Agotar el agua

El asunto no es nuevo y ya antes de que el agua se convirtiera en un bien escaso, los productores de todos los tamaños clamaban por ella

Arranca septiembre y en medio país empieza a faltar agua. El ciclo es el que es y llevamos demasiados años padeciendo los efectos del fenómeno de El Niño, y por extensión, del cambio climático, ese mismo que muchos aún se empeñan en negar. Tomar medidas es urgente, pero casi ya da pereza recordarlo.

Los diferentes informes de las Naciones Unidas vienen advirtiendo de que Bolivia es uno de los países más vulnerables al cambio climático, pues su ciclo hídrico se va a alterar profundamente desde el mismo momento en el que los glaciares y nieves perpetuas empiecen a desaparecer, que ya han empezado, y porque las estaciones se van a extremar abundando los eventos torrenciales que tantas catástrofes causan, sobre todo en los valles y el oriente.

En Villa Montes se han batido récord de temperaturas del año la semana pasada estando aún en invierno y la temporada de lluvias del verano fue tardía e irregular. Algunos dirían tranquila porque no hubo ni grandes derrumbes, ni inundaciones de consideración ni una multitud de víctimas, algo que evidentemente es de agradecer, pero que señala que las reservas de agua pueden escasear pronto. Las posibilidades de que cambie el ciclo este año y las lluvias vuelvan a hacer su aparición en el último trimestre del año son ciertamente testimoniales.

En esas, las autoridades seguramente ya deben estar tomando los datos precisos y preparando insumos para atender los efectos perniciosos que con seguridad se darán pronto: atender al ganado, asistir los requerimientos de agua potable y, en la medida de lo posible, cuidar los cultivos de regadío con métodos alternativos y los propios ojos de agua que se alimentan con agua de lluvia… pero también es posible que no lo estén haciendo y que todo se convierta en emergencia, como siempre.

Al final, lo urgente es tener claro hacia dónde está yendo el clima de este país y qué medidas hay que tomar para que la población y su producción no se resienta: una mala cosecha supone inflación y crisis social mas allá de lo que se contemple como potencial exportador.

El asunto no es nuevo y ya antes de que el agua se convirtiera en un bien escaso, los productores de todos los tamaños clamaban por posibilidades de acercar el agua a sus terrenos para hacerlos más productivos, sin embargo, el problema nunca se ha tratado de una forma integral. Al contrario, la microsegmentación de proyectos se ha vuelto común a través de esos programas de Mi Riego, Mi Agua, o el mismo Prosol, donde se ejecutan proyectos que palien las urgencias de un puñado de familias sin mirar el conjunto.

Bolivia necesita justamente lo contrario: abordar de forma integral el problema teniendo en cuenta todas las necesidades y potencialidades en todas sus cuencas, extremando los esfuerzos para cuidar cada una de ellas o retroalimentarse. Bolivia necesita un Plan Hidrológico Nacional moderno, consecuente, contextualizado y también ambicioso.

El agua es el recurso del futuro y en Bolivia, que siempre fue fábrica, parece que nos estamos quedando parados a mirar como se agota, tal vez esperando que alguien venga a salvarnos… pero eso no pasará, o costará, como siempre, demasiado.

DESTACADO.- Bolivia necesita un Plan Hidrológico Nacional moderno, consecuente, contextualizado y también ambicioso


Más del autor
Tu casa, es tu reflejo
Tu casa, es tu reflejo
Tema del día
Tema del día