Por qué los latinos están dejando de votar demócrata en Estados Unidos
La población latina de Estados Unidos se está derechizando y la tendencia se ha acelerado durante la Administración Biden. Este giro político de la minoría más numerosa del país sacudirá las próximas elecciones de noviembre y cambiará para siempre el panorama político nacional
Donald Trump puede lograr este año lo que ningún candidato republicano hasta ahora en Estados Unidos: el apoyo mayoritario de la población latina en unas elecciones presidenciales. Está en condiciones de hacerlo a pesar de que hace solo ocho años afirmaba cosas como que “este es un país donde hablamos inglés, no español”.
El Partido Republicano está mejorando su estatus entre los latinos, que ya son la minoría más grande del país. Suponen el 19,5% de la población, superando los 62 millones de personas, un 5,5% más que los negros. En su primera campaña a la Casa Blanca en 2016, Trump obtuvo un 28% de su apoyo. Cuatro años después fue un 32%, alcanzando hasta un 41% entre los latinos sin estudios superiores.
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Y parece que este respaldo va a aumentar en las próximas elecciones. Según una encuesta de julio, Trump obtendría el 38% del voto latino frente al 57% de Kamala Harris, la candidata demócrata. Otro estudio apunta a que solo un 39% de los latinos tiene una opinión favorable de Harris, frente a un 41% del presidente Biden, aunque esta encuesta se hizo en marzo, meses antes de que se conociera la candidatura de Kamala, y entonces uno de cada cinco votantes latinos todavía no tenía una opinión formada sobre ella.
Si Harris es capaz de articular propuestas económicas que resuenen entre la población latina podría convencer a un electorado crucial para sus aspiraciones a la Casa Blanca. De lo contrario, no solo Trump lo tendrá más fácil para ganar las elecciones. Será la prueba de que la población latina está dando un giro conservador que va a transformar profundamente la política en Estados Unidos para las próximas décadas.
Los latinos, caladero de votos demócrata… ¿Seguro?
Los éxitos electorales del Partido Demócrata se han debido, en parte, al apoyo de las minorías étnicas, incluidos los latinos. Barack Obama obtuvo un 67% de su voto en 2008 y hasta el 71% cuatro años después. Mientras la retórica antimigración del Partido Republicano alienaba a gran parte de los votantes latinos, los demócratas, especialmente con Obama, han hecho de la multiculturalidad una de sus banderas.
La buena imagen de Obama entre la población latina no se vio afectada incluso pese a que dirigió el país durante los años con mayor número de deportaciones en su historia. Obama logró un gran apoyo entre los latinos gracias a políticas como la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). El DACA, denunciado por los republicanos y paralizado en los tribunales desde 2023, otorgaba un permiso de trabajo a los inmigrantes indocumentados que habían llegado al país siendo niños y fue tremendamente popular entre la población latina.
Con todo, el voto latino no es una masa homogénea. Si algo les caracteriza es su división política en función de su origen y estatus migratorio. Los cubanos son más conservadores que los puertorriqueños o mexicanos. En 2016, por ejemplo, un 71% de los latinos no cubanos de Florida votó por Biden y un 26%, por Trump. El porcentaje entre los cubanos fue del 41% y 54% respectivamente. Los dos únicos senadores republicanos latinos en el cargo —Ted Cruz, por Texas y Marco Rubio, por Florida— son de origen cubano. Por el contrario, algunas de las figuras latinas demócratas más influyentes son puertorriqueñas, como Alexandria Ocasio Cortez, congresista por Nueva York, o mexicanas, como Alex Padilla, senador por California.
Sin embargo, lo cierto es que la población latina en su conjunto se está derechizando. La tendencia tiene causas más profundas, pero se ha acelerado durante los cuatro años de la Administración Biden gracias a ciertas políticas impopulares del presidente y una campaña republicana de captación de voto. Uno de los factores de largo recorrido es el aumento de la población venezolana, con un perfil ideológico parecido al de los cubanos. Los venezolanos han pasado de 95.000 personas en 2000 a 640.000 en 2021 y ya contribuyen a esta derechización, como es visible en estados como Florida.
Otro de los factores es la religión, que lleva a los latinos a adoptar posturas más conservadoras en temas como el aborto. El 42% opina que debería de ser ilegal siempre o en la mayoría de los casos, seis puntos más que la media nacional. En los últimos años el Partido Republicano se ha acercado a votantes latinos religiosos, sobre todo a los evangélicos, intentando ganarse su apoyo con una agenda conservadora en temas como el aborto y los roles de género.
Aunque quizá el elemento más importante es que los latinos cada vez se preocupan más por la economía y menos por la inmigración. El Partido Demócrata tradicionalmente ha tratado de movilizar el voto latino con medidas favorables a la inmigración, pero las segundas o terceras generaciones de latinos, ya asentados en el país, no se sienten tan implicados en ese asunto. Lo que más les importa es el estado de la economía, como al resto de la clase trabajadora estadounidense. En ese sentido, muchos latinos podrían sentirse atraídos por las medidas de conservadurismo fiscal del Partido Republicano.
Los años de Biden han asentado el giro conservador
Y es precisamente la economía uno de los mayores problemas del Partido Demócrata para estas elecciones. Desde que Biden y Harris tomaron posesión en enero de 2021, el coste de vida ha aumentado, en parte debido a la inflación pospandémica, en áreas como el cuidado infantil, la gasolina y hasta la comida rápida. Los temas económicos encabezan la lista de preocupaciones de la población latina: según una encuesta de finales de 2023, el 54% opinaba que la inflación y el coste de vida era los temas más importante a tratar por el Congreso, seguido de un 44% que mencionaba el empleo y la economía.
El otro gran tema de estas elecciones, la inmigración, tampoco ayuda a los demócratas. El electorado latino ha criticado decisiones de la Administración Biden-Harris como el fin de dos medidas antinmigratorias de Trump: “Quédate en México”, de restricción del asilo, y el Título 42, que permitía expulsar a migrantes por motivos de salud pública durante la pandemia.
El 65% de latinos opina que las personas indocumentadas deben tener opciones de regularizar su situación, pero el 62% también cree que mejorar la seguridad de la frontera debe ser una prioridad. En diciembre del año pasado, casi 250.000 personas trataron de cruzar la frontera entre Estados Unidos y México, un récord que superó en casi 25.000 personas al anterior, de mayo del 2022, también durante la Administración Biden-Harris. Este auge migratorio ha perjudicado a los demócratas en regiones fronterizas como el Valle del Río Grande, en el sur de Texas, donde una parte importante de la población es latina.
Además, Kamala Harris ha sido una de las caras más visibles de la Administración Biden en materia migratoria, lo que ha dañado su imagen. Su labor era lidiar con las “cuestiones fundamentales” que llevan a personas de países como Guatemala o Honduras a migrar a Estados Unidos, no gestionar la frontera con México. Sin embargo, los republicanos no han dudado en atacar a la candidata demócrata por su papel en la crisis migratoria. Trump ha llegado a decir que que Harris es una “incompetente” que ha llevado al país a tener la “peor y más peligrosa frontera del mundo”.
El Partido Republicano ha sabido canalizar el descontento de parte de la población latina con Biden y Harris apostando por un mensaje de estabilidad económica y seguridad. En una entrevista el pasado noviembre, Trump dijo que “algunos de los mejores pequeños negocios de nuestro país son construidos por latinos” y que esta población es “muy emprendedora y quiere seguridad, (…) esa es una de las razones por las que les gusto”. Para afianzar su mensaje, los conservadores cuentan con el apoyo de grupos como The Libre Initiative, una organización que ha invertido millones de dólares en atacar las políticas económicas de Biden, o los Latino Americans for Trump.
El giro que cambiará la política del país
Este giro conservador es un grave problema para los demócratas de cara a estas elecciones y en el largo plazo. Por pequeño que sea, un cambio en el voto latino puede inclinar la balanza a favor de Trump en noviembre. En estados bisagra como Nevada, donde la población latina suponía el 29,6% en 2022, o en Arizona, donde suponía el 32%, su apoyo resulta crucial: la diferencia entre Biden y Trump en 2020 en ambos estados fue de solo 33.596 y 10.457 votos respectivamente.
La situación no pinta bien para los demócratas en ninguna de estas regiones. En Arizona, Harris recibiría el 42% de los votos frente a un 48% de Trump. En Georgia, otro estado bisagra clave para la victoria demócrata en 2020, Trump recibiría el 51% y Harris, el 46%. Otro motivo de preocupación para los demócratas es que el candidato independiente Robert F. Kennedy Jr., antiguo miembro del Partido Demócrata, puntúa bien entre los latinos gracias a la histórica cercanía de su familia con este colectivo y al descontento de los jóvenes con el sistema bipartidista, especialmente en estas regiones clave.
En el medio y largo plazo, un desplazamiento del voto latino puede poner estados tradicionalmente demócratas como Virginia en manos republicanas. Sería algo similar a lo que ocurrió en California pero a la inversa: en los siguientes cuarenta años desde 1952, este estado apoyó a candidatos republicanos en todas las elecciones presidenciales menos una, la de 1964, celebradas tras el asesinato del demócrata John F. Kennedy. Pero el auge de la población latina, así como las restrictivas propuestas de los republicanos en materia migratoria, solidificaron el auge demócrata en el estado más poblado del país, llevando a la victoria demócrata con Bill Clinton en 1992 Ahora estados como Virginia o Nevada, que ha votado demócrata en todas las presidenciales desde 2008, podrían volverse republicanos gracias a la derechización de los latinos.
No obstante, esta derechización latina también es un desafío para el Partido Republicano. Se estima que la población latina supondrá un 27,5% en 2060, casi el doble que con 2016, lo que aumentará su influencia política. Esto puede antagonizar a parte de la población blanca, el tradicional caladero de votos republicano, y especialmente al sector más supremacista y radical, preocupado por el auge de las minorías. Sin embargo, algunas figuras latinas como Enrique Tarrio, de origen cubano y antiguo jefe del grupo neofascista Proud Boys, demuestran que “los latinos pueden ser supremacistas blancos”, como dijo el escritor de la revista The Atlantic Adam Serwer: son capaces de integrarse en un discurso racista que, a priori, les excluye de su idea sobre cómo debe ser Estados Unidos.
¿El fin de la hegemonía demócrata latina?
Cuatro años de Administración demócrata han acelerado la derechización de los latinos, convirtiendo una tendencia que tradicionalmente ha caracterizado a los cubanos en una realidad para otras comunidades como la mexicana. Las elecciones en Estados Unidos se juegan por pequeños márgenes en un puñado de estados. Con Robert Kennedy Jr. recabando alrededor del 6% del voto nacional, Kamala Harris necesita asegurarse el respaldo de las comunidades que llevaron a Joe Biden a la Casa Blanca en 2020, especialmente el de la población latina, si quiere convertirse en la primera presidenta del país.
Por otro lado, el giro de la población latina hacia la derecha alterará las dinámicas del Partido Republicano, disminuyendo la influencia de los blancos, que en 2022 constituían el 85% de sus votantes. Si los nuevos votantes latinos logran integrarse en un electorado cada vez más escorado hacia la ultraderecha, las oportunidades de los republicanos se incrementarán significativamente. Florida, antiguo estado bisagra, parece haber sucumbido a estas tendencias conservadoras, y otros como Nevada podrían seguir la misma senda. Lejos de suavizar sus posturas migratorias, Trump se ha centrado en un mensaje económico populista que resuena entre los latinos.
Pero no todo está perdido para los demócratas. Para evitar la sangría de votos, Harris debe proponer un programa económico adecuado al votante latino, sobre todo a la clase trabajadora. Tiene una buena base de la que partir en ciertos planes aprobados durante su Gobierno, como el American Rescue Plan, una medida de 2021 para responder a la crisis económica producida por el covid que ayudó a mantener al 24% de los niños latinos fuera de la pobreza; el Infrastructure Investment and Jobs Act, también de 2021, que mejoró las conexiones de banda ancha, a las que tan solo el 65% de los latinos tenía acceso; o un plan de oportunidades educativas para latinos. Grupos de influencia como Voto Latino ya se han comprometido a destinar 44 millones de dólares a la campaña de Harris.
El electorado latino es imprescindible para llegar a la Casa Blanca. Dar por sentado su apoyo y no escuchar sus demandas perjudicará a cualquier candidato: el 80% de los latinos cree que son utilizados como “marionetas políticas” por parte de políticos que no se preocupan por ellos. Cambiar esta visión generalizada no será fácil, pero Harris solo ganará si consigue convencerles de que les tiene en cuenta. Sea como sea, la influencia de los latinos es cada vez mayor: en unos años, el español se escuchará en los pasillos del poder en Washington, y no está claro que sea de voces demócratas.