¿Quién es Hassan Nasralah, el líder del Hizbulah?
Ligado a Siria e Irán, el clérigo ha construido una de las organizaciones armadas no nacionales más poderosas del mundo
Hassan Nasralah, secretario general de Hizbulah, ha liderado la organización política y militar chiita desde 1992. Objetivo desde hace años de los servicios secretos israelíes, evita hacer apariciones públicas por miedo a ser asesinado y dirige la organización desde un lugar secreto, desde donde graba discursos en video, que distribuye entre sus seguidores casi semanalmente.
Bajo el liderazgo de Nasralah, cuyo apellido se traduce como “victoria por medio de Dios”, Hizbulah ha pasado de ser un movimiento armado local al mayor partido político de la historia reciente del Líbano.
En las elecciones parlamentarias de 2018, Hizbulah obtuvo más de 340.000 votos preferenciales, la mayor cantidad de cualquier partido en el Líbano desde la independencia.
Paralelamente ha crecido su potencia militar y en octubre de 2021, Nasrallah dijo que Hizbulah tenía 100.000 combatientes, lo que la convertiría en una de las organizaciones armadas no nacionales más poderosas del mundo.
Nasrallah nació en Beirut en 1960, en una familia humildes (su padre tenía una pequeña tienda de comestibles), y desde su infancia fue un estudioso del Islam. Comenzó su trayectoria política en el Movimiento Amal, focalizado en lograr más poder para la comunidad chií del Líbano, entonces relegada a un segundo plano frente las milicias cristianas y sunitas, antes de unirse a Hizbulah a principios de los años 1980.
Bajo su liderazgo, Hizbulah se convirtió en la única fuerza armada que ha obligado a Israel a retirarse de un país árabe, en 2006, tras una guerra que duró 34 días, y esto reforzó su preeminencia en todo Oriente Medio, más allá del propio Líbano.
Así, Nasralah es uno de los líderes destacados del Eje de Resistencia de Irán, que incluye a Hizbulah, el gobierno del presidente sirio Bashar Assad, los movimientos palestinos Hamás y la Jihad Islámica, el movimiento Houthi en Yemen y varios grupos paramilitares iraquíes.
Desde el sur del Líbano, el grupo ha sido una constante amenaza para Israel, con el lanzamiento sistemático de cohetes, que le suministra Irán, a lo largo de los 120 km de frontera entre Líbano e Israel.
Sin embargo, el apoyo de Irán a Hizbulah es también financiero y le ha permitió brindar ayudas sociales a muchos chiitas libaneses, con la creación de una red de escuelas, hospitales y asociaciones benéficas. Esto, junto a su narrativa de desafío y supervivencia, ha cimentado el apoyo popular a su liderazgo.
Nasrallah aseguró que desconocía el ataque que Hamas lanzó el 7 de octubre contra una fiesta en un kibutz, que costó la vida a unas 1.300 personas y dejó heridas a otras 3.400, pero lo elogió como “un acto heroico, valiente y creativo” que había revelado la debilidad y vulnerabilidad de Israel.
Desde entonces, incrementó el lanzamiento de cohetes “en solidaridad” con los palestinos, a los que Israel ha respondido con ataques aéreos transfronterizos. La semana, como inicio de su nueva ofensiva, atacó la red de comunicaciones de la organización y en su último discurso pronunciado el 19 de septiembre, Nasrallah prometió castigar a Israel.
“Se trata de un ajuste de cuentas que llegará, ¿cuál es su naturaleza, su tamaño, cómo y dónde? Sin duda, esto es algo que guardaremos para nosotros y en el círculo más estrecho, incluso dentro de nosotros mismos”, afirmó.