¿Por qué el Ejército de Líbano no combate la invasión de Israel?
Las Fuerzas Armadas son un reflejo de la debilidad del Estado libanés. Divididas y mermadas ante las facciones de la guerra civil (1975-1990), después Hezbolá las superó en capacidades militares. Hoy en día siguen siendo el ejército menos poderoso de Oriente Próximo



El Ejército de Líbano no combate la reciente invasión de Israel porque no tiene capacidades para hacerlo y porque hay sectores interesados en que debilite o incluso que acabe con Hezbolá. De hecho, las Fuerzas Armadas libanesas retiraron a sus efectivos en la frontera cinco kilómetros hacia el norte ante la inminencia de la invasión israelí. Además de la defensa del Estado, el Ejército tiene funciones de seguridad policiales. Sin embargo, el Gobierno no tiene el monopolio de la fuerza en Líbano, y sus tropas tampoco son el principal actor militar. Ese papel lo ocupa precisamente Hezbolá, la milicia y partido islamista chií que controla buena parte del país, en especial el sur.
Unas fuerzas débiles
Las Fuerzas Armadas de Líbano se fundaron en 1945, dos años después del país, a partir de las tropas que habían estado bajo el mando francés. Desde sus inicios se plantearon como cuerpos multiconfesionales, pero estuvieron marcados por las divisiones étnicas y religiosas que han caracterizado a Líbano. En ese contexto, los primeros Gobiernos liderados por los cristianos maronitas mantuvieron un ejército modesto para evitar que las facciones musulmanas suníes y chiíes lo usaran en su contra y no entrar en el emergente conflicto árabe-israelí. Con todo, los primeros combates del Ejército libanés fueron en 1948 en la guerra entre los países árabes y el nuevo Estado de Israel, como defendían las facciones musulmanas.
Sin embargo, las divisiones internas en Líbano se profundizaron y, con ellas, la debilidad del ejército estatal. Las disputas finalmente estallaron en una guerra civil que duraría desde 1975 hasta 1990. El Ejército ya estaba dividido entre las facciones que se disputaban el control del país, y durante ese periodo llegó a ponerse del lado de los cristianos. Eso llevó a que los soldados musulmanes empezaran a negarse a recibir órdenes de superiores maronitas. Entretanto, el Ejército se vio superado por las milicias cristianas y musulmanas y por la participación de actores como la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y las fuerzas de Siria e Israel, hasta que en la práctica terminó desintegrándose. De hecho, tras la primera operación israelí en 1978 la ONU creó la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (UNIFIL) para asegurar la retirada y restablecer la paz, evidenciando la incapacidad del Ejército libanés.
Con el fin de la guerra civil se relanzaron las Fuerzas Armadas para fortalecer la unidad nacional, pero tuvieron poco éxito. Por un lado, Líbano atravesó un posconflicto violento en el que los principales actores de la guerra pasaron a liderar las instituciones políticas, perpetuando tanto las divisiones como la debilidad estatal. Por otro lado, Israel había invadido el país en 1982 para expulsar a la OLP. Tras lograrlo, se quedó ocupando el sur del Líbano desde 1985 hasta el año 2000. La salida de la OLP dejó un vacío de poder que permitió el surgimiento de Hezbolá para luchar contra la presencia israelí. En los años noventa, la milicia islamista chií fue la única que no se desarmó, de acuerdo con las negociaciones de paz. Entró en política como partido y estableció una red de protección social en el sur del país, que se volvió su bastión político.
El Ejército de Líbano no es rival para Israel
El Gobierno nunca recuperó el monopolio de la fuerza en Líbano. Incluso desde los años noventa ha habido cuatro vacíos presidenciales, contando el actual, lo cual ha debilitado a las Fuerzas Armadas. De hecho, la misión de asegurar la retirada israelí en el 2000 y la frontera entre ambos países se le encargó a la UNIFIL. En ese marco, el Ejército también se vio superado por Hezbolá. La mayoría de los enfrentamientos posteriores con Israel los ha protagonizado la milicia chií, incluida la guerra de 2006. La Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU para resolver aquel conflicto estableció que las Fuerzas Armadas y la UNIFIL debían desarmar a Hezbolá, pero no se han atrevido ya que no tienen capacidad para lograrlo.
Las Fuerzas Armadas libanesas cuentan con 80.000 efectivos, pero sus equipos y armamento son limitados y en su mayoría han sido donados o vendidos a precios bajos por otros países. Además, han terminado volcadas hacia la seguridad interna. En cambio, se estima que Hezbolá cuenta con menos de 30.000 efectivos y 20.000 reservistas, pero su histórico líder recientemente asesinado por Israel, Hasán Nasrala, aseguró en 2021 que eran 100.000. La milicia también tiene entre 120.000 y 200.000 cohetes y misiles, arraigo entre la población chií (un tercio del país) y el apoyo regional de Irán y del Eje de la Resistencia.
El mapa de Hezbolá, el gran enemigo de Israel en Líbano
Con ese trasfondo, el Ejército libanés no tiene capacidades para enfrentar a Israel. Según el índice de la plataforma Global Fire Power, Líbano tiene las fuerzas militares más débiles de Oriente Próximo. Mientras tanto, el Estado hebreo es una de las principales potencias militares de la región, y su invasión del sur del país desde el pasado 30 de septiembre forma parte de la escalada con Hezbolá. También por esa razón, en un Líbano que sigue dividido, las Fuerzas Armadas no han sido enviadas a combatir ya que hay sectores contrarios a la milicia chií interesados en que Israel reduzca su influencia. Así ha sido durante décadas de ausencia o papel secundario en el conflicto entre ambas partes y ahora ante la nueva ofensiva.