Tarija y el sueño/pesadilla de los hidrocarburos

Hubo pequeñas discusiones en el departamento sobre la forma de aprovechar el boom del gas, pero finalmente no hubo ni acuerdo, ni tiempo y si cientos de obras inconclusas

Tarija ha sido el principal departamento perjudicado por una política hidrocarburífera esquiva y cobarde. Durante años recibió promesas al ritmo mareante de cifras multimillonarias, tanto que hasta nublaron el raciocinio de los dirigentes de la época y se embarcaron en numerosas aventuras que acabaron en tragedias. La realidad hoy es que Tarija sigue buscando su propio camino a pesar del gas.

Los 18 años del Movimiento Al Socialismo en el poder, y en particular en la gestión del sector hidrocarburífero, es una constante de cambios de rumbo, temores y decisiones a medias. Lo que parecía un futuro brillante se convirtió pronto en un tortuoso presente y hoy, en el silencio absoluto. Nadie se hace cargo de nada.

La cuestión es que el MAS llegó al poder con la nacionalización en la Hoja de Ruta. Años antes se había repelido el proyecto LNG Pacífic que con epicentro en Margarita (Tarija) preveía proveer un contrato con precios paupérrimos y que solo se frenó luego de testear que ese gas saldría por Chile. Para aquel 2006 había contratos de gas firmados y reservas certificadas, aunque muchas menos que las que el contrato del LNG preveía, aunque tiene justificación, pues el cálculo de reservas se hace en base de las prospecciones, pero también en base a los cálculos de negocio que permiten su recuperación.

El “socios, no patrones” y la inacción de YPFB en materia exploratoria había vaciado las reservas y desde 2015 la prioridad volvió a ser la exploración, pero a través del mecanismo de los “incentivos”, cuyos resultados son paupérrimos

Como fuera, la nacionalización se llevó a cabo y los contratos a Brasil y Argentina empezaron a dar pingües beneficios para el país en forma de renta petrolera y para Tarija en forma de regalías. La exportación llenaba los bolsillos y con los bolsillos llenos se hacían obras minúsculas por todo el país alimentando el mito del cambio. Los más escépticos, entre los que se ubicaba este periódico desde siempre, empezamos a advertir sobre los riesgos de exportar el energético sin control, sin cuantificar una reserva estratégica y sin darle valor agregado, pues la industrialización también estaba en esa misma hoja de ruta.

El incremento de precios fue tan espectacular que durante unos años se ensayaron proyectos medianos de industrialización, como las dos separadoras de líquidos – Río Grande y Yacuiba – que eran la base para la industria agroquímica y la petroquímica. Solo la primera se culminó, mientras que la de Yacuiba se convirtió en un enorme proyecto de 800 millones de dólares dedicado apenas a la provisión de GLP-

Hubo pequeñas discusiones en el departamento sobre la forma de aprovechar el boom, se plantearon plantas subsidiarias, industria petroquímicas propias, un parque industrial de alto nivel o entrar en el accionariado de las nuevas empresas, pero pronto todo quedó devorado por la realidad: el “socios, no patrones” y la inacción de YPFB en materia exploratoria había vaciado las reservas y desde 2015 la prioridad volvió a ser la exploración, pero a través del mecanismo de los “incentivos”, cuyos resultados son paupérrimos: ni siquiera Astilleros, que parecía sencillo, está dando los resultados esperados y los Domo Osso, en Tariquía, llevan tanto tiempo paralizados que no hay explicación plausible posible.

El tema ha salido del debate político, las administraciones públicas siguen en retroceso, recortando gastos y optimizando proyectos y programas. Cientos de obras quedaron paralizadas. No se licita. Apenas se mantiene, y básicamente se cursan oraciones porque lleguen tiempos mejores mientras se mira a otros rubros que podrían ser importantes.

Posiblemente ha sido todo una pesadilla, pero convendría arrancar las lecciones pertinentes. ¿Qué haríamos si vuelve a pasar?


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