El momento de Santa Cruz

Aunque no está siendo un buen año para el crecimiento cruceño, es tiempo de que la región asuma el liderazgo que le corresponde

El momento de la verdad ha llegado para Santa Cruz. Sus cifras fabulosas de producción, de crecimiento demográfico, de construcción, y de cuanto rubro se venga a la mente no dejan de sorprender y por ende, tienen razón en la reflexión sobre la necesidad de convertir ese poderío económico en poder político, aunque es evidente que para ello no solo debe apuntalar sus liderazgos, sino también sincerar su modelo económico alejándolo precisamente de los torticeros usos proselitistas y, sobre todo, aclarar su voluntad nacional, que para nada tiene que ver con renunciar a la propia identidad.

Santa Cruz no ha pasado un año fácil y es la región que más está sufriendo la crisis global, aunque a sus políticos les cueste reconocerlo.

Primero fue la “extracción” del gobernador, detenido desde el 28 de diciembre pasado en Chonchocoro por el proceso “golpe de Estado” de 2019 que, en realidad, se aceleró a partir de que el Comité Cívico conjugara aquello del “derecho a la autodeterminación de los pueblos” en el cabildo de salida por el conflicto del Censo de Población y Vivienda, que acabó siendo la tumba, por agotamiento de la población, del propio Camacho.

Después cayó el Banco Fassil, socapado desde casi todas las instituciones públicas y privadas, pero que más allá de las prácticas fraudulentas que finalmente se determinen, se había convertido en el gran financiador de la especulación inmobiliaria que, a la vez, tiraba de una parte del desarrollo cruceño con pies de barro.

La gestión prefectural nunca fue especialmente importante para esta región, afortunadamente, aunque en los últimos años con la incorporación de Incahuasi al circuito nacional de los hidrocarburos y su correspondiente incremento de regalías haya hecho pensar que se podían abordar nuevas aventuras. La ausencia del Gobernador está dificultando la gestión más allá de que el nivel de institucionalidad alcanzado sea superior al del resto de departamentos.

Si bien el presente está oscurecido, Santa Cruz sigue siendo el departamento con más potencialidad del país, una tierra de oportunidades, una tierra ambiciosa y con ganas de crecer, y esto nunca debió convertirse en competencia, mucho menos una que genere recelos o absurdas comparaciones: Todo lo que sume Santa Cruz le suma a este país tan necesitado de autoestima.

Probablemente no será este aniversario el que sirva para tender los puentes necesarios porque la situación política tan polarizada no lo permitirá, pero es necesario que todos hagan un esfuerzo de reconocimiento y se centren en lo que nos une y no en lo que nos separa. No es carrera. Santa Cruz, por sus condiciones, convicciones y capacidades se ha convertido en el gran polo de desarrollo nacional, el que mejor aprovecha las políticas nacionales y el que más suma a la caja común. Reconocernos es una obligación. Ninguna vía unilateral que busque la convulsión o la implosión servirá para nadie.


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