Israel ha asesinado a Ismail Haniya, líder político de Hamás. ¿Qué pasará ahora?
La muerte de Haniya hará descarrilar las negociaciones con Hamás y puede provocar una escalada regional con Irán
El líder político de Hamás, Ismail Haniya, ha muerto en Teherán en un ataque atribuido a Israel. Con este golpe, Tel Aviv pretende dañar a Hamás y enviar un mensaje a Irán. Sus implicaciones regionales serán enormes: paralizará las negociaciones entre Israel y Hamás y acercará un conflicto regional con Irán. También afectará a la estructura de la organización islamista.
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Qué busca Israel matando a Haniya
Israel buscaba dos cosas con este ataque:
- Primero, debilitar a Hamás: La desaparición de Haniya deja a la organización sin su líder político. En su lugar, cobrarán todavía más protagonismo Yahya Sinwar, líder de Hamás en la Franja de Gaza, y Mohamed Deif, comandante de su brazo militar. Ambos se esconden en Gaza, al contrario que Haniya, que vivía en el extranjero.
- Segundo, y más importante, lanzar un mensaje a Irán: Este ataque demuestra la superioridad de la inteligencia israelí frente a la iraní. Israel transmite la idea de que puede golpear a su gran rival en cualquier momento y lugar. Incluso en su capital y el mismo día de la investidura de su nuevo presidente, Masud Pezeshkian.
La inteligencia israelí tiene un amplio historial de asesinatos selectivos contra sus enemigos. Se estima que han acabado con cerca de 2.700 objetivos desde 1948, incluidos destacados miembros de Hamás. Eliminar a la cúpula de la organización ha sido la prioridad de Israel desde el ataque terrorista del 7 octubre. Sinwar y Deif han escapado por ahora, pero hace solo dos semanas un bombardeo israelí dirigido contra Deif en una zona humanitaria del sur de Gaza dejó alrededor de noventa palestinos muertos.
Implicaciones regionales del ataque
El efecto inmediato será hacer descarrilar las negociaciones entre Israel y Hamás, estancadas desde hace semanas. No habrá alto al fuego y es muy poco probable que se logre liberar a los rehenes israelíes que siguen con vida en Gaza.
A ambas partes les interesaba que las conversaciones fracasaran. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, presionado por sus socios ultras, no quiere ceder a las demandas de Hamás y necesita ganar tiempo, de ahí que intente abrir otro frente con Hezbolá en Líbano para desviar la atención de Gaza. En ese sentido, el Parlamento israelí acaba de entrar en los tres meses de receso de verano, lo que impide que el Gobierno caiga y se puedan convocar elecciones. Hamás, por su parte, sigue reconstruyendo su poder en Gaza. Haniya encabezaba la delegación palestina en las conversaciones.
Pero la consecuencia más grave será aumentar el riesgo de una escalada regional. Porque además, horas antes de acabar con Haniya, Israel también dice haber asesinado a Fuad Shukr, líder militar de Hezbolá, la milicia libanesa aliada de Irán, con un bombardeo en Beirut. Días antes, Hezbolá bombardeó los Altos del Golán, ocupados por Israel, dejando doce jóvenes muertos.
Hasta ahora Irán ha evitado entrar en una guerra con Israel pese a haber sufrido ataques israelíes como el bombardeo de su embajada en Damasco en abril. El régimen pasa por un momento de debilidad, con una economía maltrecha, el cambio de presidente tras la muerte de Ebrahim Raisí en mayo y la sucesión del anciano líder supremo, Alí Jamenei, pendiente. Sin embargo, este ataque agravará la sensación de amenaza. Irán tendrá que responder con fuerza si no quiere transmitir debilidad. Ya lo hizo tras el ataque de Damasco con un bombardeo con misiles y drones en Israel. Ahora podría optar por algo aún más contundente que a su vez lleve a Israel a escalar.
El asesinato de Haniya también es delicado para las potencias de Oriente Próximo. Países como Turquía o Catar mantenían muy buena relación con él e incluso le habían acogido en su exilio. El ataque endurecerá la retórica antiisraelí de líderes como el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan. El riesgo de escalada obligará a los países del Golfo a alinearse con uno de sus dos adversarios históricos: Israel o Irán, lo que probablemente aislará más a Teherán.
Finalmente, el atentado también perjudica a Joe Biden. Como con el ataque de Damasco, es improbable que el Gobierno estadounidense supiera de esta operación tan arriesgada. Una escalada regional en Oriente Próximo dañaría las opciones de los demócratas en las elecciones de noviembre. Pero a Netanyahu eso no le importa: no tiene buena sintonía con Biden y confía en la vuelta de Donald Trump, más favorable a los intereses del Gobierno israelí.