Ordenar Tarija

Tarija no necesita ser una ciudad de un millón de habitantes ni tampoco una ciudad museo, Tarija necesita ser una ciudad habitable donde se satisfagan las necesidades básicas

Tal vez el más grande de los desafíos que enfrente cualquier gobierno municipal capital de departamento y con aspiraciones de ciudad mediana donde se viva bien es mantener los equilibrios, por ejemplo, entre lo que la ciudad necesita y lo que los ciudadanos demandan, o entre lo que se quiere hacer y lo que se puede.

En esas, el Gobierno Municipal de Tarija se viene graduando con soltura en una gestión con múltiples trampas escondidas, peor para un equipo con poca experiencia de gestión y que está acabando al alza luego de varios ajustes que le han sentado muy bien.

Los problemas se fueron resolviendo con empuje vecinal o, simplemente, no se resolvieron y se aprendió a convivir con ello

Tarija tiene un problema de dimensión que irá a más luego de aprobar una mancha urbana cuasi infinita. La ciudad creció desmesuradamente durante el boom del gas, pues efectivamente las buenas nuevas tuvieron su efecto llamada y no faltaron quienes hicieron buena plata habilitando barrios en lugares imposibles. Nunca pasó nada a pesar de que se encareció exponencialmente el costo de la prestación de servicios como el recojo de la basura o el transporte, o el agua. Los problemas se fueron resolviendo con empuje vecinal o, simplemente, no se resolvieron y se aprendió a convivir con ello. Hubo un tiempo incluso en el que se construyeron infraestructuras innecesarias para verse bonitas a metros de barrios sin agua y sin asfalto.

La crisis económica, enquistada en el departamento desde 2016 y ahora ya solapada por la nacional, ha servido para definir mejor las prioridades y entablar un diálogo más directo con los ciudadanos, y en esto la personalidad del alcalde Johnny Torres juega un rol fundamental. Sé lo que están pensando, pero es justo reconocer que el alcalde ha enfrentado problemas antiguos que hacen a la ciudad y ha desburocratizado otros, más cercanos a los ciudadanos.

Tal vez por primera vez en la historia se han derribado asentamientos ilegales para salvaguardar áreas verdes; se ha dispuesto el lugar saneado para instalar la Planta de Tratamiento, a la espera de que el Gobierno mueva ficha; se está modernizando la DOT – aunque poco –, se están sincerando los impuestos sobre la propiedad, se está cerrando el botadero, se está construyendo esa segunda circunvalación literalmente asediada y se ha apostado por una ciclovía segura vertebradora de la ciudad (y no espacios recreativos en el centro) que evidentemente tendrá que completarse en los barrios.

Tarija no necesita ser una ciudad de un millón de habitantes ni tampoco una ciudad museo, Tarija necesita ser una ciudad habitable donde se satisfagan las necesidades básicas, las sociales y también las profesionales y en eso el diálogo permanente entre autoridades y ciudadanos es fundamental, el diálogo directo sin intermediarios.

Seguramente la crisis económica terminará, volverán a fluir los recursos, los proyectos, los sueños de grandeza, los festivales de cine, los festejos millonarios, los tours internacionales y todo lo demás, y bien valdrá entonces acordarse de lo que se hizo cuando no había nada, porque mantener una ciudad ordenada y sana es al final la base para ejercer una ciudadanía libre y constructiva.


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