La Planta que no nació para vender GLP

Probablemente faltaron controles y también valentía política, pero lo que pudo ser y no fue es demasiado visible en una planta que nunca funcionó a más del 50% de su capacidad

La Planta Separadora de Líquidos de Yacuiba es ya una de las inversiones más tontamente desperdiciadas de la historia del gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), y en apenas dos años habrá cumplido la mitad de su vida útil según boletín de prensa de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), que era de 20 años.

Se inauguró tantas veces en aquella eterna campaña de 2014 y 2015 que se perdió la cuenta, pero oficialmente entró en operaciones el 25 de agosto de 2015. Los datos que maneja Yacimientos, como siempre, son fastuosos: en ocho años ha producido un volumen acumulado superior a 1,9 millones de toneladas métricas (TM) de gas licuado de petróleo (GLP) de las que 1,3 fueron destinados a cubrir el mercado interno, ya totalmente cubierto por producción nacional, mientras que el resto fue destinado a la exportación a pequeños mercados de Paraguay y Perú, siendo este el detalle que más gusta esconder a las autoridades responsables del complejo.

Desde el día uno gritaron los agoreros que siempre miran más por los intereses de las empresas brasileras y argentinas, incluso si estas son semipúblicas

Y es que la Planta Separadora de Líquidos llamada Carlos Villegas nunca se construyó para producir Gas Licuado de Petróleo para exportar, al menos no como su actividad principal, sino para ser el suministrador de la materia prima extraída del gas natural exportado a Brasil o a la Argentina y a partir de ahí, construir un floreciente negocio petroquímico, en este caso, del plástico, pues la petroquímica dedicada a la agricultura a base de fertilizantes se proyectó en el Chapare, con una planta seis veces menor.

Ese era el plan y ahí están los estudios que respaldan la inversión y los que justifican la necesidad de que Bolivia acabe de una vez con su matriz exportadora básica y se comprometa por lo menos en darle un mínimo de valor agregado a esa materia prima, que no es juntando butano y propano para hacer GLP, que no deja de ser materia prima ligeramente tratada, sino extrayendo el propano, el etano, y el resto de propiedades para producir las resinas que, después, con iniciativa privada o como fuere, se convertirían en excelentes productos finales adaptadas a todas las normativas ambientales que hubieran sido necesarias.

Nunca se puso el interés suficiente en impulsar el proyecto petroquímico. Desde el día uno gritaron los agoreros que siempre miran más por los intereses de las empresas brasileras y argentinas, incluso si estas son semipúblicas, que por el de cualquier interés estratégico boliviano, al que siempre se le augura el mayor de los desastres.

Al final, cuando llegó a la meta un proyecto sacado a trompicones y casi sin recursos para instalar al fin en Yacuiba una planta de polipropileno aparecieron las sospechas de contuberni y corrupción (el que diseño el proyecto se lo estaba adjudicando) y todos los temores propios circundantes a lo que hubiera sido la mayor inversión del Estado de su historia… y no se hizo. Y no se ha hecho. Y hoy por hoy, sin gas garantizado… difícilmente se hará.

Probablemente faltaron controles y también valentía política, pero lo que pudo ser y no fue es demasiado grande como para festejar el aniversario de una planta que nunca ha funcionado a más del 50% de su capacidad, porque nunca jamás se proyectó para vender GLP, sino para cosas grandes de verdad.


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