La libertad de no ser esclavo

La delgada línea roja entre trabajo precario y esclavitud suele traspasarse muchas veces en Bolivia y casi cualquier excusa es válida y aceptada

El 23 de agosto es el Día Internacional para el recuerdo del comercio de esclavos y su abolición. La razón de haber elegido este día en particular se debe a la sublevación de esclavos que tuvo lugar en Santo Domingo, hoy en día conocido como Haití, en el año 1791, donde no solo lograron la independencia de esa parte de la isla, sino que además fueron el génesis para la abolición del comercio transatlántico de esclavos.

La trata de esclavos como comercio legal tuvo una duración de un poco más de 400 años, durante los cuales se vendieron a más de 15 millones de hombres, mujeres y niños, como si fuesen ganado, para someterles a los trabajos más duros y a condiciones de vida infrahumana. Esta realidad es lo que llevó a la ONU a decretar en 1998 el 23 de agosto como Día Internacional para el recuerdo del comercio de esclavos y su abolición, no solo para recordar a las víctimas, sino para demostrar la importancia que tiene el respeto a los Derechos Humanos en el mundo.

Hay que ocuparse de las leyes que garantizan el acceso a la educación, a la sanidad, a la vivienda, y a esos asuntos materiales que cuestan tanto para los que vienen de abajo

Bolivia tiene su propia historia – todavía muy poco documentada - relacionada a ese indigno negocio, con pasajes violentos en todo el país y especialmente en lo relacionado a las minas y a la casa de la Moneda en Potosí. Tiene además pasajes humillantes mucho más recientes, casi contemporáneos, de situaciones tipificadas como esclavitud y muchas, toleradas incluso socialmente, que lo rozan.

La delgada línea roja entre trabajo precario y esclavitud suele traspasarse muchas veces en Bolivia y casi cualquier excusa es válida y aceptada, incluso por las autoridades e instituciones destinadas a salvaguardar la calidad del trabajo mismo.

La esclavitud moderna tiene muchas caras, algunas son evidentes por lo que implica de pérdida de libertad: la trata de personas, el reclutamiento forzado para la guerra, etc., otras tienen que ver con algún tipo de interpretación errónea de la responsabilidad o de la falta de oportunidades, porque efectivamente, aquellos que no logran satisfacer sus necesidades básicas y estudiar lo suficiente, tarde o temprano quedan a expensas del destino y de las cosas que simplemente se pueden hacer, muy lejos de las que se quisieran hacer.

El día mundial de la esclavitud invita a reflexionar sobre los sistemas y controles para garantizar que nadie vive privado de libertad sin haber incumplido las reglas de convivencia, pero en países en vías de desarrollo como el nuestro deberíamos preocuparnos también por las leyes del trabajo, pero sobre todo, por las que garantizan el acceso a la educación, a la sanidad, a la vivienda, y a esos asuntos materiales que cuestan tanto para los que vienen de abajo que les impide alcanzar nunca niveles de libertad como para tomar las decisiones que quiera, como para poder decidir no ser un esclavo más.

La dignidad de un pueblo tiene que ver con eso, y en Bolivia todavía tenemos demasiadas deudas pendientes más allá de las consignas propagandísticas.


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