Cómo la polarización política llevó a Corea del Sur a la ley marcial
El decreto del presidente Yoon Suk Yeol, y su revocación por la presión de los legisladores, fueron la culminación de años de disputas entre los dos principales bandos políticos del país.
Yoon Suk Yeol ganó el cargo más alto de Corea del Sur en 2022 por un escaso margen, el más ajustado desde que su país abandonó el régimen militar en la década de 1980 y empezó a celebrar elecciones presidenciales libres.
Poco más de dos años después, la breve declaración de ley marcial por parte de Yoon el martes conmocionó a los surcoreanos, quienes esperaban que esa tumultuosa era de intervención militar hubiera quedado atrás. Miles de manifestantes se congregaron en Seúl para pedir su arresto. Su país, considerado un modelo de poder cultural blando y un baluarte democrático asiático, había dado de repente un giro brusco en otra dirección.
Pero los acontecimientos que desembocaron en la sorprendente declaración de Yoon el martes (y en su decisión seis horas más tarde de levantar el decreto después de que el Parlamento votara para bloquearlo) se pusieron en marcha mucho antes de su ajustada victoria. Fueron una dramática ilustración de la amarga polarización política de Corea del Sur y del profundo descontento social bajo la superficie de su creciente poder mundial.
Todo llegó a su punto crítico cuando Yoon, que en su día fue un fiscal enérgico que investigó a expresidentes, se encontró en el lado receptor de una embestida política por parte de una oposición motivada.
Victoria, pero no mandato
Yoon, líder conservador, nunca ha sido popular en Corea del Sur. Ganó las elecciones solo por un margen de 0,8 puntos porcentuales. Los analistas dijeron que la votación era más un referéndum sobre los fracasos de su predecesor liberal que un respaldo a Yoon.
La amargura de la campaña quedó reflejada en una declaración del principal oponente de Yoon, Lee Jae-myung, quien luego encabezaría la oposición al gobierno de Yoon en el Parlamento.
“Pido sinceramente al presidente electo que guíe al país por encima de la división y el conflicto, y abra una era de unidad y armonía”, dijo.
Yoon, de 63 años, era una figura poco probable para guiar a la nación hacia la reconciliación. Como fiscal general, ayudó a condenar y encarcelar a una antigua líder de su propio partido, Park Geun-hye, tras su destitución como presidenta. Especializado en casos de corrupción, también había perseguido a otro expresidente y al jefe de Samsung.
Mientras Yoon investigaba a Park, la administración para la que trabajaba continuaba una larga pauta en Corea del Sur en la que los nuevos líderes inician investigaciones sobre sus predecesores, lo que contribuye al carácter rencoroso de la política del país.
Cuando se presentó a las elecciones, Yoon criticó con vehemencia a su antiguo jefe, el presidente progresista Moon Jae-in, por reunirse con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, y no conseguir frenar sus ambiciones nucleares. Pidió que se intensificaran los ejercicios militares y la aplicación estricta de las sanciones contra el Norte, imaginando una Corea del Sur que ejerciera su influencia como un importante aliado de Estados Unidos en Asia.
“La paz no tiene sentido si no está respaldada por el poder”, dijo Yoon durante la campaña. “La guerra solo puede evitarse cuando adquirimos la capacidad de lanzar ataques preventivos y mostramos nuestra voluntad de utilizarlos”.
El enfoque le ganó el favor de Washington, donde el gobierno de Biden se alegró de que Corea del Sur se alineara más estrechamente con las posiciones estadounidenses como baluarte contra China. Pero no le sirvió de mucho en su país, donde se vio inmerso en una guerra perpetua con la oposición, al tiempo que aumentaban sus desafíos internos.
Un hervidero de descontento
A pesar de la creciente influencia de Corea del Sur en todo el mundo —en los negocios, el cine, la televisión y la música—, la vertiginosa desigualdad ha alimentado un descontento generalizado en el país. El rápido aumento del precio de la vivienda ha obligado a la gente a vivir en espacios cada vez más pequeños y a un coste cada vez mayor. Los universitarios recién graduados luchan por encontrar un trabajo adecuado y a veces acusan a las generaciones mayores de dejarlos fuera.
Muchos jóvenes, ante unas perspectivas económicas inciertas, son reacios a casarse o tener hijos, y el país tiene tanto una población que envejece rápidamente como la tasa de natalidad más baja del mundo. Los votantes culpan cada vez más a sus oponentes políticos, así como a los inmigrantes y a las feministas.
Los críticos de Yoon, cuya campaña prometió abolir el Ministerio de Igualdad de Género de Corea del Sur, lo acusaron de jugar con algunas de esas divisiones, diciendo que alimentaba los prejuicios, especialmente entre los hombres jóvenes.
Sin embargo, Yoon se enfrentó desde el principio a dos obstáculos.
El opositor Partido Democrático mantuvo su mayoría en la Asamblea Nacional y la amplió en las elecciones parlamentarias de abril, lo que convirtió a Yoon en el primer líder surcoreano en décadas que nunca ha tenido mayoría en el Parlamento. Y luego estaban sus pésimos índices de aprobación.
La relación tóxica de Yoon con los legisladores de la oposición —y sus vehementes esfuerzos por oponerse a él en todo momento— paralizaron su programa proempresarial durante dos años, obstaculizando sus esfuerzos por reducir los impuestos corporativos, reformar el sistema nacional de pensiones y atender el precio de la vivienda.
Unas elecciones alimentadas por el vitriolo
El partido de Yoon había visto las elecciones de 2024 como una oportunidad para recuperar la cámara.
En lugar de ello, las crisis y los escándalos se acumularon. Una celebración de Halloween se convirtió en una catástrofe mortal, y Corea del Norte intensificó sus amenazas. Los médicos se declararon en huelga, describiendo un sistema médico de duras condiciones de trabajo y bajos salarios. Las acusaciones de corrupción relacionadas con la esposa de Yoon y una bolsa de Dior de 2200 dólares sacudieron a su partido, y un miembro de alto rango la comparó con María Antonieta.
Las protestas organizadas en las redes sociales por activistas políticos rivales se volvieron comunes, con una dura división entre los asistentes a la iglesia y otros ciudadanos de edad avanzada en la derecha, y los más jóvenes en la izquierda.
Las elecciones degeneraron en recriminaciones viciosas, con manifestantes de izquierdas llamando a Yoon un “traidor nacional” por su política que calificaron como antifeminista y sus ataques a los medios de comunicación, a los que acusó de difundir “noticias falsas”. También lo criticaron por el accidente en el que una multitud quedó aplastada durante un evento de Halloween en 2022 y sus esfuerzos por mejorar los lazos con Japón, el antiguo gobernante colonial de Corea.
Los líderes de la oposición advirtieron que Yoon estaba llevando a Corea del Sur por el camino de la “dictadura”. A su vez, los miembros del partido de Yoon llamaron “criminales” a la oposición, y los votantes de la derecha se manifestaron contra lo que llamaron “comunistas pronorcoreanos”.
(Yoon hizo eco de ese lenguaje el martes en su declaración de ley marcial, diciendo que la dictaba “para proteger a una Corea del Sur libre de las fuerzas comunistas norcoreanas, eliminar a las desvergonzadas fuerzas pronorcoreanas y antiestatales”).
Las elecciones de abril otorgaron a la oposición una de las mayorías parlamentarias más grandes de Corea del Sur en décadas.
Muchos surcoreanos lo llamaron el “Día del Juicio”. Pero el resultado también consolidó el estancamiento del gobierno, limitando la capacidad de cualquiera de los partidos para llegar a un acuerdo sobre el presupuesto nacional o abordar las quejas del público. El enfrentamiento se agravó cuando la oposición solicitó la destitución de varios miembros del gobierno de Yoon.
Tras la votación de abril, el primer ministro y muchos de los principales ayudantes del presidente dimitieron. El jefe de gabinete de Yoon transmitió un mensaje del presidente, a quien se citó diciendo que “reformaría la forma de dirigir el gobierno”.
Pero el martes por la noche, Yoon se había vuelto sorprendentemente desafiante. Declaró que “la Asamblea Nacional, que debería haber sido la base de la democracia libre, se ha convertido en un monstruo que la destruye”.
Poco después, mientras los manifestantes corrían a las puertas de la Asamblea Nacional, los legisladores votaron a favor de levantar la medida del presidente. Lee, el líder de la oposición, quien sobrevivió a un ataque con arma blanca en enero y luego realizó una huelga de hambre contra el gobierno de Yoon, dijo que este había “traicionado al pueblo”.
Horas después, Yoon dijo que acataría la orden de la legislatura. Pero incluso entonces, con su futuro político sumido en una profunda incertidumbre, añadió una súplica.
“Hago un llamado a la Asamblea Nacional”, dijo, “para que detenga de inmediato el comportamiento escandaloso que está paralizando el funcionamiento del país con juicios políticos, manipulación legislativa y manipulación presupuestaria”.