El TCP, el TSE y el secuestro de la democracia
Dejar a medio país sin opción electoral por un pleito que debía haberse resuelto hace años es una chicana que tendrá consecuencias
No ha sido un mal sueño de otoño. Lo sucedido el lunes en la sede de gobierno, en los aledaños de la plaza Abaroa y en el recinto del Tribunal Supremo Electoral no fue tampoco una mala novela o una comedia tragicómica de final incierto. Lo sucedido fue algo así como la sentencia de muerte de una democracia amenazada por el totalitarismo y la angurria de poder, pero también por la debilidad y voracidad de las instituciones llamadas a defenderla, el Tribunal Supremo Electoral y el Tribunal Constitucional.
Es verdad que estas situaciones se empiezan a generar en muchos países del entorno, pero no por ello resulta menos indignante la intención de ganar en mesa lo que no se puede ganar en la cancha. La secuencia es evidente y la inconsistencia más.
El Tribunal Supremo Electoral lleva años postergando la decisión sobre personerías jurídicas de un puñado de partidos que todos sabemos que apenas existen orgánicamente y cuya financiación bien merecería una investigación, pero en lugar de eso se han invertido esfuerzos en reglamentos y triquiñuelas que lejos de favorecer la participación, facilitan la chicana.
Curiosamente el mismo órgano del Estado que ha pedido aplicar el principio de preclusión a los jueces, no lo aplicó la semana pasada al anular las siglas de dos partidos como el Frente Para la Victoria y Pan Bol luego de que se inscribieran para participar en los comicios en la anterior fecha habilitada del 18 de abril. Evidentemente esta decisión tenía un claro perjudicado: el expresidente Evo Morales y todo el espectro popular que después de todo, le sigue apoyando.
En ese contexto de reglamentos intrincados y normas interpretables entró en acción el Tribunal Constitucional, que si es capaz de decir que la letra muerta del artículo 168 de la Constitución dice que solo se permite ser presidente diez años, cuando solo limita a una la reelección consecutiva, imagínense lo que puede hacer con meros instructivos del TSE.
Vocales de vacaciones en las fechas clave y dejar vacante la presidencia en este momento para que no haya mayorías ni responsabilidades no hablan bien del TSE
El TCP, como suele, operó milimétricamente desde una Sala del Beni de las que controla el gran aliado del Gobierno, el magistrado auto prorrogado Gonzalo Hurtado, y ni bien empezó la inscripción del plan B del bloque popular representado por Andrónico Rodríguez, llegaron las medidas cautelares al Tribunal Supremo Electoral, que permitió que se completaran el trámite pero lo dejaron en suspenso hasta que se pronuncie la Sala Constitucional, precisamente este miércoles 21, pero ojo, pues cabe recurso y finalmente, revisión por la Sala Plena del TCP en Sucre, con lo que la decisión va para largo.
El Tribunal Supremo Electoral está en el foco. Por lo general hacen declaraciones defendiendo su independencia y valentía, pero su estrategia de “cumbres” y reuniones para “blindar” las elecciones no ha salido bien y sus gestos no son los adecuados: vocales de vacaciones en las fechas clave y dejar vacante la presidencia en este momento para que no haya mayorías ni responsabilidades no hablan bien de una estrategia seguramente muy meditada entre varios vocales y ejecutivos con demasiadas menciones en los papeles de Wikileaks.
Es el momento de dar pasos adelante y demostrar la verdadera vocación y sentido de la institución. Dejar a medio país sin opciones electorales por un problema de “herencia” de una pareja que debía haberse resuelto hace meses es, como mínimo, una negligencia grave, cuando no un acto doloso, y que puede engendrar más violencia de la que este país está dispuesto a tolerar.