Suspenden la búsqueda de las víctimas en Guatemala
A 15 días de la potente erupción del volcán de Fuego en Guatemala, las autoridades departamentales de Escuintla suspendieron definitivamente la búsqueda de víctimas en las comunidades San Miguel Los Lotes y el Rodeo. La decisión se debe a que la zona es inhabitable y de alto riesgo,...
A 15 días de la potente erupción del volcán de Fuego en Guatemala, las autoridades departamentales de Escuintla suspendieron definitivamente la búsqueda de víctimas en las comunidades San Miguel Los Lotes y el Rodeo.
La decisión se debe a que la zona es inhabitable y de alto riesgo, sobre todo por las intensas lluvias que desde hace días provocan la ocurrencia de lahares, el mayor peligro ahora tras la tragedia ocasionada el 3 de junio, cuando no se esperaba semejante furia del coloso, la mayor desde 1974.
Todavía impacta y sobrecoge ver las fotos de Los Lotes y el Rodeo bajo toneladas de material volcánico y resulta difícil imaginar que allí hubo vida entre tanto gris.
Hoy es un pueblo fantasma con casas totalmente enterradas o a medio enterrar y donde yacen decenas, tal vez cientos de cadáveres, pues las cifras oficiales registran 197 desaparecidos pero los testimonios de los pobladores las desmienten.
Desolación y tristeza se vive en la zona cero, al igual que en los albergues para damnificados, donde muchos intentan no pensar en ese día fatídico y mirar hacia delante, aunque tampoco saben a ciencia cierta qué pasará con ellos.
Las medicinas, ropas y víveres no faltan, al menos en Escuintla, donde Prensa Latina recorrió varios de estos centros, pero el hacinamiento y las malas condiciones higiénicas propician las enfermedades típicas del posdesastre: infecciones respiratorias, gastrointestinales y de la piel.
En total son 17 centros para tres mil 571 personas, de ellos, 12 se localizan en Escuintla (dos mil 798), cuatro en Sacatepéquez y uno en Suchitepéquez, los departamentos más golpeados por la erupción.
Voluntarios guatemaltecos junto a médicos cubanos asumen desde el primer momento la atención sanitaria en cuatro de estos locales, donde refuerzan la vigilancia epidemiológica para prevenir futuras complicaciones.
En medio de todo el ajetreo, el coloso de Fuego no deja dormir con tranquilidad a los afectados y a otros que aún permanecen cerca. Este domingo registra de cuatro a cinco explosiones débiles por hora con columnas de ceniza gris hasta los cuatro mil 700 metros sobre el nivel del mar.
El Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología alertó sobre avalanchas moderadas en el contorno del cráter y más lahares por las lluvias (flujo de agua y material volcánico a gran velocidad que arrasa con todo a su paso).
A pesar de que oficialmente terminó la búsqueda, las instituciones de primera respuesta se mantendrán en el lugar hasta la limpieza del área pero los pobladores no se resignan a que la maquinaria pesada haga el trabajo final.
Quieren sacar pertenencias y restos de sus familiares para darles sepultura, por lo que estarán allí, en la denominada zona cero, hasta que sea posible, según los testimonios.
La decisión se debe a que la zona es inhabitable y de alto riesgo, sobre todo por las intensas lluvias que desde hace días provocan la ocurrencia de lahares, el mayor peligro ahora tras la tragedia ocasionada el 3 de junio, cuando no se esperaba semejante furia del coloso, la mayor desde 1974.
Todavía impacta y sobrecoge ver las fotos de Los Lotes y el Rodeo bajo toneladas de material volcánico y resulta difícil imaginar que allí hubo vida entre tanto gris.
Hoy es un pueblo fantasma con casas totalmente enterradas o a medio enterrar y donde yacen decenas, tal vez cientos de cadáveres, pues las cifras oficiales registran 197 desaparecidos pero los testimonios de los pobladores las desmienten.
Desolación y tristeza se vive en la zona cero, al igual que en los albergues para damnificados, donde muchos intentan no pensar en ese día fatídico y mirar hacia delante, aunque tampoco saben a ciencia cierta qué pasará con ellos.
Las medicinas, ropas y víveres no faltan, al menos en Escuintla, donde Prensa Latina recorrió varios de estos centros, pero el hacinamiento y las malas condiciones higiénicas propician las enfermedades típicas del posdesastre: infecciones respiratorias, gastrointestinales y de la piel.
En total son 17 centros para tres mil 571 personas, de ellos, 12 se localizan en Escuintla (dos mil 798), cuatro en Sacatepéquez y uno en Suchitepéquez, los departamentos más golpeados por la erupción.
Voluntarios guatemaltecos junto a médicos cubanos asumen desde el primer momento la atención sanitaria en cuatro de estos locales, donde refuerzan la vigilancia epidemiológica para prevenir futuras complicaciones.
En medio de todo el ajetreo, el coloso de Fuego no deja dormir con tranquilidad a los afectados y a otros que aún permanecen cerca. Este domingo registra de cuatro a cinco explosiones débiles por hora con columnas de ceniza gris hasta los cuatro mil 700 metros sobre el nivel del mar.
El Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología alertó sobre avalanchas moderadas en el contorno del cráter y más lahares por las lluvias (flujo de agua y material volcánico a gran velocidad que arrasa con todo a su paso).
A pesar de que oficialmente terminó la búsqueda, las instituciones de primera respuesta se mantendrán en el lugar hasta la limpieza del área pero los pobladores no se resignan a que la maquinaria pesada haga el trabajo final.
Quieren sacar pertenencias y restos de sus familiares para darles sepultura, por lo que estarán allí, en la denominada zona cero, hasta que sea posible, según los testimonios.