Sin reglas claras la Inteligencia Artificial aumentará la inequidad
Sólo por la incidencia de la inteligencia artificial (IA), la tasa de crecimiento del PIB de mediano plazo en América Latina podría aumentar en un 1%, sostiene una reciente publicación conjunta del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) y el Banco Interamericano...
Sólo por la incidencia de la inteligencia artificial (IA), la tasa de crecimiento del PIB de mediano plazo en América Latina podría aumentar en un 1%, sostiene una reciente publicación conjunta del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Casi la mitad de ese aumento “estaría en condiciones de generarse por un incremento de la productividad, al permitir que los trabajadores centren su labor en tareas donde aportan más valor agregado”, agrega el estudio, publicado en el nuevo número de la publicación Integración y Comercio de INTAL-BID, titulada “Algoritmolandia. Inteligencia Artificial para una integración predictiva e inclusiva de América Latina”.
Sin embargo, la publicación también advierte que el impacto estimado de la IA en el PIB es hasta 3 o 4 veces menor en Latinoamérica que en economías desarrolladas. Esta nueva brecha “haría incluso más difícil la convergencia en el desarrollo y da cuenta del riesgo que implica cierto rezago en apuntalar las condiciones necesarias para afianzar la IA y su uso para lograr aumentos de productividad”.
El informe contó con la participación e insumos de 40 expertos en el tema, que trabajan desde diferentes sectores (medicina, comercio, tecnología, etc.).
Con un enfoque holístico, multidisciplinario y con evidencia empírica, analizan las implicancias socioeconómicas de la IA, y proyectan algunas respuestas sobre cómo puede Latinoamérica aprovechar las oportunidades que ofrece esta tecnología para mejorar la vida de sus ciudadanos, lograr una mayor integración de los países, y mitigar los riesgos propios de los cambios de época.
Diferencia de impactos de la IA en el PIB
Las estimaciones de INTAL-BID calculan que para el año 2035 (un mediano plazo) los países desarrollados gozarán de un impacto mayor en el crecimiento de sus economías gracias a la IA que los países latinoamericanos.
Particularmente, en países como EEUU, Finlandia, Alemania o Japón, la IA permitirá que su PIB crezca en al menos 2 puntos porcentuales más de lo que crecería sin los beneficios de esta tecnología. Por ejemplo, para el año 2035 se estima que el PIB de EEUU podría crecer en 4,6% con IA, mientras lo haría apenas en 2,8% sin IA.
En Finlandia el PIB crecería en 4,1% con IA, y solo un 2,1% sin IA. En Alemania y Japón el impacto de la IA en el crecimiento del PIB sería aún mayor: 3% con IA versus 1,4% sin IA, y 2,7% con IA versus 0,8% sin IA, respectivamente.
Al contrario, los países latinoamericanos lograrían sólo un punto porcentual más de crecimiento gracias a la IA. Por ejemplo, el crecimiento del PIB de Chile sería de 3,5% sin IA y de 4,5% con IA. El de Perú sería de 3,2% sin IA y llegaría a 4,2% con IA. El de Brasil sería de3,2% sin IA y de 4,1% con IA. En Colombia el impacto sería aún menor: 3,7% sin IA y 4,5% con IA.
El rezago latinoamericano, y la consiguiente brecha que se evidencia aquí, se debe en parte a que la IA “profundiza las tendencias que ya se ven en la actualidad en los patrones de comercio internacional, con cambios en las cadenas globales de valor, los flujos de comercio e inversión y la relocalización de las tareas codificables”.
En este contexto, el director del INTAL, Gustavo Beliz, explica que es importante comprender que la IA es más que una nueva ola de tecnología: “Es un híbrido único de capital y trabajo, que crea una fuerza productiva completamente novedosa, capaz de auto-enseñarse”.
Por tanto, “es urgente” para los países latinoamericanos “incorporar estas nuevas tecnologías a nuestra matriz productiva y a nuestra canasta exportadora para no quedar rezagados con respecto a las economías más desarrolladas”.
Una “tecno-diplomacia” comercial
De acuerdo con la publicación de INTAL-BID, la inteligencia artificial puede también servir como instrumento de gestión de las políticas comerciales, constituyéndose en “un potente medio de aceleración”.
Y es que el análisis de “enormes flujos de datos de intercambio comercial, de posiciones arancelarias, de normas técnicas y sanitarias, de evaluaciones de impacto, de reglas de origen y estimaciones de factibilidad influyen tanto en la duración de los debates multilaterales como los factores políticos”, afirman desde Algoritmolandia.
En ese sentido, el uso de aplicaciones de IA puede impulsar o facilitar negociaciones que requieren el consenso de varios países al volverlas más eficientes, ya que incrementan la capacidad de procesar una gran cantidad de acuerdos comerciales existentes e incluso sugieren caminos compatibles con las negociaciones en curso.
“El análisis automatizado de datos permite rastrear varios años de decisiones, comprender en qué se basan los argumentos de las demás partes y apreciar si tienen aún vigencia. Al resolver cuestiones objetivas con información documentada en un rastreo inteligente, las negociaciones ganan fluidez”, agrega la publicación.
De hecho, ya se están llevando adelante prototipos para negociaciones que están en curso. Por ejemplo, para las negociaciones del MERCOSUR y Canadá, desde Brasil ya se está trabajando con el proyecto Intelligent Tech & Trade Initiative (ITTI), con soporte de compañías tecnológicas privadas y la Organización Mundial del Comercio (OMC) como escenario de presentación.
¿Riesgos para el empleo?
Tanto los estudios de INTAL-Latinobarómetro, como los del Eurobarómetro y del Pew Research Center, muestran que más del 70% de los habitantes de Latinoamérica, Europa y EEUU temen que la IA y los robots reemplacen sus actuales trabajos y destruyan más ocupaciones de las que puedan crear.
Asimismo, según sean las estimaciones de estas fuentes, el riesgo de pérdida de trabajo en cada país como consecuencia de la automatización fluctúa entre el 10% y el 65%, y existen también predicciones que indican que solo algunas pocas tareas dentro de cada ocupación serán automatizables por completo.
En este contexto, Algoritmolandia presenta una nueva forma de medir ese riesgo, con datos a nivel agregado y que permite un seguimiento del riesgo de automatización a lo largo del tiempo: el Indicador Sintético del Riesgo de Automatización.
Este indicador pondera diferentes elementos vinculados al fenómeno: el nivel educativo, la estructura productiva, la proporción de robots por obrero industrial, la penetración de las TIC (tecnologías de información y comunicación) y el contenido de software de las exportaciones de un país.
“Al incluir factores socioeconómicos en un monitoreo dinámico, el promedio de riesgo de automatización del empleo es de 39% para la región, en un rango de 1 a 100, donde 100% es un riesgo máximo”, muestra el informe de Algoritmolandia. Los países de América Latina se ubican entre mínimos de 36% (Chile) y máximos de 43% (Colombia).
Según se explica en el estudio, el riesgo de automatización del empleo es mayor cuando el PIB per cápita es más bajo y cuando la desigualdad del ingreso es elevada. Aunque no hay datos específicos para Bolivia, dicho país está dentro de este rango, considerando además que el PIB per cápita es relativamente menor comparado con el nivel regional y que la desigualdad del ingreso es cercana al promedio sudamericano.
Por tanto, el informe considera que es “esencial diseñar políticas públicas para manejar con cuidado la transición tecnológica de trabajadores desplazados hacia nuevos empleos”, y destaca que la participación del sector privado “resulta prioritaria: en la actualidad, el 54% de los altos ejecutivos de empresas está invirtiendo en IA y la automatización afectará, en diferente medida, a todos los sectores económicos”.
Primero la “cobotización”
Según Gustavo Beliz, el director del INTAL, antes de que los robots desplacen a los trabajadores y dominen el mundo, viene un periodo de “cobotización”: la convivencia entre robots y trabajadores que requieren otro tipo de habilidades y formación en el sistema educativo.
La receta de la cobotización para evitar la pérdida de empleo, descrita en Algoritmolandia, consiste en “atizar la creación de una fuerza laboral con inteligencia aumentada, donde la IA eleve los límites de las capacidades tradicionales”.
El informe resalta que con el surgimiento de los “trabajadores digitales”, casi el 75% del impacto de la automatización en el empleo se producirán dentro del mismo puesto de trabajo.
“Se espera que a 2030 los trabajadores dediquen dos horas menos por semana a tareas rutinarias automatizables, lo que les permitirá concentrarse en tareas más complejas e interactivas. Pasarán el doble de su tiempo resolviendo problemas y le dedicarán un 41% más al pensamiento crítico y al razonamiento. Utilizarán la comunicación verbal y las habilidades interpersonales un 17% más frecuentemente por semana y necesitarán desarrollar una mentalidad emprendedora más fuerte”.
Aunque el escenario de la cobotización es considerado como “menos fatalista” que el de la automatización plena, plantea desafíos importantes para la región, tanto en términos de educación/formación (muchas personas necesitarán reentrenarse) como en el surgimiento de nuevas profesiones.
“Para favorecer la evolución del mercado laboral se precisa incentivar inversiones públicas y privadas que fortalezcan las capacidades de investigación básica relacionadas con IA y automatización, como robótica, sistemas autónomos, aprendizaje profundo y computación cuántica”, afirma Algoritmolandia.
Por su parte, Beliz advierte que “si no hay reglas del juego claras”, hay un riesgo alto de que la tecnología aumente la brecha de inequidad en la región. “Pero si hay reglas claras y una decisión estratégica de los Estados, de las empresas y de la sociedad para establecer prioridades, la tecnología también puede ser una formidable manera para incorporar a los sectores que socialmente están desplazados”.
Potencial para el bienestar
Para promover la equitativa distribución de los dividendos digitales, el estudio de INTAL-BID plantea “trabajar en un espíritu de experimentación y prototipeo de políticas estatales, que permita forjar un sector público inteligente y generador de mayor impacto social”.
Ya hay un potencial para ello. Por ejemplo, el informe destaca que las herramientas de IA en la región contribuyen a reducir un 40% del costo de reforzamiento escolar y aumentan en un 25% el acceso a literatura especializada, actúan de apoyo para el profesor y adaptan los contenidos a cada estudiante. Esto se puede llevar al ámbito de la medicina, del sistema de justicia, y otros servicios públicos y privados.
Pero para avanzar en esto, un paso clave es que los países de la región elaboren planes de IA. Por ahora, solamente Canadá, México y EEUU cuentan con planes de IA en este continente. La Unión Europea, China, Rusia, India, Japón, Singapur, Malasia, Corea del Sur y los Emiratos Árabes completan la lista. No hay ningún país centro o sudamericano con planes de IA.
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Casi la mitad de ese aumento “estaría en condiciones de generarse por un incremento de la productividad, al permitir que los trabajadores centren su labor en tareas donde aportan más valor agregado”, agrega el estudio, publicado en el nuevo número de la publicación Integración y Comercio de INTAL-BID, titulada “Algoritmolandia. Inteligencia Artificial para una integración predictiva e inclusiva de América Latina”.
Sin embargo, la publicación también advierte que el impacto estimado de la IA en el PIB es hasta 3 o 4 veces menor en Latinoamérica que en economías desarrolladas. Esta nueva brecha “haría incluso más difícil la convergencia en el desarrollo y da cuenta del riesgo que implica cierto rezago en apuntalar las condiciones necesarias para afianzar la IA y su uso para lograr aumentos de productividad”.
El informe contó con la participación e insumos de 40 expertos en el tema, que trabajan desde diferentes sectores (medicina, comercio, tecnología, etc.).
Con un enfoque holístico, multidisciplinario y con evidencia empírica, analizan las implicancias socioeconómicas de la IA, y proyectan algunas respuestas sobre cómo puede Latinoamérica aprovechar las oportunidades que ofrece esta tecnología para mejorar la vida de sus ciudadanos, lograr una mayor integración de los países, y mitigar los riesgos propios de los cambios de época.
Diferencia de impactos de la IA en el PIB
Las estimaciones de INTAL-BID calculan que para el año 2035 (un mediano plazo) los países desarrollados gozarán de un impacto mayor en el crecimiento de sus economías gracias a la IA que los países latinoamericanos.
Particularmente, en países como EEUU, Finlandia, Alemania o Japón, la IA permitirá que su PIB crezca en al menos 2 puntos porcentuales más de lo que crecería sin los beneficios de esta tecnología. Por ejemplo, para el año 2035 se estima que el PIB de EEUU podría crecer en 4,6% con IA, mientras lo haría apenas en 2,8% sin IA.
En Finlandia el PIB crecería en 4,1% con IA, y solo un 2,1% sin IA. En Alemania y Japón el impacto de la IA en el crecimiento del PIB sería aún mayor: 3% con IA versus 1,4% sin IA, y 2,7% con IA versus 0,8% sin IA, respectivamente.
Al contrario, los países latinoamericanos lograrían sólo un punto porcentual más de crecimiento gracias a la IA. Por ejemplo, el crecimiento del PIB de Chile sería de 3,5% sin IA y de 4,5% con IA. El de Perú sería de 3,2% sin IA y llegaría a 4,2% con IA. El de Brasil sería de3,2% sin IA y de 4,1% con IA. En Colombia el impacto sería aún menor: 3,7% sin IA y 4,5% con IA.
El rezago latinoamericano, y la consiguiente brecha que se evidencia aquí, se debe en parte a que la IA “profundiza las tendencias que ya se ven en la actualidad en los patrones de comercio internacional, con cambios en las cadenas globales de valor, los flujos de comercio e inversión y la relocalización de las tareas codificables”.
En este contexto, el director del INTAL, Gustavo Beliz, explica que es importante comprender que la IA es más que una nueva ola de tecnología: “Es un híbrido único de capital y trabajo, que crea una fuerza productiva completamente novedosa, capaz de auto-enseñarse”.
Por tanto, “es urgente” para los países latinoamericanos “incorporar estas nuevas tecnologías a nuestra matriz productiva y a nuestra canasta exportadora para no quedar rezagados con respecto a las economías más desarrolladas”.
Una “tecno-diplomacia” comercial
De acuerdo con la publicación de INTAL-BID, la inteligencia artificial puede también servir como instrumento de gestión de las políticas comerciales, constituyéndose en “un potente medio de aceleración”.
Y es que el análisis de “enormes flujos de datos de intercambio comercial, de posiciones arancelarias, de normas técnicas y sanitarias, de evaluaciones de impacto, de reglas de origen y estimaciones de factibilidad influyen tanto en la duración de los debates multilaterales como los factores políticos”, afirman desde Algoritmolandia.
En ese sentido, el uso de aplicaciones de IA puede impulsar o facilitar negociaciones que requieren el consenso de varios países al volverlas más eficientes, ya que incrementan la capacidad de procesar una gran cantidad de acuerdos comerciales existentes e incluso sugieren caminos compatibles con las negociaciones en curso.
“El análisis automatizado de datos permite rastrear varios años de decisiones, comprender en qué se basan los argumentos de las demás partes y apreciar si tienen aún vigencia. Al resolver cuestiones objetivas con información documentada en un rastreo inteligente, las negociaciones ganan fluidez”, agrega la publicación.
De hecho, ya se están llevando adelante prototipos para negociaciones que están en curso. Por ejemplo, para las negociaciones del MERCOSUR y Canadá, desde Brasil ya se está trabajando con el proyecto Intelligent Tech & Trade Initiative (ITTI), con soporte de compañías tecnológicas privadas y la Organización Mundial del Comercio (OMC) como escenario de presentación.
¿Riesgos para el empleo?
Tanto los estudios de INTAL-Latinobarómetro, como los del Eurobarómetro y del Pew Research Center, muestran que más del 70% de los habitantes de Latinoamérica, Europa y EEUU temen que la IA y los robots reemplacen sus actuales trabajos y destruyan más ocupaciones de las que puedan crear.
Asimismo, según sean las estimaciones de estas fuentes, el riesgo de pérdida de trabajo en cada país como consecuencia de la automatización fluctúa entre el 10% y el 65%, y existen también predicciones que indican que solo algunas pocas tareas dentro de cada ocupación serán automatizables por completo.
En este contexto, Algoritmolandia presenta una nueva forma de medir ese riesgo, con datos a nivel agregado y que permite un seguimiento del riesgo de automatización a lo largo del tiempo: el Indicador Sintético del Riesgo de Automatización.
Este indicador pondera diferentes elementos vinculados al fenómeno: el nivel educativo, la estructura productiva, la proporción de robots por obrero industrial, la penetración de las TIC (tecnologías de información y comunicación) y el contenido de software de las exportaciones de un país.
“Al incluir factores socioeconómicos en un monitoreo dinámico, el promedio de riesgo de automatización del empleo es de 39% para la región, en un rango de 1 a 100, donde 100% es un riesgo máximo”, muestra el informe de Algoritmolandia. Los países de América Latina se ubican entre mínimos de 36% (Chile) y máximos de 43% (Colombia).
Según se explica en el estudio, el riesgo de automatización del empleo es mayor cuando el PIB per cápita es más bajo y cuando la desigualdad del ingreso es elevada. Aunque no hay datos específicos para Bolivia, dicho país está dentro de este rango, considerando además que el PIB per cápita es relativamente menor comparado con el nivel regional y que la desigualdad del ingreso es cercana al promedio sudamericano.
Por tanto, el informe considera que es “esencial diseñar políticas públicas para manejar con cuidado la transición tecnológica de trabajadores desplazados hacia nuevos empleos”, y destaca que la participación del sector privado “resulta prioritaria: en la actualidad, el 54% de los altos ejecutivos de empresas está invirtiendo en IA y la automatización afectará, en diferente medida, a todos los sectores económicos”.
Primero la “cobotización”
Según Gustavo Beliz, el director del INTAL, antes de que los robots desplacen a los trabajadores y dominen el mundo, viene un periodo de “cobotización”: la convivencia entre robots y trabajadores que requieren otro tipo de habilidades y formación en el sistema educativo.
La receta de la cobotización para evitar la pérdida de empleo, descrita en Algoritmolandia, consiste en “atizar la creación de una fuerza laboral con inteligencia aumentada, donde la IA eleve los límites de las capacidades tradicionales”.
El informe resalta que con el surgimiento de los “trabajadores digitales”, casi el 75% del impacto de la automatización en el empleo se producirán dentro del mismo puesto de trabajo.
“Se espera que a 2030 los trabajadores dediquen dos horas menos por semana a tareas rutinarias automatizables, lo que les permitirá concentrarse en tareas más complejas e interactivas. Pasarán el doble de su tiempo resolviendo problemas y le dedicarán un 41% más al pensamiento crítico y al razonamiento. Utilizarán la comunicación verbal y las habilidades interpersonales un 17% más frecuentemente por semana y necesitarán desarrollar una mentalidad emprendedora más fuerte”.
Aunque el escenario de la cobotización es considerado como “menos fatalista” que el de la automatización plena, plantea desafíos importantes para la región, tanto en términos de educación/formación (muchas personas necesitarán reentrenarse) como en el surgimiento de nuevas profesiones.
“Para favorecer la evolución del mercado laboral se precisa incentivar inversiones públicas y privadas que fortalezcan las capacidades de investigación básica relacionadas con IA y automatización, como robótica, sistemas autónomos, aprendizaje profundo y computación cuántica”, afirma Algoritmolandia.
Por su parte, Beliz advierte que “si no hay reglas del juego claras”, hay un riesgo alto de que la tecnología aumente la brecha de inequidad en la región. “Pero si hay reglas claras y una decisión estratégica de los Estados, de las empresas y de la sociedad para establecer prioridades, la tecnología también puede ser una formidable manera para incorporar a los sectores que socialmente están desplazados”.
Potencial para el bienestar
Para promover la equitativa distribución de los dividendos digitales, el estudio de INTAL-BID plantea “trabajar en un espíritu de experimentación y prototipeo de políticas estatales, que permita forjar un sector público inteligente y generador de mayor impacto social”.
Ya hay un potencial para ello. Por ejemplo, el informe destaca que las herramientas de IA en la región contribuyen a reducir un 40% del costo de reforzamiento escolar y aumentan en un 25% el acceso a literatura especializada, actúan de apoyo para el profesor y adaptan los contenidos a cada estudiante. Esto se puede llevar al ámbito de la medicina, del sistema de justicia, y otros servicios públicos y privados.
Pero para avanzar en esto, un paso clave es que los países de la región elaboren planes de IA. Por ahora, solamente Canadá, México y EEUU cuentan con planes de IA en este continente. La Unión Europea, China, Rusia, India, Japón, Singapur, Malasia, Corea del Sur y los Emiratos Árabes completan la lista. No hay ningún país centro o sudamericano con planes de IA.
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