Más Pacto Fiscal y menos chicana presupuestaria

Un Estado Autonómico que debería hacer más eficientes los recursos se sigue gestionando, en sus partidas más importantes como la salud y la educación, a decenas de kilómetros del territorio

La aritmética parlamentaria en esta coyuntura de guerra abierta sin cuartel dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS) permite que por primera vez en años el proyecto de Presupuesto General del Estado pueda entrar en discusión al salón de plenos de la Asamblea Legislativa Plurinacional, sin embargo, las propias características del mismo impiden que ese debate derive en algún cambio de fondo.

En esencia se trata de la Ley más importante que se debate cada año y que sirve no solo para aprobar las grandes partidas de gasto y de ingreso, sino que también se viene utilizando para meter algunos cambios en la estructura ejecutiva o productiva. Son lo que la oposición suele denominar “artículos de contrabando” y que en el reformulado, por ejemplo, intentaba volver a colar mecanismos para el control de capitales bajo el título de lucha contra el enriquecimiento ilícito, y que en el presente incorpora algunos asuntos como el traspaso de la Planta de Amoniaco y Urea a YPFB Refinación, que parece ocultar una oportunidad para “sanear” la planta laboral y opacar algunos procedimientos de licitación.

En general el presupuesto parece el de siempre, con las mismas trampas y las mismas críticas. El gobierno se preocupa de que los números suenen bien y marquen una línea ascendente que mostrar en los gráficos y resúmenes: la inversión pública crece un poquito y el montante general del presupuesto más, hasta un 7,3%, superando los 340 mil millones de bolivianos.

Los cambios son casi imperceptibles en el nivel político – popular, pero parece hacer un esfuerzo de sinceramiento moderando la expectativa del crecimiento hasta el 3,7% con una tasa de inflación del 3,6%, que es casi lo mismo que no crecer, además contempla un déficit fiscal del 7,8%.

Tal vez el ejercicio más sincero es el de elevar el precio del barril del petróleo hasta los 71 dólares, aunque los expertos lo sitúan en el entorno de los 80 dólares para todo el año. Cabe recordar que en otros momentos cuando Bolivia aún era exportador neto y el precio servía más para calcular ingresos que para calcular la subvención a pagar, el estimado propio se situaba cerca del 50% por debajo de las estimaciones de los mercados por aquello del buen negocio de los reformulados.

El presupuesto se sostiene sobre los ingresos de las empresas del Estado, que suelen ser muy optimistas, y todo acaba cuadrando en reformulados y proyectos sin ejecutar, por lo que formalmente el debate del presupuesto es un trámite que deja todo el poder al ejecutivo (como en todos los países), sin embargo, en la coyuntura cabe la posibilidad de que se abran partidas o proyectos para determinadas regiones o municipios que pueden acabar arañando algún voto en la oposición o en el oficialismo crítico de Evo Morales. Veremos.

El problema del Presupuesto es de otra naturaleza: un Estado Autonómico que debería hacer más eficientes los recursos al gestionarlos desde el terreno se sigue gestionando, en sus partidas más importantes como la salud y la educación, a decenas de kilómetros del territorio, con toda su burocracia y protocolos que se ajustan poco a las realidades dinámicas que necesitan los tiempos de hoy.

Urge un Pacto Fiscal, el resto es trámite. Ojala que los vivos de siempre no se aprovechen, como siempre.


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