Hora de votar jueces
El pueblo boliviano es sabio y siempre ha sabido votar con respeto y criterio, aunque luego haya tenido que acudir a las calles para resolver los abusos o las consecuencias del sistema
Ha llegado la fecha señalada, tantas veces suspendida y demorada. Quince meses más tarde de lo que se preveía originalmente los bolivianos volverán a acudir a las ánforas a elegir a los Magistrados de los principales Tribunales del país… pero no a todos.
El pulso político y una suerte de cálculo perverso, además de una aplicación torticera de la norma en medio de un flagrante conflicto de intereses que nadie ha podido o ha sabido desenroscar dejan de nuevo el experimento de democracia directa en una suerte de anécdota que sin duda, no le hace ningún favor al país.
Son cuatro los tribunales que la Constitución ordena renovar.
El Tribunal Agroambiental, que se encarga de las cuestiones puramente relacionadas a la tierra, su titularidad y sus vulneraciones, y que aunque es uno de los más desconocidos, es también uno de los que más transparencia necesitan.
El Consejo de la Magistratura, que viene a ser el órgano de poder de los jueces, el que administra las vacancias y los destinos de centenares de jueces y por ende, clave a la hora de orientar los procesos.
El Tribunal Supremo, que es el máximo órgano de administración de Justicia al que llegan todos los recursos departamentales, pero que de forma perniciosa se ha colocado por debajo del mismo Tribunal Constitucional, que también quiere convertirse en algo así como una cámara revisora superior.
Y finalmente el Tribunal Constitucional, que se convirtió en intérprete único de la Constitución y que además, está asumiendo funciones de Justicia ordinaria en lo que muchos juristas consideran una deformación.
Los dos primeros se renovarán en su integridad, no así el Tribunal Supremo, donde permanecerán cuatro vocales, ni tampoco el Constitucional, donde se mantendrán cinco de los nueve autoprorrogados, es decir, la mayoría, y resulta imposible no reaccionar a esta anomalía con rabia pues ha acabado por desacreditar todo el proceso que ya venía tocado: en las dos anteriores elecciones las planchas habían sido confeccionadas por la bancada del MAS que gozaba de los dos tercios y de ahí vinieron las campañas de voto nulo, esta vez era diferente porque estaban obligados a pactar y así sucedió… pero no fue suficiente. Someter a la Justicia y convertirla en caricatura es el primer paso para alcanzar la impunidad completa.
El pueblo boliviano es sabio y siempre ha sabido votar con respeto y criterio, aunque luego haya tenido que acudir a las calles para resolver los abusos o las consecuencias del sistema. La Justicia tiene problemas profundos que efectivamente no se resuelven votando a los jueces, ni siquiera dotando a los tribunales de mayor presupuesto. La única forma de lograr un cambio es vigilando muy de cerca a los electos, y elegir es el primer paso para ello.
Es el momento de hablar en las ánforas y desde ahí, definir la hoja de ruta. Hoy toca que gane Bolivia.