Trabajar hasta morir

Los bolivianos no se jubilan por dos cosas: Porque no pueden al no haber cotizado lo suficiente y dos, porque el resultado líquido de su pensión es raquítico.

En Bolivia no hay un problema de desempleo, o al menos de eso alardean las fuentes oficiales con la venia de la oposición, que tampoco nunca ha hecho del trabajo una bandera con la que socavar las políticas del gobierno, ni siquiera del problema real del mundo laboral, que es la informalidad.

Sin un problema de desempleo sobre la mesa, es necesario entrar al fondo del asunto para plantear la jubilación obligatoria y tomar en cuenta todas sus perspectivas y aristas, pues básicamente las personas no se jubilan por dos cosas: Porque no pueden al no haber cotizado lo suficiente y dos, porque el resultado líquido de su pensión es raquítico.

El 30% de la población ocupada lo hace como “trabajadores de servicios o vendedores” y el 20% en “construcción y otros oficios.

Los datos más alarmistas recogidos incluso por entidades como el Fondo Monetario Internacional hablan de una informalidad de hasta el 80%. Oficialmente, había 2,5 millones de afiliados a la seguridad social de largo plazo a finales de 2021 – que es el último dato oficial sobre esto que tiene el Instituto Nacional de Estadística – sobre los 6,7 millones de ocupados registrados en esa misma fecha por la misma entidad.

De estos 2,5 millones de personas que aportaba a las AFP, es evidente que la mayoría lo hace desde el sector público aun con sus precarios contratos de consultor mientras que la inmensa mayoría que no aporta lo hace porque desconoce el sistema, porque prioriza el ingreso líquido - y después Dios proveerá – pero sobre todo porque su empleador ni se plantea esa posibilidad. Otro dato recogido en el INE que explica estas cosas es que el 30% de la población ocupada lo hace como “trabajadores de servicios o vendedores” y el 20% en “construcción y otros oficios.

La población está envejeciendo mucho más rápido de lo que las nuevas generaciones toman conciencia del sistema jubilatorio, unido a que en los 17 años de supuesto movimiento al socialismo, la palabra solidaridad sigue chirriando, se avecina un problema de sostenibilidad importante: demasiadas personas mayores sin ingresos suficientes consumiendo servicios de salud y otros que alguien deberá atender por un sentido de elemental responsabilidad.

Es posible que en algunos rubros como el de la medicina, donde además se controla mucho el acceso a la carrera profesional hasta el punto de que faltan médicos en el país, nadie quiera ni oír de la jubilación por el mísero monto en comparación con sus salarios públicos e ingresos privados, haya que tomar algunas otras medidas específicas, pero para el común de la población, lo urgente es que las empresas se formalicen y los trabajadores tomen conciencia de las necesidades del futuro.

El debate es importante, y aunque con seguridad ha venido a colación de las urgencias económicas, es importante que se aborde con profundidad y buscando lo mejor para todos los implicados en el principal asunto de un país por mucha idiosincrasia y política que se cruce: su productividad laboral.

Pedir un Pacto de Estado seguramente parecerá excesivo, pero el asunto bien lo merece.


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