El narco y la microeconomía

El incremento de la producción, el rendimiento y el cambio de hábitos en Estados Unidos ha hundido el precio de la cocaína, lo que dejará efectos en la microeconomía

Hace meses que se viene advirtiendo en diferentes foros internacionales, pero el asunto es de un cariz de esos delicados de los que nadie “de bien” quiere hablar, aunque las consecuencias de todo aquello esté ya afectando a nuestro día a día.

El dato lo ha hecho circular la Agencia Efe en base a los datos de incautaciones de la Aduana Nacional española, pero que es extrapolable al mercado mundial de cocaína: el precio se ha derrumbado a niveles históricos.

Efe habla de una caída en España, puerta de entrada a Europa, de 33.000 euros el kilo a 18.000, una bajada de casi el 50 por ciento que se repartirá a lo largo de toda la cadena con diferentes impactos en función del eslabón.

La agencia señala diferentes causas, entre ellas, el hecho de que se hayan parado las fumigaciones masivas en Colombia como resultado de la aplicación de normativa medioambiental contra el rociado de agentes químicos en una práctica que, todo hay que decirlo, se asemejaba más al genocidio que al control del narcotráfico, sin embargo hay más, pues es sabido que desde hace años, y sobre todo en Bolivia, el rendimiento por hectárea es mucho mayor por el mayor tamaño de las plantas y de las hojas.

El otro asunto que influye decisivamente es el del auge del fentanilo en Estados Unidos como culmen de un retorno a los opiáceos como no se veía desde los años 80. El cambio de hábitos de consumo ha afectado a todo el mercado, obligando a renegociar y buscar nuevas rutas comerciales, algo que también tiene efectos concretos: los muertos.

La violencia entre grupos organizados ha prendido en muchos países, incluso en aquellos que tradicionalmente habían vivido más ajenos a la problemática del comercio mundial de drogas, como Ecuador o Uruguay. También en Bolivia se están identificando este tipo de explosiones de violencia por el control de rutas y territorios.

En este tipo de impactos económicos globalizados, los que más sufren siempre son los productores de base, y aunque hace años que se viene criminalizando a los cocaleros y a todo aquel que se dedica al rubro, lo cierto es que hay sustanciales diferencias entre las dirigencias y los campesinos: miles de familias se verán pronto obligadas a repasar sus planes productivos para garantizar su sostenibilidad, cuando no su supervivencia.

El Ministerio de Economía habló a principios de año de 10.000 millones de dólares que circulan en el sector informal, y con seguridad, buena parte de ellos provienen de esta exportación muy rentable que no se contabiliza en las Reservas Internacionales Netas por motivos evidentes. Por muy ilegal y sucio negocio que sea el del narcotráfico, lo cierto es que constituye uno de los ingresos clave que, sobre todo, estabiliza la microeconomía de los sectores más pobres y alguien deberá hacerse cargo cuando los recursos empiecen a escasear en esos niveles.

Es verdad que los bolivianos confían más en su suerte que en su gobierno, al que apenas le piden que no meta las narices demasiado. se avecinan curvas en varios niveles. Tomen previsiones.


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