El trabajo decente y la COB

El trabajo decente permite la generación de ingresos bajo un esquema de derechos y protección social, promoviendo el progreso social y económico que contribuye al bienestar común

Cada 7 de octubre los sindicatos de “todo el mundo” llevan a cabo movilizaciones para promover el trabajo decente, empleos seguros y sin riesgos, así como salarios decentes. Se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.

Esta efeméride ha sido promovida por la Confederación Sindical Internacional (CSI), con la finalidad de promover anualmente una jornada de movilización mundial con la participación activa de sindicatos de todo el mundo, a fin de reclamar trabajos decentes.

Asimismo, esta jornada mundial se enfoca en que el trabajo decente debe ser una prioridad en las políticas y acciones gubernamentales para la recuperación del crecimiento económico de las naciones, contribuyendo a la construcción de una nueva economía mundial.

¿Y qué es eso del trabajo decente? La definición o concepto de trabajo decente surgió en el año 1999 por parte del Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), referida a la "generación de oportunidades para que todos los hombres y mujeres accedan a un empleo en condiciones de libertad, igualdad, seguridad, y dignidad humana".

El trabajo decente permite la generación de ingresos bajo un esquema de derechos y protección social, promoviendo el progreso social y económico que contribuye al bienestar de las personas, sus familias y las comunidades a las que pertenecen.

Lo de que se conmemora en “todo el mundo” es evidentemente un convencionalismo, porque la Central Obrera Boliviana (COB) no lo contempla de forma especial en su calendario, y probablemente tampoco tenga claro su concepto de “trabajo decente”, o al menos no lo ha manifestado en ninguna de las mesas de negociación unilaterales con el gobierno donde su principal preocupación es, siempre, la nivelación salarial por encima de la inflación, y últimamente ni eso.

Bolivia tiene un serio problema de empleo: apenas 2,6 millones de personas de las más de 8 en edad de trabajar están afiliadas a la Gestora Pública de Pensiones, es decir, que trabaja con un mínimo de garantías de salud y de jubilación. El resto constituye una enorme masa laboral sometida a la precariedad precisamente por las condiciones del mercado: tanta mano de obra informal es lo que niega las condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana: si lo quieres bien, si no, vendrán otros.

Para el gobierno y sus socios de la Central Obrera, no en estos años sino desde 2005, los logros en el campo laboral se han limitado a un incremento del sueldo mínimo – que era necesario y que sigue siendo indecente – y a la inclusión de un mecanismo de segundo aguinaldo ligado a la productividad del país que, en demasiadas ocasiones y dada la falta de planificación del sector empresarial, ha devenido en quiebras o pérdidas. Además se han dado pequeños avances en asuntos de salud, de maternidad y de pensiones mientras se miraba para otro lado en los asuntos centrales de la contratación y se daba alas a la informalidad.

La jornada del trabajo decente pone frente al espejo, precisamente, a todos esos sindicatos que han olvidado su misión y que se han convertido en muletas de gobiernos populistas, que al final, no dejan de aplicar los criterios del mercado.

A la COB le toca reflexionar y probablemente, renovarse.


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