Mil formas de morir
Lo de entrar en la Historia de Tarija a unos les gusta más y a otros les gusta menos. Quizá Lino Condori no lo buscó de entrada aunque sabía que como asambleísta por Yunchará quedaría registrado dentro de la primera Legislatura autónoma.
Las casualidades quisieron que él fuera el elegido para sustituir a Mario Cossío una vez consumado el plan. Desde entonces han pasado cuatro años y medio. Condori intentó mediar con los movimientos sociales que conforman el MAS en su primer año, no lo logró y prefirió atrincherarse en el despacho anexo al salón Rojo, del que apenas salía del brazo de Evo Morales. Un grupo liderado por Rubén Cardozo, Fátima Pacheco y el últimamente muy mediático Pablo Valeriano le sirvieron de protección. Apenas Grover Pereira (secretario de Economía) y Ramón Vilca (director de Recursos Humanos) formaron parte de su círculo de confianza en el gabinete.Cuando Darío Gareca dio con la tecla, volteó la Asamblea y subyugó a los ejecutivos seccionales y alcaldes, acompañado por un Grover Pereira muy interesado en seccionar el presupuesto para elevar los porcentajes de ejecución, Lino Condori ya se sintió como el Rey de la Selva. Su círculo no paraba de adularle e incluso le acabaron metiendo la idea en la cabeza de que sería candidato a la Gobernación y manejaría el poder en Tarija. La confianza provoca excesos y baja la guardia. Los escándalos no pararon de salir a luz mientras se veía como las hojas del calendario caían sin que se vieran los resultados que arrojaban las cifras.A Lino le dijeron que no sería candidato mucho antes de diciembre aunque su círculo siguiera agitando su nombre. Cuando se supo fuera clamó venganza y desde luego no le hizo ninguna gracia el juego de “las mochilas pesadas” que el candidato del MAS usó para soltar lastre.A veces los últimos días son los que marcan la historia a contar. Lino Condori ya contando los días ha cambiado a una docena de cargos estratégicos (y vinculados a licitaciones, como el Codepedis) y ha intentado institucionalizar 700 contratos que hasta entonces había manejado a su antojo Ramón Vilca. Lo de intentar cambiar los Estatutos de Setar y nombrar nuevo gerente a falta de dos días quedará como una de las pifias desesperadas más risibles de la gestión de Lino Condori, como la Condorvía o los dibujos de Mujik.