Tariquía, Petrobras y la incapacidad del Ministerio

El Ministerio se empeña en tratar de ocultar la voluntad sobre el proyecto de San Telmo pese a las urgencias de un proyecto que nunca debió plantearse

A estas alturas es difícil descifrar qué es lo que pretende hacer el Ministerio de Hidrocarburos y Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, cuyas palabras difieren habitualmente de sus actos.

El pasado fin de semana, una comisión de alto nivel de la petrolera brasilera Petrobras llegó hasta Santa Cruz para reunirse con sus homólogos de YPFB y continuar conversaciones sobre diferentes proyectos que ambas empresas tienen entre manos. En el orden del día estaba el punto sobre los proyectos de Upstream, entre los que se encuentran los de exploración contemplados en plan de reactivación de la estatal boliviana presentado con bombo y platillo pocos días después de que el presidente Luis Arce confirmara ante los medios que el sector hidrocarburífero había “tocado fondo”.

Entre esos proyectos, el que tiene mayor expectativa es el de San Telmo, dentro de la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía y que tiene los pozos Domo Oso perfectamente identificados desde 2017, cuando se firmó el contrato de operación precisamente con Petrobras. El proyecto sin embargo está paralizado desde finales de 2018 por el rechazo generado no tanto en las comunidades aledañas, que también, sino en el conjunto de la sociedad tarijeña, cansada de promesas económicas y de mejora que nunca se producen y que esta vez ha dicho basta a jugarse su patrimonio natural más preciado. Un rechazo que contagió al país y a las generaciones jóvenes que tampoco entienden la ambición de un gobierno que se dice defensor de la Madre Tierra.

En la política estas cosas sin embargo pesan mucho en elecciones, pero no en la gestión posterior. Los contratos siguieron vigentes durante la gestión de Jeanine Áñez y tras los titubeos iniciales – quedó fuera de la primera versión del Plan de Reactivación del Upstreamn presentado en 2020 – YPFB lo ha vuelto a colocar en la primera línea, señalando además su estado “detenido por fuerza mayor” como peculiaridad.

Resolver esta situación es urgente no solo para YPFB, cuyos números de producción y de proyectos exitosos son sonrojantes. sino también para Petrobras, que hace tiempo quiere definir su posición en el país luego de que San Alberto esté prácticamente cerrado y San Antonio haya entrado en fase terminal. Sin embargo, altos asesores en el Ministerio de Hidrocarburos se dedicaron a intentar amedrentar a la prensa para negar que el punto estuviera en la mesa pese a que otras fuentes ya lo habían confirmado.

El negocio hidrocarburífero sigue siendo el principal y el más rentable para el país a pesar de que los objetivos de la agenda de octubre de 2003 se hayan desviado tanto. Sostenerlo con éxito es responsabilidad del Ministerio de Hidrocarburos y de YPFB aún a costa de decisiones impopulares que con seguridad, nunca debieron tomarse. Si Tariquía no puede ir, es su deber reencaminar las inversiones de Petrobras para que el país pueda mantenerse en el negocio del gas. Sin embargo, resulta inaudito que ambas dibujen ahora castillos en el aire sobre el litio – que tiene otras referencias – y su mejor idea sea tratar de que nadie sepa de que se habla.

Guste o no el diagnóstico del Presidente, seguimos en el fondo.


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