La subvención y el valor

Las urgencias electorales mandan, pero cabe de nuevo recordar que no habrá candidato viable que se esconda detrás de un calendario

Más allá de que fructifique el diálogo entre el Gobierno y el Transporte Pesado y se eviten los bloqueos, que efectivamente solo perjudicarán al conjunto de la ciudadanía, es urgente que el Gobierno encuentre soluciones a corto, mediano y largo plazo y que sean realistas sobre una coyuntura que no es nada halagüeña: Falta combustible que además es caro, afectando a las arcas públicas a través de la subvención.

Probablemente la estrategia a corto y largo plazo puede ser beneficiosa, cambiar de proveedor es seguramente una buena idea y aceptar el suministro ruso, aunque se niegue públicamente y se camufle entre una maraña de Sociedades Anónimas e intermediarios por sus consecuencias geopolíticas, será beneficioso precisamente por eso en cuanto se ajusten realmente las cadenas de distribución. En cualquier caso, no deja de ser una declaración de intenciones que complementa lo hecho durante estos 20 años, en los que nunca se ha apostado realmente por refinar nuestros propios líquidos, alimentando todo un sistema parasitario del servicio que hoy sigue costando demasiado.

El problema sin embargo es que nunca se acaban de tomar las medidas necesarias para acabar con un problema que está perjudicando el desarrollo nacional

El problema sin embargo es que nunca se acaban de tomar las medidas necesarias para acabar con un problema que está perjudicando el desarrollo nacional sin otra justificación que la de acaparar todos los resquicios de un negocio que parece jugoso para todos excepto para el Tesoro General de la Nación.

La subvención a los combustibles ha perdido su razón de ser. El beneficio a los pequeños productores no compensa el enorme bocado que se llevan las grandes economías subsidiadas que. además, no devuelven la integridad de sus dólares de la exportación a esa misma economía.

De otro lado, la subvención a los combustibles ha generado un mercado laboral demasiado numeroso y precario vinculado al sector del transporte que solo tiene sentido por el precio subsidiado, pero que a la vez contamina y genera otros problemas de competencia.

Además, la subvención ha facilitado la importación masiva de vehículos de alta cilindrada que son adquiridos y exhibidos con demasiada alegría generando un impacto grande en las cuentas del Estado.

Casi todas las recetas las han puesto ya sobre la mesa los economistas de este país y pasan por liberalizar la importación y venta de combustibles en el país, que no quita que YPFB no siga distribuyendo producto subsidiado a quien así lo demande, incluso si no se quieren ir tomando otras medidas que reduzcan los beneficiarios de esta política que el MAS heredó y que no ha sido capaz de actualizar a un planteamiento más redistributivo.

Aferrarse a la subvención como política de campaña supone un error y sus efectos, que básicamente se reducen a controlar la inflación, está relegando competitivamente a los bolivianos respecto al resto del mundo, cuyos salarios y capacidad adquisitiva ha crecido con los embates inflacionarios de los últimos años.

Evidentemente, las urgencias electorales mandan, pero cabe de nuevo recordar que no habrá candidato viable que se esconda detrás de un calendario, de una táctica o de un plan; nadie que no contemple enfrentar la realidad. El país lo necesita.


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