Turismo, siguiente desafío
Tarija tiene condiciones naturales para atraer al turismo, pero hay que complementar la oferta con unos servicios a la altura y una oferta variada
Más allá de los esfuerzos institucionales, Tarija tiene unos cuantos encantos naturales que le permiten competir con solvencia en el siempre exigente mercado del turismo, y por ello concentrar bien las energías para atraer el público es siempre una buena idea.
Tarija tiene sus chunchos de las procesiones de San Roque que son imbatibles en el circuito del turismo religioso, todo lo demás tiene que ver con el cultivo hedonista de los placeres humanos: la tranquilidad, el buen clima, los precios asequibles, la gente amable, el campo accesible y el buen vino. Son todo ello aspectos enraizados en nuestra cultura - que por cierto hay que cuidar para evitar que caiga en la caricatura – y que atrae a muchos compatriotas del eje del país donde los rigores del clima, de la gran ciudad y de la orografía acaba también por esculpir los caracteres.
Tarija se promociona sola: más de un tercio de los Congresos Nacionales que se celebran en el país buscan fijar su evento en Tarija, Fin de Año y Carnaval – aunque últimamente a la baja – son un imán para la gente más joven, y hay reconocimiento eterno para Armando Puña y su Copa Tarija la Linda, ya consolidada en el calendario futbolístico de las categorías base y que atrae por sí solo a más de 5.000 personas.
A partir de ahí, la responsabilidad es propia, sobre todo, de los emprendedores dedicados al sector, que van desde los hoteles y transportistas hasta los que ofrecen servicios complementarios y experiencias de ocio. Son ellos quienes deben esforzarse por brindar unos servicios de la máxima calidad, lo que implica limpieza, puntualidad y honestidad con el punto extra de amabilidad que es, casi siempre, el motivo por el que el turista nacional ha elegido venir a Tarija y no a otro lado.
En estos tiempos de rigores económicos, alcaldía y gobernación tienen misiones limitadas: mantener la ciudad ordenada y supervisar que se cumplan las condiciones adecuadas. El resto es cuestión de combinar el riesgo empresarial con la potencialidad del negocio. En Tarija hay lindos lugares para comer, beber y pasar buenos ratos, pero sigue faltando actividad complementaria tanto cultural como deportiva y de turismo de “experiencia” que prioriza el entrar en contacto y sentir la exclusividad.
El camino es efectivamente largo, pero de un lado la crisis económica y de otro, el incremento de la competencia en ciudades intermedias del eje ha sosegado las euforias. Tarija tiene el potencial, pero hay que acompañarlo con una oferta digna y variada que cumpla las expectativas del visitante y con un proceso “diplomático” de largo aliento que fortalezca la imagen pública de Tarija y los tarijeños y elimine aquellos prejuicios que ayudan poco en pleno siglo XXI.
El verano ha empezado titubeante y se viene la temporada alta coincidiendo con Carnaval. Toca hacer patria chica y atraer visitantes. Motivos, nos sobran.