Pero dónde están los dólares
Pase lo que pase y se logre la liquidez que sea, Bolivia va a necesitar una buena estrategia para garantizar la existencia de dólares en su reserva
El debate sobre el “incremento” salarial, que apenas repone un tercio del poder adquisitivo perdido en 2024 y la momentánea tranquilidad en la provisión de combustibles parece desviar la atención del problema central que atraviesa el país: la falta de dólares es la que sigue tirando de los precios hacia arriba y hasta ahora no hay un plan sincero para resolverlo.
El Gobierno ha descartado absolutamente acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener liquidez porque es consciente de los ajustes que exigiría y el impacto en la sociedad; no opinan lo mismo los candidatos de oposición, que sí apuntan en esa dirección para solucionar en plazos variables, pero cortos, el problema de liquidez, aunque no explican exactamente cómo después se pagará aquella deuda.
Una parte de la falta de dólares se explica por el colapso de sector de los hidrocarburos. Las empresas operadoras en Bolivia han agotado sus pozos sin hacer esfuerzos en encontrar nuevos reservorios sin que YPFB encontrara fórmulas para “motivarlas” ni asumiera esa función. La consecuencia ha sido la pérdida de los dos contratos de largo plazo con Argentina – cuyo mercado está copado ya por su producción no convencional de Vaca Muerta – y de Brasil, donde todavía se pueden colocar algunos volúmenes como un competidor más en el mercado libre.
Otra parte tiene que ver con el no retorno de divisas por parte de los grandes exportadores, que logran importantes márgenes de ganancia en la venta de sus productos gracias a los subsidios estatales
La otra parte tiene que ver con el no retorno de divisas por parte de los grandes exportadores, que logran importantes márgenes de ganancia en la venta de sus productos gracias a los subsidios estatales, pero que no reponen esos dólares ante los temores de devaluación o corralito, una situación a la que precisamente contribuyen.
Si el Estado no tiene nada que vender y los privados no reponen sus dólares, y a la vez hay que seguir comprando combustible en dólares, pues la escasez es evidente y dispara el precio en el mercado paralelo. Oferta y demanda.
Obviamente que Luis Arce era ministro de Economía en la época donde no se apuntalaron bien los pilares del modelo, confiando demasiado en la voluntad de terceros, o suponiendo que industrializar el litio sería más sencillo o barato que industrializar el gas, otro proyecto que quedó a medias y que hoy podría estar cubriendo esa falta, al menos en alguna medida.
La estrategia del Estado – empresa no funcionó, pero también es cierto que muchos de los que hoy le exigen dólares en su día se opusieron a todo lo que hiciera que el Estado generara sus propios ingresos operando en los recursos naturales – explorar hidrocarburos, industrializar el gas, exportar electricidad, monopolizar el litio, etc., - y mucho más creando nuevos impuestos o subiendo el IVA, por ejemplo.
Estamos en tiempos electorales en los que sería muy adecuado que cada cual hiciera sus planteamientos en serio al respecto de este problema y asumiera todas las consecuencias, pues no es tan sencillo como que alguien te presta y ya. Este ejercicio seguramente facilitaría un pacto de Estado a operarse en la futura Asamblea Plurinacional, que con seguridad será mucho más fraccionada y de la que se necesitará mucha más política que la actual.