Proteger Sama, una clave de futuro

No se trata de convertir Sama en un exótico lugar apto para safaris, sino de evaluar en conjunto todas sus capacidades y crear una hoja de ruta común que garantice desarrollo

Bolivia es uno de los países más amenazados por el calentamiento global del planeta, sobre todo por lo que va a afectar a sus fuentes de agua, un fenómeno que se está dejando sentir en la mayor parte de la cordillera andina.

Tomar medidas se antoja urgente, y en ese afán de pensar globalmente y actuar localmente, la ONG Prometa está impulsando un macroproyecto en Tarija que contribuya a proteger la principal reserva natural y fuente de aguay vida para todo el valle central como es la cordillera de Sama.

Tan importante como actuar es lograr que todos los actores que participan de la vida de la Reserva se encuentren y se pongan de acuerdo sobre la hoja de ruta partiendo siempre de la necesidad de cuidar ese espacio. De momento se ha logrado el máximo consenso institucional y las principales autoridades y actores sociales del departamento se han comprometido en asistir a la Cumbre por Sama donde precisamente se tratará de dar forma a un futuro sostenible y común.

El planeta está bajo amenaza y aunque las cumbres del clima se celebran a miles de kilómetros, el problema está

Proteger no es meter en una urna, de hecho, ha habido experiencias cercanas en las que las medidas mas extremas por la conservación han acabado por convertir interesantes parques en paraísos del delito y el contrabando. Así, lo vital hoy es lograr que los ecosistemas sean aprovechados de forma sostenible, que la población pueda seguir encontrando atractivo quedarse cerca de su entorno y cuidarlo no como si de una pieza de museo o de safari se tratara, sino como verdadera casa común amenazada.

La Reserva de Sama lleva años siendo monitoreada de cerca por sus múltiples amenazas, y ha habido experiencias muy importantes que han contribuido a mejorar la calidad de vida de los comunarios, además de ser útil paisajísticamente. Por ejemplo, la reintroducción de la llama y la vicuña, que habían sido desplazadas por el burro y la oveja por una cuestión netamente cultural, ha recuperado suelos y está compitiendo a nivel nacional por la calidad de su ganado.

Hay otros desafíos también en Tajzara con sus lagunas, pero los mayores riesgos le llegan por los pies: miles de iniciativas urbanísticas están encaramándose a las faldas de la Reserva en busca de un “rincón tranquilo” que, en realidad, desata el terror y un cambio de equilibrios dentro de una dinámica ya muy agotada por el propio clima. Los augurios sobre lo que puede acabar sucediendo con el agua en la zona son poco halagüeños.

No se trata de convertir Sama en un exótico lugar apto para aventuras, sino de evaluar en conjunto todas sus capacidades, ponderar todos sus riesgos y de ahí, elaborar una hoja de ruta con acciones específicas que guíen las inversiones propias y aquellas que se puedan captar.

El planeta está bajo amenaza y aunque las cumbres del clima que se celebran a miles de kilómetros envueltas en intereses de altos vuelos parezca que no nos incumben, lo cierto es que los efectos se sienten mucho más cerca en el día a día y que es hora de tomarlo en serio. Sama requiere que los mejores hombres y mujeres de esta tierra la piensen con  cariño para salvaguardarla. Solo eso será el éxito.


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