Equilibrar fuerzas en la Justicia

Las tres partes en discusión coinciden en que hay que hacer la elección judicial, pero discrepan en el calendario a seguir con el 2025 como fecha inamovible

Resulta complicado sostener que todas las partes están de acuerdo en agilizar la elección de nuevos magistrados y sin embargo, no se haya materializado hasta la fecha. Resulta complicado porque fundamentalmente, no es así, y esto es lo que en realidad puede acabar torpedeando un diálogo que es necesario, pero engañoso.

A estas alturas ha quedado claro por qué el gobierno de Luis Arce no tenía especial interés en que su bancada viabilizara la elección de nuevos magistrados. Es obvio que nadie puede demostrar a día de hoy que el ministro Iván Lima y el resto de los operadores hayan influido directamente en la toma de decisiones de este grupo de jueces privilegiados, pero nadie puede negar que son los directamente beneficiados con aquella sentencia enrevesada y circunstancial del 29 de diciembre, pero que fundamentalmente fija un criterio respecto a la reelección presidencial anulando aquello del derecho humano que se dictó a medida de Morales en 2017, y que incluye una coletilla más en la que interpreta precisamente que un presidente solo puede reelegirse una vez de forma continua y por tanto, ninguna de forma discontinua. Sin duda una interpretación libre del texto Constitucional muy a la medida de unos frente a los otros.

En el pasado los dos tercios del MAS han sido implacables para tener una Justicia monocolor, pero todo eso es susceptible de cambiar en esta ocasión

A estas alturas está igual de claro que las urgencias que han entrado en el MAS de Evo Morales no tienen mucho que ver con la democracia ni la consustancial separación de poderes, sino con ese mismo criterio que a los otros les ha parecido estupendo. Es evidente que solo un cambio de intérpretes podría justificar un cambio de opinión en un periodo tan corto.

La oportunidad se le ha aparecido de repente a la oposición, que ni en sus más optimistas análisis de inicio de legislatura podían contar con equilibrar fuerzas en la denostada justicia boliviana: el problema no es votar, sino cómo se elaboran las listas de candidatos para que la población pueda elegir de entre ellos. En el pasado los dos tercios del MAS han sido implacables para tener una Justicia monocolor, pero todo eso es susceptible de cambiar en esta ocasión a poco que se negocien cupos por bancadas. Nadie debería asustarse demasiado ni rasgarse las vestiduras, pues es la forma en la que funcionan prácticamente todos los Tribunales Constitucionales de las democracias liberales del mundo.

Así y todo, siendo conscientes de que la discrepancia está en el calendario y que en este país resulta extremadamente fácil hacer que nada avance ni cambie, conviene estar hábil en la negociación política que hoy debería arrancar en sede parlamentaria a las 15:00, aunque unos y otros han exhibido ya excusas y exigencias varias antes de la cita que simplemente acompañan a lo que el gobierno quiere: demorar lo más posible el trámite.

El momento, sin duda, es ahora, pues nada garantiza que después de unas elecciones que se prevén calientes en 2025 el equilibrio de fuerzas vaya a ser más proclive al objetivo final de la cita electoral, que no debe ser otro que conseguir un Tribunal Constitucional equilibrado y con diferentes visiones que contribuya a la integración del país.

Es lo que toca.


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