de un desastre nacional. El Gobierno chileno preveía un ataque peruano en 1979 y, paralelamente, buscaba consolidar el desarrollo del norte de su territorio arrebatado 100 años antes a Perú. Entonces ofrecieron un corredor de 10 kilómetros de ancho más un área potencialmente portuaria de 50 kilómetros a Bolivia en plena frontera chileno-peruana. A cambio pidieron una compensación territorial, “como mínimo”, del equivalente a la suma de las áreas marítima y terrestre a entregarse y la cesión completa del río Lauca. Solicitaron, además, un resarcimiento económico por reposiciones de infraestructura. El intercambio coincidía casi matemáticamente con las propuestas de expansión territorial que el propio Pinochet formula en su texto “Geopolítica” (3).Banzer transitaba desesperadamente el cuarto año de su tiranía y era recurrentemente presionado para que llame a elecciones y deje el poder. La economía boliviana empezaba a sufrir un atasco que alertaba sobre una inminente crisis económica que llegó tres años después. El mar podía salvar su imagen y obra. Y Banzer aceptó la propuesta chilena. No valoró que comprometía la entrega de parte de los salares y abundantes fuentes de agua dulce (2). Perú, en función a un acuerdo binacional con Chile, debía aprobar la propuesta, pero no lo hizo, y empezó el declive final de Banzer.Negocios por mar Fue la última negociación realizada en los marcos de las relaciones internacionales del siglo XX. Hacia 1985 la economía chilena resultó la primera del continente en incorporarse a la globalización neoliberal. No sólo exportaba productos, sino también capitales (4).Las siguientes negociaciones sumaron nuevos componentes en 1986, 2001 y 2006. Chile abrió a una geopolítica más mercantil que militarista. Entre 2001 y 2002, los gobiernos de Jorge Tuto Quiroga y Gonzalo Sánchez de Lozada empezaron a ceder a la tesis “gas por mar”. La impulsaban, junto al Gobierno chileno, el proyecto de las transnacionales British Gas, British Petroleum y Repsol. El poder transnacional logró hasta debilitar el chauvinismo de varias capas de la oligarquía chilena.La intentona abortó finalmente en 2003 tras la convulsión social que transformó las estructuras del Estado boliviano. El proyecto gemelo Atlantic LNG cristalizado en Trinidad y Tobago castigó a aquel país años después. A ello se sumó una recuantificación de las reservas bolivianas de gas que demostró que eran cinco veces menores a las que anunciaban las transnacionales. Ambos factores hacen presumir el riesgo que atrajo aquella negociación, matizada por el retorno al mar, para el país. Lo que pidió ChileEse 2003 las declaraciones de los políticos chilenos se mostraban especialmente conciliadoras. Desde la izquierda el senador Jaime Gazmuri decía: “Bolivia es un país muy importante. Cumple un rol estratégico en el siglo XXI ubicado en el núcleo de las relaciones interoceánicas de América Latina, y además tiene un papel central en la política energética sudamericana”. Desde la ultraderecha, su homólogo, el ex comandante de la Armada chilena Jorge Arancibia afirmaba: “Estoy de acuerdo en encontrar una salida marítima boliviana. Si eso pasa por cesión de soberanía con las compensaciones correspondientes no tendría objeción…Hoy el mundo está abierto a otro tipo de compensaciones que refuercen las relaciones…Estoy pensando en el gas boliviano y en las aguas que se producen en el altiplano y que podrían interesar a otros países”. (5)Bajo el marco de la memoria histórica corre el victorioso año 2019. Chile va a lanzar sus cartas de negociación. En Bolivia es un tiempo de búsqueda de reelección presidencial, de bajón económico y de consecuente conflictividad interna. En el escenario de pretensiones chilenas se han incorporado elementos como la riqueza amazónica, el litio, las tierras raras y los trenes bioceánicos. ¿Armará el Gobierno un equilibrado y honesto equipo de negociación o cederá a las tentaciones que afectaron a Tuto, Sánchez de Lozada y Banzer? ¿Qué pedirá Chile a cambio del mar? (1) Bolivia y Chile: desatando nudos, Fernando Salazar Paredes (2006) (2) Bolivia y Chile: desatando nudos, Fernando Salazar Paredes (2006) (3) Radiografía de la negociación con Chile, Walter Guevara Arce (junio de 1978) (4) Geopolítica de Chile, Grupo Cóndor/A. Pinochet (2006) (5) Bolivia y Chile: desatando nudos, Fernando Salazar Paredes (2006)