28: vivir las raíces

Mantener los tejidos sociales de amistad, con todos sus ascensores y resultados, contribuye además a tomar conciencia de lo que se hizo y de lo que falta.

Hacemos un pequeño parón en la serie de análisis del desempeño de temas específicos en el país durante este 2024 para hacer una breve reflexión sobre una de las tradiciones arraigadas en Tarija  y que llega a su esplendor este día 28, denominado informalmente “Día de los Reencuentros”.

Tradiciones hay para todos y nadie quiere recordar del todo desde cuando se celebra, aunque hay manuscritos sobre el tema.  La cuestión es mucho más simple: reunirse con los amigos con los que uno ha crecido y que tanto como la familia han contribuido a la propia formación de la personalidad de los entonces bachilleres, hoy prometedores adultos.

Se trata esencialmente de volver a ser quien se era, más allá de los éxitos o fracasos de la vida, porque al fin y al cabo, nada de lo que se hizo después de la Primaria nos define, o eso dicen algunas teorías.

Tarija hoy es una fiesta global en la que solo queda apelar a la protección propia, mutua, y al sentido común para que nadie padezca desgracias

Se trata también de cultivar la amistad y la tierra, un lindo gesto que en cierta forma nos obliga a ser mejores cada año, para recompensar y mostrar, para evidenciar que no nos olvidamos de quienes fuimos y de hacia dónde vamos, ni tampoco de todas las cualidades que tenemos en las manos para hacer de esta tierra un espacio mejor para todos, para quienes la habitan y para quienes la visitan.

Reducir los reencuentros de promoción a un evento alcohólico o meramente nostálgico sería un error. Tarija es al final un compendio de su gente, que incluye a los que nacieron y a los que decidieron venir, y además, tener hijos. La riqueza de un departamento como Tarija y una capital tan  abierta tiene que ver precisamente con la capacidad de integrar en la tradición a  todo aquel que muestre un mínimo interés en disfrutarla.

Mantener los tejidos sociales de amistad, con todos sus ascensores y resultados, contribuye además a tomar conciencia de lo que se hizo y de lo que falta. Nadie duda de que Tarija puede ser la mejor ciudad del país, pero falta en ocasiones la credibilidad suficiente para llevarlo adelante creyendo en la fortaleza propia. Y la de la red.

Es verdad que Tarija debe dar un salto social y popular para jugar en las grandes ligas. Formular horizontes creyendo en sus fortalezas y pensar en clave de ciudad intermedia – ni grande, ni pueblito – con sus ambiciones y sus potencialidades. Eso es verdad.

Tarija entró en crisis económica al menos ocho años antes que el resto del país. Fuimos los primeros en sentir la falta de gas, que en nuestro caso se tradujo en falta de regalías y años después, en el país, en forma de falta de dólares. Tarija ha perdido población y ha renunciado a muchos sueños, pero sigue siendo una referencia del vivir bien – sin estigma – y de cómo sus habitantes contribuyen al éxito global. Las regalías no llegan, pero los barrios crecen y se fortalecen. Cosas de quién estaba ganando que al final, también se miran en el currículum.

En sábado y todo, Tarija hoy es una fiesta global en la que solo queda apelar a la protección propia, mutua, y al sentido común para que nadie padezca desgracias en una fecha tan señalada. Pensar en el otro y en cómo protegerlo siempre nos hizo crecer. Salud y moderación para todos los que disfrutan de un día que va más allá de los tragos sobre la mesa.


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